Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

La cicatriz de la Cruz, de Paul Roorda


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El canadiense Paul Roorda plantea en su grupo de iconos una reflexión sobre la palabra y el misterio, la actualidad y el olvido de la Biblia. En ‘Icono II’ e ‘Icono IV’, desprende la pieza central de su lluvia de láminas doradas -hojas de Biblia cubiertas de hojas de oro- para introducir el misterio de la ausencia, implicar al lector y el infinito.

 

En la décima variación de ese grupo, la obra ‘Icono X’, -que como las anteriores forma parte de la serie ‘The End of the Book’, realizada en 2012- la estructura es la misma, pero presenta una respuesta que da significado a todo lo anterior. En ‘Icono I’, la pieza central resplandece y en ‘Icono II’ desaparece. Se sugiere la Noche Oscura, la Noche Pascual, la ausencia de Cristo tras su Pasión. En ‘Icono X’, la pieza central sigue siendo negra, pero tiene las marcas de la cruz.

Las hojas doradas de la Biblia rodean una lámina negra en la que aparecen hendidas las líneas de la cruz. Del centro de la cruz descienden dos pequeñas diagonales que podrían representar la lanzada y el agua que brota del costado del Crucificado. La cruz se eleva sobre dos líneas horizontales de suelo y bajo la última hay tres pequeñas líneas que podrían ser la raíz del Árbol de la Cruz, o los tres clavos que tradicionalmente forman parte de la imaginería de la Pasión -o ambas cosas a la vez, lo cual deja una interesante resonancia del clavo como raíz.

El Sol de Dios como promesa en la oscuridad

Roorda revela que toda la Teología de la Ausencia se materializa en la Cruz de Cristo. El dorado de la Palabra bíblica rodea al Cristo en Cruz, es ventana, puerta y marco de gloria que comenta y abre al Cristo. Pero la lámina de la Cruz se resiste a dorarse, permanece en toda su oscura nocturnidad, en su cruda negrura como misterio.

El marco está hecho con cuero y cuerda, dos materiales presentes también la pasión. Cuero de la flagelación y las defensas de los soldados, cuerda de las manos atadas y los tensores que elevaron la cruz. La oscuridad del marco se identifica con la pieza central de la cruz. En medio, como el lago que rodea una isla, las páginas doradas de la Biblia forman una lámina de agua que refleja el Sol del Dios en la hora más oscura como una promesa, como una presencia que nunca cesa de dar luz.

También la pieza central es cuero, en el que se ha grabado funcional y sobriamente la geometría de la Cruz, como una herida ya curada que forma parte de la piel. La Cruz es una cicatriz que no duele, pero forma ya siempre parte de tu piel.

Referencias