Editorial

De la mano

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Vivimos un tiempo en que parece que la característica de muchos cristianos es la incoherencia entre su fe y su vida. Puede ser redundante, pero vale recordar un conocido consejo de san Francisco de Asís: “prediquen el Evangelio y, si fuese necesario, también con las palabras. Prediquen con la vida: el testimonio”. Ya en el siglo XIII, el fundador de la Orden Franciscana advertía que la incoherencia de los fieles y de los pastores entre la palabra y el modo de vivir, ponía en tela de juicio la credibilidad de la Iglesia.

Esta división entre fe y vida también se podría trasladar a otros ámbitos de la sociedad. Sin ir más lejos –y sin ahondar en un detallado análisis–, el terreno de la política es un ámbito muy proclive a actuar de forma distinta entre lo que se dice y lo que se piensa (o dicta la ideología).

“Prediquen el Evangelio… también con las palabras.
Prediquen con la vida: el testimonio.”

Como contrapartida, un ejemplo de la coherencia entre la fe y la vida la podemos encontrar en lo que hace el padre Lorenzo “Toto” De Vedia en la Villa 21 de Buenos Aires. En el A fondo de esta edición conoceremos esta historia, y seguramente nos cuestionemos: ¿por qué es necesario hacer explícito que “lo espiritual y lo social van de la mano”?; ¿por qué “el trabajo pastoral y el trabajo social son dos caras de la misma moneda” puede resultar una frase llamativa?

Pisando las fiestas de fin de año, en la Villa 21 encontramos una alegría por la vida –a pesar de tantas carencias que puedan atravesar los vecinos– en donde todo se festeja. Y esos festejos se hacen con la familia, se hacen con los vecinos, se hacen con quien no tiene con quién festejar. Puede faltar el dinero, puede costar conseguir la comida, pueden escasear las changas, pero en la Villa 21 nadie se queda solo. ¿Acaso esto no es Evangelio?

En este último número del año de Vida Nueva (nos reencontraremos en febrero con muchas novedades) queremos tener presente a todos aquellos que cada día hacen lo que se debe hacer, siempre con alegría.

Ojalá que el Niño que llega nos ayude a mantener ese espíritu y guíe con su luz la vida de todos los que estamos convencidos, como el padre De Vedia, que la espiritualidad y la vida de todos los días son elementos que “van de la mano”.