Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Las Anunciaciones de Žilda (2010)


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Los peatones de distintas ciudades europeas se pueden encontrar inesperadamente un ángel en un callejón sin salida, la Visitación de María a Isabel en una pared desvencijada, a Adán y Eva expulsados del Paraíso en un muro suburbial o a Magdalena en una iglesia semiderruida. Cada una de ellas es una anunciación que sale al encuentro del habitante de la ciudad y lo convierte en testigo de una historia abandonada.

Sus obras callejeras preguntan por las pérdidas y olvidos. Son sofisticadas reproducciones de obras clásicas, pintadas artesanalmente con acrílicos, óleo y acuarela sobre papel en su estudio que luego empasta y adhiere a superficies de la ciudad o al interior de un lugar abandonado.

Žilda es un artista de fama mundial por la originalidad y potencia de sus obras que pega por los lugares marginales de las ciudades en pleno siglo XXI. El lugar donde pega sus obras es parte sustancial de su creación. Son parajes decadentes por el abandono, la ruina, la desidia o el olvido; lugares excluidos, perdidos, descuidados, desprotegidos.

Žilda es un joven con una vida que sabe mucho de suburbio. Siente que su historia personal es en parte como la de esas historias de la Biblia a las que la mayoría no hace ya caso. En algún punto de la vida, su itinerario marginal se encontró con la trayectoria de arrinconamiento que sufre la Fe. En Žilda se cruzan cuatro marginalidades: la del joven suburbial, la de la actividad artística callejera, la de los lugares decadentes donde las expone y, finalmente, la de las grandes historias de la Humanidad hoy insensatamente infravaloradas.En 2010 comenzó a trabajar con historias religiosas.

El joven Žilda abandonó la escuela y tuvo que encontrarse con la belleza del arte mientras trabajaba de reponedor de libros en una biblioteca. Entre cientos de estanterías fue hallando libros cuyas imágenes le atrajeron y en las que encontró un sentido que hasta ese momento permanecía oculto.¿Cómo era posible que ese arte e historia de la Biblia permanezca desconocido o sin significado para la mayoría de la gente?

La anunciación de Zilda (2010)

La anunciación de Zilda (2010)

El joven bretón reconoce en esas historias fundantes emociones capaces de dar sentido a la existencia. Precisamente una de sus series toma como título “Soy un una fuerza del pasado”: cada obra lo dice de sí misma y se muestra como una iluminaria capaz de dar sentido a la gente de a pie. Žilda busca hacer “un enlace directo” entre las verdades históricas y nuestros contemporáneos.Quiere, en sus propias palabras, “tejer las viejas historias en las paredes de las ciudades” (entrevistado en Fevola, 2012).

El contenido del arte de Žilda no es una pintura ni un papel ni un lienzo, sino un acontecimiento. Trae a lugares marginales presencias que han sido dejadas de lado y que ahora se presentan con esplendor en las calles. Sus colores, la sutileza de sus formas, la profundidad de sus dramas sorprenden al hombre postmoderno. Las experiencias que plantea Žilda son hechos imprevisibles.

El que se encuentra una obra de Žilda no lo ha calculado, no lo ha buscado sino que esa imagen le sale al encuentro. Como en una anunciación, es sorprendido por un ángel, una virgen, Eva o Adán. El participante no puede adoptar el papel de visitante de museo o galería, ni el del lector que mira el catálogo de una exposición. El caminante, vecino o ciudadano se convierte en testigo. No está preparado para ello: se encuentra ante un hecho original, singular, único. Y que va a desaparecer.

Este artista bretón busca resucitar las historias amortajadas por la cultura amnésica y comercial que superficializa el sentido de las cosas. Transforma a los testigos, transforma las obras y transforma los lugares. Al sacar a la calle las obras e historias, humaniza y recupera cada lugar. Ese encuentro de perdedores –las frágiles historias y los parajes arruinados- recrea un nuevo significado en el que implica al testigo. Los lugares despreciados y abandonados se convierten en epifanías.

Žilda no usa profanamente las imágenes religiosas. No huye de lo religioso. Explícitamente busca crear el momento para la mística en medio de la ciudad, especialmente entablar un diálogo místico en los lugares dañados de la ciudad. Estas son sus palabras: “No me gusta la idea de desacralizar, desmistificar. Preriero hacer lo inverso: el ángel es también un modo de dar” (entrevistado en Fevola, 2012). “La aparición de ángeles trata también sobre hacer de la calle un lugar donde podamos hablar sobre mística, sobre cosas con las que estamos obsesionados, especialmente cuando son completamente irracionales” (entrevistado en Appel, 2012).

Las historias bíblicas son tesoros enterrados reencontrados por este joven callejero. Žilda lleva historias previsibles, encerradas y amordazadas a los lugares cotidianos donde se vuelven inesperadas, libres y reveladoras; donde son anunciaciones.

El propio autor es transformado. En uno de los documentales que han grabado sobre su obra, Žilda aparece sentado en una iglesia, meditando ante el presbiterio y uno no puede dejar de tener la sensación de que también esa iglesia es otra calle olvidada o en ruinas, aunque nunca una calle cortada o sin salida.

Referencias