Editorial

Transparencia en los altares

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Luz y taquígrafos. Es la máxima impuesta por la Santa Sede en la reforma puesta en marcha para lograr una mayor transparencia económica en los procesos de canonización. Este largo y espinoso camino por los esfuerzos que exige para quienes impulsan una determinada causa, siempre se ha visto ensombrecido por rumores y denuncias sobre el desembolso que supone plantearse que la Iglesia reconozca la santidad de un cristiano.

Vida Nueva ha podido acceder a las tarifas que ya aplica la Congregación para las Causas de los Santos en las que se busca primar la equidad, pero, sobre todo, eliminar cualquier suspicacia sobre primas no reconocidas a quienes participan en la investigación y verificación del proceso. De ahí que, más allá de la rebaja de alguna de las cuotas, resulte muy significativo el hecho de que todos los pagos que se realicen deban hacerse mediante trasnferencia bancaria, de tal manera que queden registrados todos y cada uno de los movimientos.



De esta manera, al menos en la fase romana, se busca optimizar todos los gastos relacionados con los trámites y los profesionales, pero sobre todo borrar toda sospecha de que el camino oficial hacia la santidad sea interpretado como un negocio vaticano. No menos cierto es que no hay un candidato a santo igual a otro, lo que hace que los gastos se puedan disparar en la fase de documentación e investigación, de la misma manera que acreditar una curación inexplicable exige un minucioso peritaje.

Queda ahora sembrar esta misma conciencia en la etapa diocesana, pero, sobre todo, en quienes promueven una determinada causa, para que no den un paso sin contar con todas las garantías que permitan vigilar la administración de los fondos. De la misma manera, cabe advertir de la tentación de no dejarse llevar por cantos de sirena en torno a lo que rodea al proceso, como los fastos de la ceremonia, que pueden hacer disparar los dispendios hasta cifras millonarias, escandalosas e inadmisibles.

Rendir cuentas y establecer un techo de gasto son vías inexcusables para restaurar la credibilidad y hacer ver que el dinero no se convierte en un obstáculo para poder demostrar las virtudes heroicas de un siervo de Dios. De ahí la importancia del Fondo de Solidaridad creado, precisamente, para dar impulso a causas sin recursos económicos. No por falta de medios ha de frenarse un proceso, pues, como sucede hasta ahora, resulta difícil concebir que la abrumadora mayoría de los 10.000 modelos de santidad reconocidos por la Iglesia católica provengan del Norte, mientras que en África occidental, por ejemplo, los santos y beatos se cuenten con los dedos de una mano.

Para subir al cielo no hace falta alforja o dote alguna. Para subir a los altares, tampoco.

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