Cambio que es autocrítica

JOSÉ IGNACIO LÓPEZ | Periodista del diario La Nación de Buenos Aires

“La nueva Presidencia del CELAM ha sido dotada de una representatividad y de un peso eclesial capaz de sustentar y llevar a la práctica lo que se proclamó en el mensaje final dirigido a todas las Iglesias de América latina y El Caribe: promover el Evangelio de una Pascua que transforma la persona y con ella a la sociedad, forma la comunidad y reconstruye la familia y el tejido social”.

Los obispos argentinos clausuraron el primero de sus dos plenarios anuales con palabra clara y actitud abierta y propositiva. Sus reflexiones y aportes a propósito del anteproyecto de reforma del Código Civil exhiben a un Episcopado dispuesto a proponer y dialogar con la sociedad y sus autoridades sin debilitar sus razones.

No están dispuestos a permanecer indiferentes ni callados ante la vasta reforma que se propicia de un marco jurídico básico que regula la vida del hombre y sus relaciones en la sociedad. Pero tampoco a lanzar anatemas. Valoran el ambicioso proceso reformador lanzado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner con la pompa fundacional que caracteriza a su Gobierno, pero no dejaron de expresar su sorpresa ante la aparición de algunos criterios que requieren de una madura reflexión y de una amplia participación ciudadana y federal.

No caben las urgencias en cuestiones de tanta trascendencia, advierte el documento que los obispos pusieron en conocimiento de la jefa del Estado antes de su divulgación, con el claro propósito de no alterar la vía de comunicación con la Casa Rosada abierta por la nueva conducción de la Conferencia: los arzobispos de Santa Fe y Salta, José María Arancedo y Mario Cargnello, y el diocesano de Neuquén, Virginio Bressanelli.

Para los obispos, debilitar el principio liminar del reconocimiento del comienzo de la vida humana desde su concepción es disminuir la base jurídica de un sistema, al igual que diluir el valor de la familia fundada sobre el matrimonio como relación estable del varón y la mujer.

La preocupación por los derechos del niño, su vida e identidad, como el justo conocimiento de sus derechos de filiación, paternidad y maternidad, son parte esencial del documento lanzado una semana atrás.

Cuando en esos temas “se privilegian los deseos o voluntad de los adultos, se descuidan los derechos esenciales del niño”. Porque no todo “lo que es técnicamente posible y deseado en el manejo de la vida es necesariamente ético y respeta su dignidad”. Para los obispos, el límite resulta tanto un acto de sabiduría política como de ejemplaridad jurídica.

El lenguaje moderado de la declaración, el gesto propositivo y la expresiva cita de Benedicto XVI sobre el papel de la religión en el debate político legislativo, sugieren una autocrítica respecto del papel asumido por sectores de la Iglesia al sancionarse la ley del matrimonio igualitario.

jilopez@vidanueva.es

En el nº 2.799 de Vida Nueva.

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