Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Qué pasa con los piojos, también van al cielo?


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El libro

Un maestro de Primaria de Roma ha presentado en estos días un libro con un curioso título: También los piojos van al Paraíso (Edizioni Terra Santa, 2017). En la portada un piojo sonríe alegre. El subtítulo centra un poco más el contenido de la obra: “Las preguntas más bellas y difíciles de los niños sobre la vida, los animales, las personas y Dios”. El autor es Andrea Gironda, que es profesor de religión, padre de dos hijos y un apasionado de la música y del fútbol –aunque solo como espectador y no como jugador–. El libro tiene también un prólogo de la novelista italiana Susanna Tamaro.

Las preguntas que le han hecho sus alumnos son de todo tipo. A alguno de los niños le preocupa la posibilidad que Dios tenga algún tipo de alergia alimentaria, mientras otros se preguntas porque ellos no son testigos de ningún milagro como los de los evangelios… Para el maestro, “las preguntas son un motor fundamental de nuestra vida”, por ello las preguntas de los niños indican que “tienen necesidad de respuestas concretas, que ofrezcan una solución sin jugar mucho con las palabras”.

Uno de los temas preferidos de los niños son las preguntas sobre los animales y sobre la Creación. Y es que son realidades muy presentes en la vida de los más pequeños, ya sea a través de las mascotas o a través de los personas de tantas fábulas infantiles o series de dibujos animados…

Aunque este libro no lo pretende, podemos contemplar que en lo profundo de los niños está un tipo de sentido ecológico casi natural. Nos ayudan a descubrir el movimiento verde despojado de toda visión ideológicas y de bloques políticos, yendo a la raíz, más allá de las acciones espectacular de algunas asociaciones de moda.

La encíclica

Una “encíclica”, con todo lo que implica este rango dentro de la producción del magisterio pontificio, ha torpedeado mucho a quienes veían la cuestión ecológica desde la candidez o los discurso simplistas reducidos a determinados días mundiales de… Laudato Si’, en su aún escaso recorrido de tiempo, ha abierto un movimiento de reflexión y acción dentro de la Iglesia que enseguida ha contagiado a quienes se encuentran más allá de los templos.

El texto de Bergoglio presenta la situación ecológica actual dentro de una mayor crisis de civilización en la que el actual modelo de desarrollo se ha vuelto del todo insostenible. Frente a este contexto, presenta una ecología integral, ambiental, económica y social a través de un diálogo trasparente. Por eso, las propuestas evangélicas y sociales, del texto papal se traducen en elementos educativos y de auténtica “espiritualidad ecológica”.

Así, Francisco invita a apostar por otro estilo de vida, a desarrollar una conversión interior para reafirmar nuestra tarea de ser protectores de la obra de Dios, y poner en marcha un modo alternativo de entender la calidad de vida.

Los incendios

Los últimos incendios en Portugal, Galicia o Asturias y otras regiones, nos muestran un escenario en el que se encuentran las decisiones políticas, las motivaciones de quienes provocan algunos fuegos, las imprudencias y la conciencia social más o menos ecológica.

Ante la conmoción social los obispos gallegos enseguida hablaron de los incendios como “gesto de grave inmoralidad”. En un comunicado señalaban: “Nos parece imprescindible igualmente condenar con toda claridad las acciones de quien causa voluntariamente este tipo de incendios, que ponen en riesgo la vida de las personas y también dañan grave e irresponsablemente el medio ambiente tan necesario para la vida”.

Los fuegos han dejado víctimas y han arrasado la tierra. Y es que la cuestión ecológica, vista de forma integral, se cuela por los rincones de la vida. Volviendo nuevamente a la encíclica, Francisco nos propone descubrir el estrecho vínculo que encontramos hasta en las celebraciones litúrgicas: “Los sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural: el agua, el aceite, el fuego y los colores son asumidos con toda su fuerza simbólica y se incorporan en la alabanza” (núm. 49).

Puede que aún nos falte algo para tener esa mirada infantil que se preocupa de la salvación de los piojos.