Editorial

Velar por la fe no puede ser sinónimo de censura

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Un conjunto de teólogos ha cuestionado la ecuanimidad en las investigaciones que se realizan en la Congregación de la Doctrina de la Fe. La encomienda de salvaguardia que recae sobre el dicasterio que dirige el cardenal Gerhard Ludwig Müller es muy relevante y delicada, más aún en un tiempo de cambios constantes con el relativismo al fondo. Pero tampoco resulta un desafío menor el de quienes asumen su tarea investigadora y docente como una búsqueda constante de la verdad, que en ocasiones genera nuevas reflexiones que engrandecen el credo, mientras que en otras lleva a errores que deben ser reconducidos en aras de la fidelidad al Evangelio de Jesús y la catolicidad de la Iglesia.

Eliminar las denuncias anónimas y ofrecer una defensa al teólogo permitiría
subrayar que, en el proceso, brillan la justicia, la verdad y la integridad

De ahí la vigencia de esta institución, que también ha sido y es pieza clave en la lucha contra los abusos sexuales, como puso de relieve Joseph Ratzinger como prefecto implacable para frenar esta lacra. Esta labor encomiable no excluye la reflexión sobre cómo puede custodiar la integridad de la fe y las costumbres desde la sinodalidad y la comunión, y no desde la tentación de caer en un pensamiento único que desemboque en condenas y castigos propios de la Inquisición.

En Amoris laetitia, Francisco defiende la unidad de doctrina y praxis, apuntando que “no impide que subsistan diferentes maneras de interpretar (…) algunas consecuencias que se derivan de ella”. La norma nunca puede convertirse en un absoluto que aniquile la misericordia. Propuestas como eliminar las denuncias anónimas, publicar quiénes son los investigadores y ofrecer una defensa al teólogo procesado permitirían subrayar que en el proceso brillen la justicia, la verdad y la integridad. Apostar por más transparencia en los procesos, además de más rigor y fidelidad a su misión, aportará más credibilidad a sus decisiones.

Acompañar, velar y tutelar los principios de la fe no pueden ser sinónimos de censura. Tampoco ejercer la corrección fraterna debe serlo de condenar cuando se detecta un error doctrinal. Hay vías para sondear, inspeccionar, decidir y comunicar al otro para que Doctrina de la Fe ejerza de centinela y no de carcelero.