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Homilía de Juan José Omella en la misa por la paz tras los atentados de Barcelona

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Barcelona, 20 de agosto de 2017

Sr. Cardenal. Lluís Martínez Sistach

Arzobispo Joan Enric Vives,

Obispos José Ángel Sainz,

Agustín Cortés

Sebastiá Taltavull y Salvador Cristau,

Sacerdotes y diáconos,

Majestades,

Sr. Presidente de Portugal,

Autoridades Nacionales, Autonómicas y Municipales que nos acompañan,

Sr. Presidente Carles Puigdemont, Sra. Alcaldesa, Ada Colau,

Representantes de las Comunidades Musulmanas de Barcelona y Cataluña,

Familiares y amigos de las víctimas de los atentados en Barcelona y en Cambrils,

Hermanos y Hermanas:

Todos hemos recibido, en estos días pasados muestras de cercanía y de repulsa por los atentados sufridos en nuestra querida ciudad de Barcelona y en la ciudad hermana de Cambrils.

Telegrama papal

Entre los muchos mensajes, telegramas y correos recibidos quiero destacar el de Su Santidad el Papa Francisco que me permito leer ahora. Dice así:

«CARDENAL JUAN JOSÉ OMELLA Y OMELLA ARZOBISPO DE BARCELONA

ANTE LA NOTICIA DEL CRUEL ATENTADO TERRORISTA QUE HA SEMBRADO DE MUERTE Y DOLOR LA RAMBLA DE BARCELONA, EL PAPA FRANCISCO DESEA EXPRESAR SU MÁS PROFUNDO PESAR POR LAS VÍCTIMAS QUE HAN PERDIDO LA VIDA EN UNA ACCIÓN TAN INHUMANA Y OFRECE SUFRAGIOS POR SU ETERNO DESCANSO. EN ESTOS MOMENTOS DE TRISTEZA Y DOLOR, QUIERE HACER LLEGAR TAMBIÉN SU APOYO Y CERCANÍA A LOS NUMEROSOS HERIDOS, A SUS FAMILIAS Y A TODA LA SOCIEDAD CATALANA Y ESPAÑOLA.

EL SANTO PADRE CONDENA UNA VEZ MÁS LA VIOLENCIA CIEGA, QUE ES UNA OFENSA GRAVÍSIMA AL CREADOR, Y ELEVA SU ORACIÓN AL ALTÍSIMO PARA QUE NOS AYUDE A SEGUIR TRABAJANDO CON DETERMINACIÓN POR LA PAZ Y LA CONCORDIA EN EL MUNDO.

CON ESTOS DESEOS, SU SANTIDAD INVOCA SOBRE TODAS LAS VÍCTIMAS, SUS FAMILIARES, Y EL QUERIDO PUEBLO ESPAÑOL LA BENDICIÓN APOSTÓLICA.

CARDENAL PIETRO PAROLIN

SECRETARIO DE ESTADO DE SU SANTIDAD»

Llamada telefónica del Santo Padre

Y ayer por la tarde el Santo Padre me llamó por teléfono para decirme:

Cardenal Omella:

Además del mensaje que le envió el Secretario de Estado, cardenal Parolín, en nombre mío, quiero personalmente hacerme cercano a usted y acompañarlo, de manera especial, en la Misa que va a celebrar mañana con todo el pueblo.

Estoy cerca de ustedes en este momento doloroso. Les acompaño mucho. Que Dios les bendiga. Rezo por ustedes y ustedes recen por mí”.

Agradecemos tantas muestras de cercanía y de oración en estos momentos de dolor para nuestra ciudad, para las familias que han sufrido el zarpazo del atentado y para todas las personas de bien.

Templo reparador

Estamos en este lugar sagrado, la basílica de la Sagrada Familia, que Antonio Gaudí proyectó para ser un templo reparador, es decir, un lugar para orar por los pecados del mundo. Y acaso ¿no es un pecado gravísimo atentar contra la vida de unos semejantes, de nuestros prójimos, de unos seres inocentes y de niños?

Nuestro silencio y nuestra oración, nuestra presencia en este lugar santo es signo de repulsa del atentado y es oración para pedir a Dios, Padre de toda bondad, que cambie nuestros corazones de piedra y nos dé un corazón de carne, lleno de sentimientos de humanidad, fraternidad, misericordia y de paz.

El relato del Evangelio que hemos escuchado nos da luz para afrontar el momento difícil que nos ha tocado vivir y mirar el futuro con esperanza:

Una mujer cananea, es decir extranjera, y que adora a Dios de otra manera, se acerca a Jesús, el Mesías, el Hijo de Dios, intercediendo por su hija enferma.

Jesús le pone a prueba desviando un tanto su atención. Pero viendo su insistencia y su actitud de confianza, no sólo alaba su proceder, sino que la propone como modelo de fe: “Mujer grande es tu fe. Que se cumpla lo que deseas”, le dice, y cura a su hija.

Nosotros, creyentes o no, de esta tierra, o extranjeros, todos, acudimos a este templo para decirle al Señor que cure a quienes han quedado heridos o destrozados por estos atentados y que conceda a nuestro mundo vivir en paz y concordia. La paz es el mejor alimento de nuestras vidas y por ganar ese alimento no debemos escatimar esfuerzos. Que el Señor nos conceda ser constructores, artesanos de paz.

Y esa petición la hacemos todos unidos. Sí, es hermoso ver que esta mañana entorno al altar del Señor estamos unidos las Autoridades supremas del Estado, las Autoridades Autonómicas y Locales, los representantes de las distintas confesiones presentes en nuestra tierra, las diversas instituciones sociales, hombres y mujeres de toda clase y condición social, hombres y mujeres de buena voluntad. Es el hermoso mosaico sobre el que se construye la sociedad. Todos unidos por un objetivo común: la paz, el respeto, la convivencia fraterna, el amor solidario.

Sí, hermanos, la unión nos hace fuertes, la división nos corroe y nos destruye,

Qué bellas son las palabras de Jesús: “¡Padre, que todos sean uno como nosotros somos uno, Yo en Ti y Tú en Mí; que ellos sean también uno!” (Jn 17,21).

Ponemos en nuestros corazones y en nuestras manos los nombres de las víctimas de estos atentados, ponemos también los nombres de los países que están en guerra, y presentamos ante el Señor esta petición: “Señor, haz que la paz reine en el mundo y en nuestros corazones”. Pon, Señor, el bálsamo del consuelo en el corazón de todos. Y concédenos trabajar con generosidad y decisión por construir una sociedad en paz y en libertad.

Y quiero acabar agradeciendo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de la Autonomía y de la ciudad de Barcelona la generosidad y entrega con la que actúan siempre y, en especial, en estos días.

Agradezco también a los profesionales de la sanidad y a los ciudadanos en general su generosidad y su solidaridad. Hay mucha reserva de humanidad en nuestra tierra. Que Dios os bendiga a todos y que la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, y de Montserrat, patrona de Cataluña, os acompañe siempre con su amor maternal. Amén.

+ Card. Juan José Omella Omella

Arzobispo de Barcelona