Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Makoto Fujimura, artista transfronterizo


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En su libro de 2017, ‘Culture Care’, Makoto Fujimura nos invita a repensar la cultura y el arte desde una perspectiva generativa: “Cuando somos generativos, traemos a la vida algo nuevo y vivificante” (Fujimura, 2017: p.22). Su padre, un destacado científico japonés, hizo la tesis con Chomsky, padre del generativismo. La cultura generativa de Fujimura se concreta en cuatro elementos.

Obra de Makoto Fujimura

Primero, son necesarios momentos generativos. Los momentos generativos son instantes de revelación, inspiradores, creativos, imaginativos, que nos conectan con algo nuevo o con algo profundo que no hacemos de nuevo presente. Los momentos generativos están cargados de novedad: “La clave para reconocer momentos de génesis es asumir que cada momento es nuevo” (Fujimura, 2017: p.18).

Segundo, pensamiento generativo. Consiste en que el arte tenga tal belleza que desencadene procesos. El pensamiento generativo encuentra las raíces de belleza capaces de regenerar el vacío, la superficialidad y el conflicto.

Tercero, generosidad y gratuidad. “El pensamiento generativo está alimentado por la generosidad porque con frecuencia debe funcionar contra la mentalidad de que la supervivencia y la utilidad están en primer plano” (Fujimura, 2017: p.18). “En una cultura dominada por la mentalidad de la utilidad, la generosidad tiene una imprevisibilidad que puede constituir el contexto para la renovación de nuestros corazones… Porque es un don. La vida y la belleza son gratuitos en el mejor sentido de dicha palabra” (Fujimura, 2017: p.18).

A través de la gratuidad y la gratitud del arte, se inician cambios capaces de superar las predicciones pesimistas y las visiones deterministas: “Las consecuencias de la generosidad comienzan con la gratitud y llevan a lugares que no podemos predecir” (Fujimura, 2017: p.19).

Cuarto, pensamiento generacional. El pensamiento generativo es intergeneracional porque los momentos de génesis activan procesos históricos que atraviesan el tiempo. Por eso “el pensamiento generativo requiere pensamiento generacional, en conversación con el pasado” (Fujimura, 2017: p.19).

“El propósito de la educación artística es crear seres humanos completos”

Frente a la cultura comercializada, fragmentada, superficializada y usada para las guerras de poder, las artes nos llevan a la gratuidad, el don, la generosidad y el encuentro. Las artes son imprescindibles para una formación integral de la persona. “Las artes no son un lujo sino un camino para educar a todo el individuo hacia la madurez… El propósito verdadero de la educación artística es crear seres humanos completos” (Fujimura, 2017: p.81).

El cuidado de la cultura no es una política del Estado ni algo de las instituciones museísticas: “El cuidado de la cultura es un asunto de cada uno de nosotros” (Fujimura, 2017: p.27) porque “el cuidado y cultivo de la cultura comienza por el cuidado y cultivo del alma” (Fujimura, 2017: p.43). “La belleza nos conecta con el porqué de la vida” (Fujimura, 2017: p.52).

La creación de belleza está en el centro de la justicia y también del cristianismo. “Los artistas pueden revelar en último término nuevas facetas del florecimiento de lo humano incluso en el medio de la tragedia o el horror, señalando hacia la esperanza y el sentido” (Fujimura, 2017: p.23)

Fujimura remite al libro de Isaías, cuando anuncia que el Mesías vendrá “para otorgarles a los pobres una corona de belleza, en vez de una de cenizas”. Los pobres son sometidos, aplastados contra el suelo y su cabeza mezclada con las cenizas de la destrucción. Dios les levantará del suelo y les elevará coronándoles con la belleza (Isaías 61, 2-3). Fujimura nos recuerda que Jesús reivindicó ser la fuente de la belleza que nos da “una corona de belleza en vez de cenizas. (Fujimura, 2017: p.26).

“Los artistas cristianos deben ser valorados por su contribución a las artes”

Fujimura ha pensado con profundidad sobre el arte y la misión cristiana. Parte de que Dios es el gran Artista y nosotros somos los artistas de Dios. Pero eso no significa que nuestro arte tenga que tener un motivo estrictamente religioso en un sentido temático restringido. Makoto sostiene que los artistas cristianos deben ser valorados por su contribución integral a las artes, no por si realizan obras litúrgicas o de temática estrictamente religiosa. No se reivindica como un artista cristiano sino como cristiano y artista (Fujimura, 2017: p.84). Como tal, Makoto quiere que Jesús ocupe la totalidad de la vida e inspire toda la realidad, todos los temas, todos los motivos.

Sin embargo, piensa que el cristianismo se ha replegado sobre sí mismo y se ha encerrado. “Muchas iglesias han creado fronteras tribales rígidas, con altas barreras y puertas cerradas… seguras frente al extenso mundo” (Fujimura, 2017: p.87). Por el contrario, su llamada a los líderes y padres es que como pastores no encierren a las ovejas en rediles sino que abran las puertas y les guíen a los grandes y altos pastos (Fujimura, 2017: p.87).

Los artistas pueden ayudar crucialmente a esa apertura, creando puentes, obras de encuentro y que nos pregunten y pongan a dialogar a todos alrededor. Eso lleva a que los artistas en este mundo tan dividido y metido en guerras culturales, tengan que habitar en las fronteras.

“Los artistas que habitan las fronteras son mensajeros de esperanza”

Makoto reivindica su papel de creador transfronterizo, en movimiento dentro y fuera de las instituciones artísticas, Iglesias y otras organizaciones. Los artistas, como caminantes fronterizos, son “individuos que viven en los límites de sus grupos, yendo dentro y fuera de los mismos… para difuminar las guerras culturales” (Fujimura, 2017: p.58). “Escribo desde los márgenes esperando hablar dentro del corazón de todos aquellos que desean buscar la verdad y llenar de nuevo el mundo de belleza” (Fujimura, 2017: p.13).

Los artistas que habitan las fronteras “son mensajeros de esperanza y reconciliación en una cultura dividida” (Fujimura, 2017: p.58). “No es un papel confortable… pero el caminante de fronteras puede cumplir un rol de liderazgo cultural realizado de un nuevo modo, un servicio que cumpla una función que incluya empatía, memoria, custodia, guía, mediación y reconciliación” (Fujimura, 2017: p.59).

Referencias