Editorial

La Cuaresma, tiempo de caridad

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EDITORIAL VIDA NUEVA | La Cuaresma llega para recordarnos en nuestro mundo vertiginoso, ahogado por las prisas y la inmediatez, que es necesario pisar el freno, reducir la marcha y reflexionar. Vuelve el ayuno, la oración y la limosna en todas sus formas de ejercicio que nos ofrece la realidad. Y para esta pausa, este paréntesis de discernimiento y penitencia en espera de la Pascua, de la liberación…

Benedicto XVI nos ha dejado un mensaje hermoso, profundo e interpelador: mirar al que tenemos al lado para ejercer con él la caridad. Propone el Papa retirar la mirada egoísta hacia nosotros mismos, retirarnos la preferencia en todas nuestras decisiones para poner al prójimo en primer lugar.

Hoy, el mundo pasa por una situación complicada, algunos llevan en crisis permanente muchos años, una situación de la que debemos hacer Cuaresma, tiempo de espera, de reconciliación y de esperanza. Tiempo de caridad.

La Cuaresma no tiene por qué ser triste, ni la crisis tampoco, aunque nos descubra nuestra realidad y limitación; y no lo será, como dice Benedicto XVI, si olvidamos el egoísmo y nos convertimos en “guardianes de nuestros hermanos”, guardianes en lo físico, moral y espiritual.

Decía el papa Pablo VI en la Populorum Progressio que “el mundo está enfermo”. Lo estaba entonces y lo está hoy. Pero, continuaba el Pontífice, “su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos, que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos”.

Ahí está la clave de esta Cuaresma, tal y como nos propone Ratzinger, y también la clave de la salida de la crisis económica. Cierto es que hacen falta soluciones técnicas, pero también lo es que sin fraternidad, caridad, solidaridad y justicia, no conseguirán nada. Una nueva Cuaresma, una nueva oportunidad de viaje interior.

En el nº 2.789 de Vida Nueva. Del 18 al 24 de febrero de 2012.

 

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