José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Informar sobre abusos sexuales duele


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MIÉRCOLES 31. Presentación de ‘Le perdono, padre’ (Mensajero). Víctima de abusos. La capacidad de perdón. La misericordia ante el agresor verbalizada en primera persona. Verbalizar. Hay quien sigue considerando que no se debería comunicar nada sobre el asunto. Por aquello del efecto contagio. O porque, simplemente, supone airear innecesariamente las vergüenzas de uno. Porque informando se hace daño. Visto desde ahí, solo se contempla desde la intencionalidad. Cuando hay algo previo. Informar sobre abusos sexuales, como sobre la violencia machista o sobre cualquier otra atrocidad, duele. No solo para los sujetos afectados. También para el mensajero. Aunque haya quien siga sin verlo. [A FONDO: ¿Tolerancia cero con los abusos en España?]

JUEVES 1. Me siento en la butaca del CaixaForum. Acoge el acto para dar a conocer la Memoria de Actividades de la Iglesia. Los presentadores hablan de la labor social de la Iglesia y dan paso a un militar. ¡Sorpresa! Para el auditorio: el responsable de la Cáritas castrense de Getafe. Para mí, el padre de mi amigo Josito. El hombre que siempre ha sabido valorar lo sencillo, a pesar de las dificultades. El hombre al que un tropezón vital le ha hecho comprometerse todavía más con los suyos y con los que, aparentemente, no lo son. Ese sentimiento de hermandad que se vive en el Ejército y que ahora vuelca en esa Cáritas.

SÁBADO 3. En Getafe somos así. Mientras en otro lugares se celebra Pentecostés en Vigilia, las fiestas patronales recuerdan la Ascensión de la Virgen. Con un telar enorme en el altar mayor de la catedral y una representación con la mirada puesta en Nuestra Señora de los Ángeles, la patrona. Llego con el tiempo justo, apurando la final de la Champions. Templo abarrotado. Me sitúo en uno de los muros. El espacio justo. Junto a mí, una mujer que me hace ver con una mueca y los aspavientos del abanico que le incomodo. Me lo tomo con humor. Comienza a sonar la música. Arranca la Salve. La emoción llega. Uno y otra nos miramos de reojo y constatamos que compartimos una lágrima de piedad popular. Atrás queda la mueca. Y comparte el aire de su abanico. Porque compartimos mucho más. Termina la melodía. Se nos desgastan las manos de aplaudir.

DOMINGO 4. Me cuentan que alguien ha recibido una llamada de Francisco. Con una única pregunta. Sin más intención que acompañar: “¿Estás triste?”. Es la grandeza de preocuparse por la pequeñez del otro. Todo, en dos palabras.

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