Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Puede uno estar preparado para afrontar su muerte?


Compartir

Las lecturas

La Cuaresma es uno de esos tiempos litúrgicos en los que se perciben que las lecturas elegidas tanto para la eucaristía como en el resto de oficios son de esas que más han calado en la historia de la espiritualidad; pero en esa historia que que construyen los creyentes, aquellos que han vivido intensamente esa conversión del corazón que se pide desde el Miércoles de ceniza.

El perdón del padre al hijo pródigo, las escenas de las tentaciones en el desierto o la transfiguración se suman a algunas de los momentos más intensos de la predicación de Jesús. Destacan en este tiempo los momentos en los que Jesús prepara a los discípulos para su destino en Jerusalén. Los doce viven así su propia cuaresma preparatoria para comprender que Jesús está dispuesto a entregar su vida en la cruz, aunque ellos parecen resistirse a esa idea en todo momento. El evangelio de Marcos, que es el que domina en el ciclo litúrgico en que nos encontramos en particularmente explícito en esta torpeza entre los seguidores más cercanos a Jesús. Por ello no debe extrañarnos que ellos tengan que hacer su proceso personal para asumir la Pascua y poder releer su historia con otra luz y dejando de lado las resistencias de una fe que siempre reclama más.

Frente a esta falta de perspicacia para no entender, inicialmente, el alcance de la Pasión de Cristo nos encontramos el testimonio de martirio que experimentaron Pedro, Pablo o Santiago. Vivida a fondo la experiencia de encuentro con el Resucitado, encontraron que su muerte tenía un sentido y no estaban dispuestos a dejar que nadie les arrebatase su esperanza.

El testimonio

Hace un año el joven malagueño Pablo Ráez, gracias a su testimonio sereno de cómo afrontar la leucemia —y su lema “Siempre fuerte”—, impulsó la donación de médula en toda España y provocó que muchos adolescentes y jóvenes se acercasen a los síntomas y los inconvenientes de tan terrible enfermedad. Su forma esperanzada de asumir el dolor, la enfermedad y la muerte han vuelto a formar parte de los reportajes de algunos medios este fin de semana, en el que se cumplió el aniversario de su fallecimiento.



La Cadena COPE a través de su web, ha recopilado en un documental –“Enamorados hasta la médula”– algunos testimonios de quienes vivieron con Pablo todo su proceso vital. De joven deportista a enfermo de leucemia como consecuencia de una lesión en su rodilla. Se incluye el testimonio de su párroco —y padrino al recibir los sacramentos de la iniciación cristiana que recibió con 16 años—. El padre se muestra sereno, un año después, y sigue mostrándose orgulloso del ejemplo que ha dejado su hijo: “Pablo es un referente entre los jóvenes de su generación porque su mensaje ha calado. La gente lo ha querido sin conocerlo. Sé que los que hemos tenido la oportunidad de estar con él, somos muy afortunados”.

“Su enfermedad le fue curando de muchas cosas…” recuerda el párroco para indicar el proceso maduro que el joven vivió durante su enfermedad… sin tener que pensar por qué yo, o culpar a alguien o a algo…

Puede que la posmodernidad haya acabado con el optimismo positivista que o esconde la muerte o la reduce a un problema matemático a punto de resolverse. Aunque la verdad es que sigue siendo duro y difícil afrontar la muerte con la misma naturalidad con la que se tratan otros momentos de la vida. Puede que sea una lección que cada uno deba aprender por cuenta propia o, por el contrario, una experiencia fecunda y agradecida por el camino compartido.