Editorial

Benedicto-Francisco, el magisterio de la complicidad

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Coincidiendo con el Domingo de Resurrección, Benedicto XVI cumple 90 años. Un aniversario en el que, sin caer en loas gratuitas, resurge su categoría intelectual, su impecable labor en Doctrina de la Fe, su lucha implacable contra los abusos sexuales y la corrupción vaticana, así como su búsqueda permanente de la voluntad de Dios que se materializó en esa renuncia histórica a la sede de Pedro.

Son solo algunos de los dones que el actual presidente de la Fundación Ratzinger-Benedicto XVI, Federico Lombardi, repasa para Vida Nueva en este cumpleaños redondo. El que fuera portavoz de la Santa Sede aplaude, además, la convivencia entre Benedicto y Francisco, poniendo en valor la discreción y presencia reservada del primero como una “riqueza, un recurso espiritual para la Iglesia”. Pero también destaca “la gentil finura de los gestos de atención de Francisco hacia su predecesor”.

Ratzinger no habría tomado las decisiones
a la manera de Bergoglio,
ni Francisco se hubiera expresado como Benedicto XVI,
pero ambos dan un ejemplo de comunión en la diversidad
que no se ve en otros escalones eclesiales.

A buen seguro que Ratzinger no habría tomado las decisiones ni las habría expresado a la manera que lo ha hecho Bergoglio en estos cuatro años. Del mismo modo, el Papa argentino no habría actuado como el alemán ante los mismos problemas en exactas circunstancias. Sin embargo, la fluida relación entre ambos que se percibe desde fuera nace fruto de una comunión interna que no han logrado quebrantar aquellos que han llamado a la puerta de la residencia del Papa emérito para encontrar allí un aliado contra la reforma. Pero tampoco han encontrado respaldo quienes han buscado en Francisco palabras que desautorizaran decisiones de su predecesor.

Lamentablemente, esta ejemplaridad que ofrecen uno y otro en una situación inédita para la historia de la Iglesia no parece servir de referencia en otros peldaños eclesiales. Tan preocupante resulta la nostalgia en la que se han quedado atrapados unos, como la negación del pasado de otros. Ambas actitudes dañan a la Iglesia y aportan argumentos de peso a quienes, desde fuera, analizan lo católico como una pugna entre conservadores y progresistas. Contagiarse por esta dinámica ya está generando tensiones y fracturas tan nocivas como inútiles, mientras el mundo y los pobres siguen esperando una respuesta de salvación y misericordia a sus dolores y cruces.

Desideologizar el hecho religioso para abrazar la fe desde el corazón se presenta como una asignatura hoy por hoy más cerca del suspenso. Morir a este egoísmo clerical para resucitar a la comunión es cosa de todos y cada uno, donde Benedicto y Francisco llevan la delantera. Este magisterio de la complicidad que están escribiendo juntos es el que permite hablar de riqueza en la diversidad, de la comunión en la Iglesia al amparo del Espíritu Santo. Otro motivo más para felicitarse por el 90 cumpleaños de Benedicto.

Publicado en el número 3.031 de Vida Nueva. Ver sumario

 


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