Editorial

La transparencia económica como aval de credibilidad

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En un tiempo de crisis y recortes, no deja de sorprender que la Iglesia aumente la inversión y el consiguiente esfuerzo humano en reforzar la acción pastoral y social. Así lo recoge la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia de 2015, que valora el impacto generado por esta actividad en casi 590 millones de euros.

De esta manera, la aportación de la comunidad católica es mayor que la que realizan los gobiernos de 15 autonomías, en las que, precisamente, se cuestiona o ahoga directa e indirectamente la labor asistencial eclesial en colegios, hospitales…

Dar a conocer estas cifras no es un ejercicio de vanagloria ni busca exhibir el músculo caritativo de la Iglesia. Más bien se plantea como un agradecimiento y deber para con la sociedad: con todos aquellos que dan su respaldo a través de la “x” de su declaración de la renta, pero también a los propios cristianos, que son quienes la sostienten principalemente con sus donaciones particulares.

Este ejercicio de transparencia financiera refrendado por auditorías externas es el mejor aval de credibilidad en medio de los vaivenes políticos y ataques gratuitos que nunca faltan.

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