Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Tienen los católicos algún papel relevante en los sindicatos?


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Los titulares

Aunque es una característica implícita de una noticia el hecho de que transmite algo novedoso, es fácil prever el contenido de los titulares de los medios informativos en determinadas ocasiones: el mensaje de Navidad, el tráfico en la operación salida, las imágenes de las playas o las colas del paro según se ofrezcan los datos de turismo o desempleo… Algo así ocurre con las manifestaciones del primero de mayo.

Los sindicatos tradicionales encabezarán, un año más, las principales reivindicaciones a través de los itinerarios habituales en las ciudades de siempre. Circularán los ‘memes’ habituales que escenifican en el mundo digital las chanzas aquellas de que los liberados sindicales trabajan solo este día ola ironía con la que los autónomos subrayan la presunta alegría de celebrar el día trabajando.

Eso sí, no es habitual oír en algún medio generalista ningún mensaje más allá de un par de dirigentes de los sindicatos mayoritarios vestidos de sport con cierto toque formal, o el de los políticos de guardia en este día festivo.

La doctrina

Aunque la Iglesia haya renovado y resumido un “Catecismo” o recopilado mucho material en un Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, la reflexión católica sobre el mundo del trabajo no se mencionará entre las informaciones de los medios generalistas.

No podemos negar que el actual sistema de trabajo, heredero del modelo productivo de la industrialización que consolidó el divorcio entre los trabajadores y los propietarios, ha tenido todo tipo de cautelas entre los moralistas católicos. Sin embargo, el camino desde León XIII hasta el Vaticano II fue el aliciente necesario para institucionalizar una reflexión alternativa. Elemento al que hay que añadir el hecho de que la Iglesia no tiene pronunciamientos definitivos en doctrina social –frente a otros campos de la teología moral–.

La visión del humanismo cristiano sobre la persona, sobre el trabajo, sobre el mercado, sobre las visiones totalitaristas –ya sean políticas o económicas–… se han vuelto hoy tan necesaria como en otros momentos de incertidumbre.

Una historia

Curas obreros como el padre Llanos, algún que otro videofórum dedicado a la película sobre Padre Daens–con nominación a los Oscar incluida– y otros largometrajes del género… son la cara visible de una realidad que no tiene que quedarse en un mero relato pintoresco.

De las pocas voces autorizadas que oiremos –aunque quizá haya que agudizar el oído más de la cuenta– en este primero de mayo, y solo dentro de los círculos de la información eclesial, está la de la HOAC, la Hermandad Obrera de Acción Católica. Recordar a su fundador, Guillermo Rovirosa, el “santo de los obreros”, es un sano ejercicio de memoria histórica.

La contribución del propio Rovirosa en la creación de un movimiento sindical alternativo al oficial, impuesto por el franquismo, llegó a ser parte esencial del germen de USO y Comisiones Obreras –algo que hasta la Wikipedia reconoce, a pesar de su escepticismo en cosas así–. Este experto en cuestiones eléctricas fue un referente entre los obreros, provocando, con su militancia,auténticas conversiones de anarquistas, comunistas y socialistas muy alejados de cualquier iglesia o credo.

“Cuando los cristianos nos desentendemos de los problemas de los hombres, cuando no defendemos la fraternidad universal, la dignidad de toda persona, la justicia… otras ideologías llegan a llenar el ansia de libertad y justicia de los pobres, adueñándose de las verdades cristianas y poniéndolas al servicio de ideologías materialistas”. Así empieza una de las obras de Rovirosa. Tanto si miramos a derecha o a izquierda, la fuerza de estas palabras siguen teniendo motivos para resonar en este primero de mayo.