José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Primer número de la edición argentina de ‘L’Osservatore Romano’


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MIÉRCOLES 28. Cae en mis manos el primer número de la edición argentina de L’Osservatore Romano. Por primera vez en 155 años de historia, el periódico de la Santa Sede cuenta con una edición local con contenidos propios. Por primera vez también, su director es un no católico. Un pastor protestante que sabe lo suyo del bergoglismo como corriente vital. Me detengo en el artículo de Tucho Fernández, el rector de la Universidad Católica de Argentina. “Parece que hubiera un interés en endilgarle a Francisco cosas que tienen poco que ver con su estilo personal”. Razón no le falta. Justo con el Papa que tiene el discurso más asequible. O se le buscan las vueltas o se aferran a un dicen que dices que digo. “Es verdad que Francisco habla sobre todo a través de sus gestos, pero también los gestos pueden ser manipulados, y allí está la palabra para aclarar su verdadero sentido”. En la era del “copia y pega”, es tiempo de citar de la fuente antes de poner el grito en el cielo. O en la sacristía. O en la reunión de arciprestazgo. O en las reuniones episcopales.

DOMINGO 1. El atentado de Estambul me sorprende como a otros tantos. En un escenario similar al de quienes han visto arrebatada su vida. A las pocas horas de estrenar almanaque. El extremismo no entiende de calendarios. O más bien al contrario. Ha asimilado perfectamente cómo convertir el terror en psicosis.

LUNES 2. Lectura de Juan Bautista. “No lo soy”, responde. Lo tenía meridianamente claro. No es sencillo apartarse cuando las miradas se ponen en uno. Ser profeta, pero no reconocerse como protagonista. Solo instrumento. Ego finito.

MARTES 3. Nuevo programa de televisión. Divinos pucheros. En Canal Cocina. El rostro, más que conocido. Amiga. María José. Hospitalaria franciscana de Jesús Nazareno. Con el mismo buen humor con el que recibe cada mañana a los chavales de Infantil y la entrega con que ella y la infatigable Josefina hacen suya cualquier preocupación de quien se las cruza. Comienza con salmorejo y rabo de toro. Su receta: la sencillez y la alegría ante los baches de la vida que certificamos los que la vemos con el delantal de la caridad siempre puesto. La Iglesia, de nuevo ante las cámaras. Sin polémicas ni sucesos de por medio. ¡Cuántos espacios de la cultura se han dejado escapar para ser presencia! Sin reivindicar primeras filas, solo contribuir. En el arte. En la música. Entre los pucheros.

jose.beltran@ppc-editorial.com

Publicado en el número 3.018 de Vida Nueva. Ver sumario