Presidente general de JEC

Vidas que cambian el mundo


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“El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” Mc 10, 43-45. Estas palabras del evangelio son muchas las personas que se lo han tomado al pie de la letra. El Domingo Mundial por las Misiones (Domund) se celebró el pasado domingo, en el que pedimos a nuestro Padre/Madre por el espíritu misionero y por todas las personas que entregan su vida a los demás y en especial, a los más pobres.

Son 12.000 misioneras españolas (54% mujeres, de ahí el femenino) las que viven lejos y abandonan a sus familias para unirse a una más grande, para cambiar las historias de miles de niños, jóvenes, adultos y ancianos. Este año lo he vivido de una manera especial, y es que el rostro del Domund 2018 ‘Cambia el mundo’ ha sido la labor del misionero Patricio Larrosa. Esa persona también ha cambiado mi historia.

ACOES Honduras, una historia de muchas

Justo hace un año, pude conocer la historia de Olga, Rosa, Juandi, Lenin, Martha, Álvaro y Eloisa, que cambiaron cuando conocieron al padre Patricio, granadino de nacimiento, pero hondureño de corazón y vocación. Una vida que va en rescate de otras en uno de los países más peligrosos de Centroamérica.

Y hoy, justo ese año después, en medio del dolor de las noticias actuales de ese país, me invade la ilusión de escuchar en sus voces la esperanza de una vida a través de Obras Misionales Pontificias (OMP), que les ofrece un altavoz ante el mundo.

Jesús entregó su vida, y Patricio también, no me hace falta nada más para seguir creyendo en la viva actualidad del evangelio. Hace 25 años que facilita el acceso a estudios a una gran parte de la población de Honduras, de zonas rurales, y de la capital. Es consciente de que, si no están alimentados y en un entorno seguro, no pueden estudiar, por eso viven en residencias llamadas Casas Populorum Progressio. Es la encíclica del recién San Pablo VI llevada a la acción de una manera extraordinaria.

Son los propios jóvenes a los que ayuda, los encargados y encargadas de la organización de ACOES (Asociación Colaboración y Esfuerzo) en centros infantiles, escuelas regladas, ayudas a madres solteras, residencias de estudiantes, clases de refuerzo, proyectos de música, informática… en medio de una realidad desoladora de muertes, asesinatos, inseguridad en las calles o corrupción en el gobierno, un pueblo olvidado e ignorado.

El dolor de la actualidad

Y es que las noticias actuales duelen, porque miles de hondureños marchan hacía otro país con la esperanza de ser acogidos, pero con la sorpresa (o no) de las puertas y fronteras cerradas. Han salido de sus casas (con todo lo que eso significa) en marcha unida hacia no saben muy bien donde, pero sabiendo bien a qué. La situación que yo viví el año pasado fue parecida, con unas elecciones dudosas y en las que en ningún momento un país del mundo quiso ayudar a este pueblo. La gente se echó a las calles, hicimos ruido, mucho ruido, y los perdedores volvieron a ser los mismos.

Es nuestro deber actuar ante estas situaciones, somos Iglesia que opta por los empobrecidos y olvidados, a nivel institucional, a nivel político, personal, en comunidad… de cualquier manera, todos somos misioneros de su palabra. ¡Adelante!

Esta es una historia de muchas, por eso sirva de homenaje las humildes palabras de quien confía plenamente en que Jesús murió por todas, y resucitó en cada una de las personas que de una manera u otra se entregan a los demás y al bien común, para dar su vida en rescate de la humanidad.