Los sínodos y las propuestas valientes sobre las mujeres


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Los medios que cubren lo que ocurre en el mundo de la Iglesia y que acostumbro repasar ojalá diariamente –en particular, vidanuevadigital.com– nos han mantenido al tanto durante el último mes, día a día, acerca de la reunión actual en Roma del Sínodo de los Obispos en su XVI Asamblea General Ordinaria, con el tema “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”.

Gracias a este cubrimiento de prensa, quienes nos interesamos por estos temas también pudimos seguir su preparación a lo largo del último año y estamos a la espera de sus resultados, cuando el próximo 27 de octubre la asamblea se clausure con la votación del documento final que, a manera de recomendaciones, los padres sinodales entregarán al papa Francisco para que las convierta, según la costumbre, en una exhortación apostólica postsinodal sobre los jóvenes. Pero eso no será antes del próximo año.

Y, mientras tanto, la Iglesia está en proceso de preparación de un nuevo Sínodo de los Obispos, la Asamblea Especial para la región panamazónica que se reunirá en Roma en octubre del próximo año y cuyo tema es “Amazonía, nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.

Las noticias sobre el Sínodo 2018

Respecto al Sínodo que está próximo a su clausura nos han llegado las noticias que eran de suponer, unas que se dieron a conocer en las conferencias de prensa y otras que se colaron. Obviamente se supo que salió el tema de los abusos sexuales en la Iglesia: ¡al fin y al cabo los jóvenes son las víctimas! Se dijo que los homosexuales no pueden quedar por fuera de la pastoral. No podía faltar la referencia al mundo digital, al ecumenismo, al diálogo intergeneracional, a la migración.

Uno de los voceros anunció que al final dirigirían una carta a los jóvenes de todo el mundo e informó quiénes serían los y las encargados de su redacción, entre ellos dos jóvenes mujeres. También se supo que se debatió el rol de la mujer en la Iglesia, que se puso el acento en la importancia de luchar contra la cultura machista y que uno de los padres sinodales propuso dedicar un próximo Sínodo de los Obispos sobre el papel de la mujer en la Iglesia o, en términos eclesiásticos, la cuestión femenina.

La participación de las mujeres en el Sínodo

Al margen del Sínodo también corrió otra noticia. La Unión Internacional de Superioras Generales UISG, que representa a 600.000 religiosas, y la Unión de Superiores Generales, que representa a 185.000 religiosos, se propondrían solicitar al Papa una mayor participación de las religiosas en los sínodos y con derecho a voto. Pues resulta que aunque algunas mujeres son invitadas a participar en estas reuniones solamente pueden votar los padres sinodales.

Yo creía que, tratándose de una asamblea de obispos, ellos serían propiamente los padres sinodales y los únicos que votaban mientras el resto de la Iglesia podía intervenir durante las consultas o como invitados e invitadas especiales pero sin derecho a voto.

Por eso me fui al Derecho Canónico, y encontré que los padres sinodales que conforman la asamblea y tienen derecho a votar son obispos representantes de las distintas regiones del mundo, algunos invitados por el Papa y “miembros de institutos religiosos clericales” (c. 342). Y subrayo clericales: las mujeres no tienen este derecho mientras los religiosos sí lo tienen, aunque no sean obispos. ¡Qué le vamos a hacer si así está establecido! Confiemos en que algún día se den los cambios necesarios.

Y expectativas acerca del Sínodo 2019

El próximo Sínodo es una puerta abierta para soñar la Iglesia que responda a los cambios sociales de los últimos tiempos y a las preocupaciones del momento actual, particularmente a la llamada de la madre tierra y a la reforma de la organización eclesial.

Y en este sentido quiero destacar la invitación a hacer “propuestas valientes” del Documento Preparatorio del Sínodo Panamazónico 2019, que habla de “dar a las mujeres algún ministerio oficial” al referirse a los “ministerios con rostro amazónico que el Sínodo deberá contemplar”, aunque sonaría mejor y sería teológicamente más acertado el verbo “reconocer” que el verbo “dar”, pero es un paso interesante dado desde Roma que hay que valorar.

Pero este tema seguirá dando de qué hablar y, ciertamente, de qué escribir en este blog.