Editorial

Vocación sacerdotal

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De niño todos anhelamos sueños que parecen inalcanzable. Es más, ante la pregunta ‘¿Qué quieres ser cuando seas grande?’ solíamos ilusionarnos con poder llevar adelante el oficio de nuestros padres o abuelos; incluso pudimos llegar a pensar en alguna profesión que nos desvelaba. Sin embargo, la mayoría de las veces son deseos que no se condicen con las vicisitudes de la vida, que va forjando otros caminos.

Estas ilusiones de niños van despertando el llamado latente que cada persona lleva dentro. Esa vocación que cada uno va construyendo, pero que Dios tiene marcada para cada persona, es algo que todos tenemos, pero que mucha veces no todos pueden concretar. Incluso, hay casos de gente a la que le lleva mucho tiempo poder encontrarla con certeza.

Entre los oficios y profesiones que existen en el mundo, nos encontramos con la vocación consagrada, una ocupación que supera a cualquier trabajo, pero que exige una entrega total.
Si para aprender un trabajo es vital tener un buen maestro, para ir creciendo en el aprendizaje del servicio sacerdotal, si o si, se necesitan los “testimonios de otros”. Sino no será fácil construir esta ocupación “para servir al Señor y a su Iglesia”.

“Es muy difícil encontrar una vocación sin una referencia, sin un testimonio sacerdotal. Esas referencias son importantes porque significan que quien decide ser sacerdote es porque lo descubrió a través de quien lo vivió”. Esta afirmación la hace Marcelo Mazzitelli, miembro de la Congregación para el Clero. Y estas frases referidas a la vocación por el presbiterio, no hay forma de objetarlas.

Por eso, en el “A fondo” de esta edición, en la entrevista que le dio a Vida Nueva, este sacerdote destaca, además del testimonio, la importancia de la formación, no solo inicial, sino también permanente. “La formación sacerdotal es permanente y desde esta realidad se plantea la formación inicial, aquella que prepara al candidato hacia el maravilloso acto de consagrar la vida recibiendo el don del sacerdocio”.
Sería bueno que todos los responsables de la formación sacerdotal sean verdaderamente conscientes de estos conceptos que plantea Mazzitelli. Quizás así se evitarían tantos problemas que hoy aquejan a la grey sacerdotal.

“O la formación es camino para formar a la persona en un ministro o un deformante sendero que dibuja un rol”, sentencia este miembro de la Congregación para el Clero, casi como dando una orden, que más que orden, intenta defender la vida y la vocación de tantos hombres que verdaderamente han encontrado el llamado de Dios en sus vidas como sacerdotes.