Más allá de estereotipos


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Continúan los debates interminables. De uno y otro lado se suman las voces a favor y en contra del aborto, los candidatos, la política migrante, las equidades de género, y muchos más. Es una lucha interminable y desgastante. En el mejor de los casos, los resultados son modestos. En la mayoría, estos diálogos solo refuerzan la rivalidad. Noto en cada debate un patrón común de ánimo exaltado, un enemigo identificado y actos de repudio verbal, emocional y físico. Hay víctimas por doquier, cada parte está convencida al 100% de su verdad y la defiende con ferocidad.  ¿De dónde sale tanta división?

Estereotipo, prejuicio, discriminación

En su análisis de psicología social Jhangiany y Tarry describen como estereotipos, prejuicios y discriminaciones se relacionan en una dinámica que vincula emoción, cognición y acción (affect, behavior, cognition). Te comparto mi propio entender:

1) Emoción. Está en nuestra naturaleza reaccionar inmediata e inconscientemente frente a cambios en el entorno. Decodificamos encuentros en milisegundos, ya sea para acercarnos, luchar o huir. Y a la menor percepción de hostilidad, la emoción nos impulsará al rechazo. Con el tiempo, nuestras redes neuronales almacenan estereotipos cargados de emoción.

2) Cognición. Nuestra mente razona con las piezas de información con que cuenta y las conclusiones se forman a partir de las premisas que tiene a la mano. Es cierto que somos gente razonable, pero también nos cuesta trabajo reconocer cuando cometemos un error, y cuando nuestras ideas tienen un anclaje emocional previo, muy difícilmente cambiaremos de parecer. Nuestros prejuicios se convierten en premisas racionales de futuros intercambios.

3) Acción. Emociones ancladas y razonamientos previos generan convicciones que nos impulsan a la acción. Afirman nuestra identidad y al encontrarnos con quienes piensan como nosotros, nos organizamos en grupos de acción o justicia social. No únicamente reforzamos nuestra perspectiva de grupo, sino que clasificamos a grupos enteros de gente como hostiles y esto nos lleva a actuar colectivamente hacia la lucha o el rechazo. Así, se cierra el ciclo. La discriminación se vuelve algo perfectamente factible en cada uno de nosotros, que somos gente de buen corazón, razonable y amigable. Sin embargo, nuestro interactuar colectivo es defensivo, distorsionado y hostil. Y los otros, al percibir nuestro rechazo, refuerzan sus propios estereotipos, prejuicios y acciones de discriminación.

La hostilidad entre grupos se traduce en un intercambio creciente de violencia. No solo quemamos banderas ajenas, nos burlamos de quien es distinto e intercambiamos insultos en línea. En estadios intermedios transitamos a la violencia de género, al racismo y la explotación. A la larga habilitamos las deportaciones masivas, la guerra y el genocidio. ¿Tiene esto solución? ¿Cómo salimos de este enredo?

Un momento de autoafirmación

En cada debate me tocan provocaciones, burlas e insultos. Mi vida, historia y contexto no solo provocan que sea estereotipado, prejuiciado y discriminado una y otra vez. La verdad, no está padre ser desnudado en grupo y vacunado como ganado en un proceso migratorio, verse hecho a un lado en un grupo de colaboración, o convertirse en blanco de las mofas, especialmente cuando uno trata de interactuar para el bien común.

Pero ese no es el punto, no soy víctima de nadie. Desde hace tiempo decidí que estoy en la acción social porque quiero. Sé que me auto invité a una fiesta ajena y ya nadie me va sacar. Solo que ahora, también me doy cuenta que mi vida, historia y contexto también dan pie a que etiquete a otros, los juzgue antes de conocerlos y tenga una predisposición combativa frente a los demás. Si me descuido, también soy sujeto de emoción desbocada, conclusión errónea y actuar colectivo con hostilidad.

Figura: Emoción-Acción-Cognición. Elaboración Ricardo Medina con base en Jhangiani, R. & Tarry

Reconocimiento, Verdad, Comunidad

Voy a alimentar mi respuesta emocional con un nuevo estereotipo, esta vez unitivo y universal. Ya basta de estas disyuntivas blanco-negro, hispano-anglo, migrante-ciudadano, hombre-mujer, gobernante-ciudadano, viejo-chavo, buga-gay, estatista-neoliberal. Ahora, simplemente me aproximo a ti en una interacción humano-humano. Tú, eres como yo soy. Y conociéndote de nuevo, me reconozco en ti, con frustraciones y anhelos, alegría y dolor, esencia y cotidianidad.

Te escucho con atención. Tu conciencia sobre lo correcto y lo bueno, en intercambio con mi propio razonar. Oigo tu argumento completo, sin interrumpir, te dejo terminar. Me abstengo de juzgarte moralmente, pues la superioridad moral entre personas es ficticia y fatal. Si tenemos éxito, tu certeza y la mía, harán sinergia y alcanzarán la Verdad. Tu humildad y la mía, nos permitirán avanzar a la hermandad.

No soy tu enemigo, ni tu rival. Y tampoco puedo sin ti. ¿Puedes verme en pasión compartida trabajando en una pista paralela, buscando también el bien común? Es mi determinación seguirte amando, como yo he sido yo amado, hasta que correspondas por propia voluntad. Seguir amando. Hasta crear comunidad.

 

Referencia. Jhangiani, R. & Tarry, H. Stereotypes, Prejudice, and Discrimination.