Editorial

Los malteses

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Todo es extraño en el reciente conflicto de la Orden de Malta apaciguado por Francisco. Vean la foto: profusión de condecoraciones y decorados militares tan anacrónicos como los disfraces de cruzados de los Caballeros de la Virgen. Pero, sobre todo, esa arrogancia autonómica de “nosotros nos manejamos solos” que contradice la naturaleza de las organizaciones que hacen parte de esa gran comunión que es la Iglesia.

Las órdenes de caballería amansaron el corazón bárbaro de los caballeros que se dedicaban al robo y al pillaje en el siglo XI, y después de la primera cruzada fue el influjo de la Iglesia el que los transformó en servidores de los pobres y de los enfermos. El paso siguiente fue el de los caballeros convertidos en monjes.

Si en ese tiempo un Papa hubiera exhibido el perfil de Francisco se habría producido una rebelión de rechazo; hoy un Papa del corte de Urbano II sería impensable e insoportable. Pero los malteses están ahí. En 2017, ¿anuncian el Reino de Dios instituciones como la Orden de Malta?