José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Madre Nazaria, una provocadora


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MIÉRCOLES 3. Primera jornada del Congreso Iglesia en la sociedad democrática. Pongo un pie en el auditorio. Reformado de arriba abajo. Una gigantesca pantalla led. Escenografía 2.0. Es solo el traje. Pero habla de un nuevo lenguaje. El mismo salón de actos, los mismos pilares. Pero algo ha cambiado. O mucho. Habrá que ver.

JUEVES 4. Segunda jornada del congreso. Butacas vacías. Las que podían ocupar seminaristas y sacerdotes jóvenes. A ellos apelan directamente algunos ponentes. Esa generación que no vivió la Transición, que apenas saben de Tarancón y que de Montini solo saben recitar la ‘Humanae vitae’. No están. Ni se les espera. Me dirán que están en clase. Pero en un colegio cualquiera no hay complejo alguno de liberar a los alumnos cuando bien lo merece el Prado o la fiesta del fundador. O fundadora. Y Tarancón y Pablo VI fundaron este tiempo de la Iglesia española. Aunque para los nuevos suene a viejo. O ni suene.

SÁBADO 6. La Santa Sede publica los nuevos miembros y consultores del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida. Algo de brisa. Casi imperceptible.

DOMINGO 7. Leo la carta de Oullet a Viganò. Emoticono ojiplático. Algunos vieron en el canadiense una alternativa a Bergoglio. Esta rúbrica le sitúa como el purpurado que ha defendido con más contundencia y, sobre todo, con pruebas sobre la mano, la gestión de Francisco frente a los ataques del nuncio jubilado. Ojiplático Viganò.

LUNES 8. Rueda de prensa previa a la canonización de la madre Nazaria. Toma la palabra la hermana Victoria, la ‘miracolata’, que dirían los italianos. Por dos motivos. Por un lado, la santa madrileña intercedió para borrar de un plumazo los efectos de una hemorragia cerebral. Por otro, una lucidez y un humor inexplicable a las puertas de cumplir 91 años. O sí, el resultado de una vida entregada a la misión. Así se puede ser noventañera.

MARTES 9. Releo a Nazaria. Una provocadora. Con su toca encabezó una manifa de obreros y armó el primer sindicato de mujeres obreras de Bolivia. Y nada de lenguaje de beatería que necesitara traducción: “Nuestra vida de mujer y religiosa, ni a ti ni a mí nos permiten bajar más la vista”.  Yo no le tosería…