¿Podría ser O’Malley el candidato de centro-derecha para el próximo cónclave?


Compartir

Compartiendo un desayuno con viejos amigos, tuvimos una de esas conversaciones que, la gente absorbida por los asuntos de Iglesia, suelen tener. Mi amigo planteó la siguiente pregunta: Si hubiera un grupo tipo St. Gallen de cardenales de centro-derecha preparándose para el próximo cónclave, ¿quién sería su candidato?

(Se refería a un grupo de cardenales progresistas que se reunían de vez en cuando entre 1995 y 2006 para hablar de los futuros papas y que tuvieron un papel en la elección del papa Francisco. La existencia de este grupo fue confirmada en una biografía sobre el cardenal belga Daneels).

Rumiamos la pregunta y esta fue nuestra conclusión: cardenal Sean O’Malley de Boston. Lo sé, lo sé… la idea de un papa americano parece una pasada, pero atiendan:

Primero, O’Malley tiene cierta aceptación entre los opositores a los candidatos americanos por un par de razones. Para empezar, es miembro de una gran orden religiosa, los franciscanos capuchinos, sorprende a la gente de Iglesia por ser más un hombre del mundo que de un país y también tiene fuertes apoyos en muchos sitios fuera del espacio aéreo americano.

Hay que añadir que la experiencia y dominio de los idiomas no le vincula con la típica imagen del americano para la mayoría de la gente. Pasó la mayor parte de su carrera sacerdotal en el ministerio hispano, y habla español con fluidez, portugués e italiano.

Entre los periodistas italianos en el Vaticano, O’Malley es conocido como el ‘cardinale meno americano tra gli americani’, es decir, el cardenal menos americano entre los americanos.

Otra consideración sería la probablemente determinante característica del cardenal: alguien que tiene la misma habilidad que Francisco para que el mundo exterior piense bien de la Iglesia, pero con un grado ligeramente mayor de prudencia doctrinal.

Doctrinalmente, es bastante riguroso, provida y mantiene posturas tradicionales sobre el matrimonio, el control de la natalidad y casi sobre cualquier otro tema caliente. No tendríamos éxito si quisiéramos encontrar alguna declaración remotamente heterodoxa. (Suponiendo que asistir al funeral en el 2009 del senador Edward Kennedy sea una interrogación doctrinal).

Por naturaleza, no es dado a comentarios espontáneos, prefiriendo medir sus palabras cuidadosamente. Esto aseguraría sin duda a los cardenales preocupados por las improvisaciones de Francisco que, para algunos de ellos, crea un nivel de ansiedad por qué será la siguiente bomba a explotar.

Y, sin embargo, al mismo tiempo O’Malley estaría en posición de acumular una buena participación de votos “continuistas” en una futura votación papal, dada su cercanía y patente afecto por Francisco.

Como Francisco, O’Malley proyecta simplicidad y humildad, luciendo el típico hábito capuchino más que los capisayos de príncipe de la Iglesia. Insiste en que le llamen “cardenal Sean”, y tiene una especial predilección por la gente normal. Es más, como miembro del C9 de Francisco, está considerado como un íntimo del papa.

Sobre todo, y por supuesto, está su reputación como líder reformador de la Iglesia en los escándalos de abusos, incluyendo su liderazgo en la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, creada por Francisco para que le asesore en la dimensión política de los esfuerzos de la Iglesia para mantener a los niños a salvo.

Sin ni siquiera intentarlo, ha conseguido posicionarse tanto como crítico a Francisco cuando es necesario –subrayado por su declaración cuando Francisco acusó a las víctimas chilenas de abusos, sugiriendo que el obispo local era víctima de una calumnia y exigiendo pruebas–, mientras que, a la vez, deja muy claro que cree que el Papa está haciendo lo que cree que es correcto.

Tratar de predecir el próximo Papa es un proyecto extremadamente peligroso –como dice el dicho: “El que entra en el cónclave como papa, sale como cardenal”. (Como muchos refranes, esto es verdad casi siempre –en las últimas cinco elecciones, ganó dos un claro favorito: Pablo VI y Benedicto XVI; un candidato de lista B ganó dos veces: Juan Pablo I y Francisco; y en contra de las apuestas ganó una vez: Juan Pablo II).

Aun así, no estamos intentando predecir el papa, simplemente, la figura que los cardenales pueden considerar elegible. Mi sugerencia es esta: si ocurre así, recuerde que lo escuchó aquí por primera vez; si no, ¡olvídese de lo que dije!