Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Albina Yaloza: salvar las formas


Compartir

La exposición “Whitened Pain”, Dolor Blanqueado, que Albina Yaloza (Járkov, Ucrania, 1978) presentó en 2017, mira de frente al dolor en la historia y en su historia. Los curadores de este proyecto fueron Pavlo Gudimov y Borys Filonenko para la Ya Gallery de Kiev.

La aparente sencillez de este proyecto tiene una afirmación de gran alcance, que podríamos denominar PostPop: tras cada patrón cansado y olvidado hay un acontecimiento único que nos pide acercarnos y ver tras los velos de la rutina. Yaloza salva las formas del hartazgo y la insignificancia, incluso aquellas tan repetidas y exhaustas que enmudecen frente a la mirada contemporánea.

El soporte sobre el que pinta Albina en su proyecto Whitened Pain, es el tejido del chal. Sobre la textura de múltiples chales refleja un recorrido por el dolor en la historia que la artista no se limita a exponer extendido sobre la pared sino que nos transmite que uno debe poner sobre sí mismo e incluso abrigarse con él. El dolor vivido y pensado nos abriga frente al mal y las tribulaciones. El blanqueamiento ha convertido el sufrimiento en sabiduría que el sujeto lleva sobre sí.

Yaloza estampa sobre las telas patrones icónicos del martirologio cristiano como el corazón atravesado por la espada, la corona de espinas, senos cortados, herramientas de tortura o la propia Santa Faz en el lienzo de la Verónica, que en una doble representación refleja sobre otra tela. Esos patrones se imprimen en grises sobre tejidos tintados de una gama popular de colores llamativos y exagerados. Albina recoge esas formas antiguas de las que todavía se siente su presencia en la generación de los abuelos y reconoce en ellas su profundidad popular, su arraigo en el imaginario del pueblo.

La artista no usa frívolamente esos signos ni con lógica pop sino que busca tras ellas. El conjunto de creaciones componen un relicario por el que el espectador puede pasar superficialmente –tan ligero como la tela sobre la que estampa– o puede detenerse para hallar las historias escondidas que hay detrás. El proyecto necesita la activación del espectador, que se aproxime, contacte con la forma y busque detrás de ella.

Contrasta la formalidad del patrón estampado en la tela con la originalidad de lo que nos espera detrás si nos detenemos y retiramos con cuidado la cortina. Detrás de cada forma estereotipada existe algo único. En unos casos es un relato, en otros es una frase inspiradora, en otros es una escultura o a veces detrás de una tela hay una delicada obra de metal noble y sofisticada labor.

Albina Yaloza nos invita a mirar más allá de las repeticiones y los formatos estandarizados. Nos llama a vencer la pereza intelectual y retirar el velo de las rutinas que nos impiden ver las historias valiosas y únicas que subyacen tras cada imagen, por muy reiterativa que sea. Nos sugiere que seamos curiosos y vayamos más allá de las apariencias. Nos tienta a que demos confianza e intimemos bajo las vestiduras de los vistazos para encontrarnos con el cuerpo real del dolor y la esperanza.

Nuestra creadora ucraniana hace una afirmación contraPop o PostPop y lejos de estereotipar las imágenes para difundirlas multiplicadas en series, afirma que cada patrón –por muy formal y cansado que nos aparezca– esconde un cuerpo único de realidad. Por eso decimos que Yaloza es PostPop: hace el movimiento contrario al de la serialización industrial, busca la singularidad original de cada diseño, la historia que se esconde tras cada dolor. Del mismo modo, cada uno de nuestros dolores son únicos y el dolor de cada ser humano es incomparable e inconmensurable. No se sujeta a una clasificación de dolores sino que tras cada etiqueta existe una historia original.

Esa historia no se nos impone sino que nos espera. Así, tras materiales populares y estampados industriales, nos invita a correr nuestros velos de la mirada y encontrarnos con el acontecimiento real.