Raquel Lara, secretaria de la JOC
Secretaria de la JOC

Jóvenes y vivienda


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Artículo 47 de la Constitución Española: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos”

Para las y los jóvenes el acceso a una vivienda digna se está convirtiendo en algo inalcanzable que supone una gran inversión de dinero a largo plazo (que no siempre se tiene), afectando gravemente a cuestiones tan vitales como los procesos de maduración personal, los proyectos de vida, las relaciones personales, las condiciones laborales… En este sistema económico capitalista, la vivienda se ha convertido en un negocio, las políticas no corrigen la violación de este derecho constitucional y el propio sistema es generador de una cultura que no ayuda a solucionar el problema.

Mirando la realidad… ¿qué nos encontramos?

Parece que la relación jóvenes y vivienda es un binomio difícil de unificar. Hasta hace muy poco, 2016, sólo 2 de cada 10 menores de 30 años se emancipaban de sus padres con posibilidades de comenzar una vida autónoma. Los datos actuales, según el Consejo de la Juventud de España (CJE) son alarmantes, sólo el 41% de los jóvenes de entre 25 y 29 años han salido de casa de sus padres. Esta realidad rompe con los deseos y necesidades de la juventud, dos de cada tres jóvenes de 24 años deseamos estar emancipados, pero no es posible, esta cifra se eleva al 85% en edades entre 25 y 30 años.

Tanto el precio de la vivienda como los alquileres siguen encareciéndose hasta valores difícilmente asumibles por la mayoría de los jóvenes, que solemos trabajar precariamente con sueldos muy bajos. Nos movemos en un círculo “vivienda-trabajo” de doble precariedad, pues las condiciones laborales precarias retrasan y dificultan el acceso a la vivienda, y las hipotecas/alquileres que tenemos que asumir nos obligan a aceptar cualquier tipo de condiciones en el trabajo. La vivienda no puede ser un privilegio, es una prioridad absoluta para la persona joven, una cuestión de primera necesidad, es la posibilidad de construir un proyecto de vida, es el camino hacia la vida adulta y es garantía para acceder a unas condiciones de vida dignas que le permitan la realización personal.

Propiedad vs Alquiler

Vivimos en un sistema individualista y consumista que potencia por encima de todo el “poseer” y es así como en nuestro ADN está integrado el concepto de “propiedad”. Pero la realidad es tan aplastante que poco queda de este planteamiento en nuestras posibilidades, siendo el régimen de tenencia en propiedad con las hipotecas del 19% entre los 16 y 29 años. Por lo tanto, sin estabilidad laboral no existe proyecto y con ello la imposibilidad de asegurar el pago mensual de la cuota de la hipoteca.

Curiosamente, esta es una realidad muy incomprendida por las generaciones anteriores. ¿Cuántas veces nuestras madres y padres nos han dicho: “Estás desperdiciando el dinero, así no te aseguras un futuro”?. Ante una educación tradicional recibida y unas condiciones de vida diferentes en su etapa de juventud a las actuales, conciben el alquiler como un “tirar dinero” y “no buscar una seguridad de vida”. Y es así como nos hemos convertido en jóvenes sin un futuro asegurado, vivimos el presente y lo que cuenta es ir pasando y sobreviviendo mes a mes. Se repite.

Generar procesos de transformación alternativos

Las soluciones al problema han de ser colectivas, muchas ya están puestas en marcha:

  • Vivienda social, cooperativas de vivienda, en régimen de alquiler (el beneficio revierte en la mejora y crecimiento del Parque de Viviendas) o en régimen de propiedad colectiva (la persona disfruta de la vivienda pero no especula con ella).

  • Parques públicos de vivienda en alquiler, vivienda social y vivienda protegida.

  • Implicarnos en el tejido asociativo para construir barrios vivos: asociaciones de vecinos, colectivos juveniles…

  • Aumentar, garantizar y dar a conocer las ayudas a las que podemos recurrir los jóvenes.

  • Abrir y profundizar en el debate público sobre la ocupación de viviendas vacías como una alternativa frente a la especulación inmobiliaria.

  • Favorecer una legislación del suelo más respetuosa con el medio ambiente y rebajar el precio del suelo urbanizable.

Personal e individualmente también tenemos que revisarnos algunas actitudes:

  • Tenemos que perderle el miedo a independizarnos sin tener todo claro y seguro. La estabilidad completa no existe.

  • Frente a la propiedad o el alquiler como criterio de decisión más extendido, poner por encima el uso solidario de la vivienda y de nuestros bienes.

  • Leer, estar informados y generar posicionamientos ante esta realidad, más allá de la opinión que “crean” los grandes medios de comunicación.

Dios está de parte de todas las personas afectadas por el problema de la vivienda. Somos hijos e hijas suyos y, por tanto, tenemos una dignidad como seres hechos a su imagen y semejanza. Nos llama a ser felices y esto pasa por tener un lugar donde desarrollar nuestra vida, llevar a cabo nuestros proyectos, una casa digna y construir un hogar. Así queda recogido en la constitución que también reconoce este derecho fundamental de toda persona, como parte de nuestra dignidad humana.

La vivienda y el uso que de ella hagamos deben garantizar humanizarnos y ayudarnos a desarrollarnos individualmente y con otros, a compartir… La vivienda no debe ser un bien para “consumir”, está llamada a servir al bien común, abierta y accesible a todas y todos.