¡Todo está cumplido!

Sebastià Taltavull, obispo auxiliar de Barcelona SEBASTIÀ TALTAVULL ANGLADA | Obispo auxiliar de Barcelona

Había dicho “¡Tengo sed!”. Le habían acercado a la boca una esponja empapada en vinagre. Cuando tomó el vinagre dijo: “¡Todo está cumplido!” (Jn 19, 30). E inclinando la cabeza, expiró.

Cuando se padece la sed física, la sed espiritual, la sed de justicia, de compañía, de amor, se busca con ansia alguien que pueda saciarla. Jesús, al decir “tuve sed y no me disteis de beber”, está relatando la sed de personas clavadas a la cruz del paro, de la incultura, del hambre y la sed física, de la enfermedad, de la exclusión social y los malos tratos, de la soledad.

Sin embargo, todo se ha cumplido. Se ha llevado a cabo la misión encomendada, hasta el más pequeño detalle. Así ha quedado orientada de forma definitiva la trayectoria de la humanidad hacia su plenitud en Dios. La semilla ha sido enterrada en el corazón de la tierra, haciéndola el hábitat más digno del hombre porque ha acogido el cuerpo de Jesús en su interior para que nazca la Vida para siempre.

La misión realizada es el cumplimiento de la voluntad de Dios, la firma que autentifica con la resurrección del Hijo el paso liberador de Dios Padre en medio de nosotros, la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte. Ni el triunfo humano ni la espectacularidad elitista han podido dominar a Jesús ofreciéndole la última tentación. Todos los sistemas de seguridad han saltado y sus alarmas de catástrofe se han convertido en campanas de gloria.

Jesús nos ha devuelto la dignidad herida y ha abierto definitivamente la puerta de la Vida, del Amor y de la Esperanza que nadie jamás podrá cerrar. De él hemos aprendido, a él solo seguimos y con el gozo de una fraternidad recuperada. A él decimos, con Pedro en su confesión de fe y con el centurión al pie de la cruz: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”.

Publicado en el número 3.031 de Vida Nueva. Ver sumario

Compartir