Rebelión en la Iglesia centroeuropea

sacerdote tumbado en el suelo

sacerdote tumbado en el suelo

DARÍO MENOR | La Iglesia centroeuropea pide cambios profundos en la organización y leyes eclesiales. Desde su nacimiento en Austria, un movimiento de sacerdotes descontentos con la respuesta que la jerarquía católica ofrece a la sociedad contemporánea se ha extendido por Alemania, Francia, Bélgica e Irlanda. [Rebelión en la Iglesia centroeuropea – Extracto]

Aunque todavía no ha desembarcado en los países mediterráneos como Italia y España, ha entrado ya en contacto con clérigos en los Estados Unidos, Australia y América Latina que también pretenden un cambio de rumbo en el timón de la barca de Pedro.

El fin del celibato obligatorio para los sacerdotes, la ordenación de hombres casados y de mujeres y la comunión para los divorciados que se vuelven a casar y para cristianos no católicos son sus demandas más significativas. Si se llevaran a la práctica, la Iglesia realizaría una de las reformas más profundas en sus dos milenios de historia.

No se presumen, sin embargo, cambios a corto o medio plazo. Benedicto XVI respondió a estas peticiones en su homilía del pasado 5 de abril durante la misa del Jueves Santo en la basílica de San Pedro. Descartó por completo la ordenación femenina citando a Juan Pablo II, quien dijo que la Iglesia no tiene “autorización del Señor” para esto, y se preguntó si la desobediencia que promulgan los sacerdotes rebeldes puede ser un camino para la renovación de la comunidad cristiana.

Les acusó de querer transformar la Iglesia según sus propios “deseos e ideas” y recordó los movimientos posconciliares de regeneración siempre dentro de la obediencia. La base de toda renovación, concluyó, está en la “conformación a Cristo”, por lo que la desobediencia no puede ser el camino para actualizar la Iglesia.

Estas palabras contrastaban en parte con las que dijo el Papa en su último viaje a Alemania, cuando pidió una “desmundanización” eclesial. En Friburgo instó a los católicos a decir adiós al poder, a la riqueza y a las estructuras burocráticas inútiles para vivir la fe de forma plena, abrirse al mundo y volver a ser creíbles. El plan de acción con ribetes revolucionarios delineado entonces no se ha visto acompañado hasta ahora por los hechos.

Hellmut Schüller, sacerdote Austria líder de Iniciativa de los parrocos descontentos

El líder de la 'Pfarrer Initiative', Hellmut Schüller

El sacerdote austriaco Hellmut Schüller, exdirector de la Cáritas de su país y ex vicario general del cardenal arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, es el catalizador del malestar presente en buena parte del clero centroeuropeo. Schüller, hoy párroco en un pequeño pueblo al norte de Viena, lidera un grupo de cerca de 400 curas austriacos (alrededor de un 10% del total) que forman la Pfarrer Initiative (Iniciativa de los Párrocos).

Este grupo sacudió la Iglesia local cuando el pasado mes de junio presentó su “Llamada a la desobediencia”, un texto que supera la organización eclesiástica austriaca y supone un desafío para el gobierno de la Iglesia universal.

Con vocación internacional, el llamamiento comienza con una crítica al Vaticano: su rechazo a “una largamente esperada reforma de la Iglesia”, unida a la “inactividad de nuestros obispos”, permite e incluso “obliga” a los firmantes del manifiesto a actuar. Además de las demandas ya enumeradas, se anuncia incluso la celebración de la “Eucaristía sin sacerdote” y la predicación por parte de laicos formados.

La rebelión de parte del clero austriaco fue analizada en una reunión celebrada a principios de año en la Santa Sede entre los líderes del episcopado de aquel país y representantes de alto nivel de la Secretaría de Estado y de varias congregaciones vaticanas: la de la Doctrina de la Fe, la del Clero y la de los Obispos. El cardenal Schönborn encabezaba la misión austriaca, de la que también formaban parte otros tres prelados.

“El Papa es solo una persona;
el problema está en la estructura
que hay en Roma, que lo pone muy difícil para
la implementación del Concilio Vaticano II”.

Hellmut Schüller, líder de la Pfarrer Initiative.

No hubo comunicados oficiales ni informaciones sobre la reunión. Solo una noticia aparecida en un diario austriaco, de la que luego se hicieron eco otros medios, hizo que el portavoz de Schönborn la confirmase y reconociese que uno de los temas tratados había sido la Pfarrer Initiative.

Renovación eclesial

Para Schüller, el hecho de que los ecos de la protesta que lidera hayan llegado hasta San Pedro, primero con aquel encuentro y luego con las palabras del Papa, es algo positivo. “Nadie me informó de la reunión; me enteré por la prensa. Es algo que me alegra. Es bueno para la Iglesia que se hable de estas cosas, porque son asuntos que afectan a los católicos en todos los países. Se trata de problemas graves que no solo están en Austria o en Europa, sino también en América Latina, África o Asia”, explica a Vida Nueva.

El cierto inmovilismo de la Iglesia ante los cambios de la sociedad actual no es achacable, en su opinión, a Benedicto XVI, sino a su entorno, a la “estructura vaticana”. “El Papa es solo una persona; el problema está en la estructura que hay en Roma, que lo pone muy difícil para la implementación del Concilio Vaticano II. Movimientos como el Opus Dei tienen mucha influencia. Me temo que no es una cuestión de quién es el Papa en cada momento”, sostiene Schüller.

Para lograr la reforma que anhela en la Iglesia, la clave está en la internacionalización de la protesta y en la capacidad de las bases para hacer presión: “Podremos cambiar las cosas si se produce una movilización desde abajo. Estamos construyendo una red con comunidades, parroquias y asociaciones de sacerdotes en otros países. Hay muchas diferencias en la situación de la Iglesia en cada lugar, lo que significa que sería una ilusión tener un mismo movimiento para todos. Creo que es más realista crear una red de grupos diferentes, pero con el mismo objetivo: la renovación de la Iglesia y de sus estructuras. Hay muchas ideas y objetivos comunes”.

manos de sacerdotes rezandoLa “Llamada a la desobediencia” cuenta con un amplio respaldo en Austria. Según un sondeo, alrededor del 75% de los fieles comparte la opinión de Schüller y sus seguidores respecto a la necesidad de reforma en la Iglesia.

Luitgard Derschmidt, presidenta de la Acción Católica en Austria, en la que se encuadran diversas organizaciones de laicos a las que pertenece medio millón de personas, dice compartir las peticiones de la Pfarrer Initiative y no considera que se trate de una llamada a la desobediencia, “sino de una obediencia más profunda a la conciencia y a Dios”.

El celibato, en su opinión, no tendría que ser obligatorio. Una postura similar mantiene el actual director de Cáritas, Franz Küberl, quien está a favor de que las mujeres puedan ser ordenadas como diáconos.

Los religiosos austriacos también piden cambios y secundan en parte a Schüller. El agustino Maximilian Fürnsinn, máximo responsable de la Conferencia de Superiores Generales de Austria, considera que algunas peticiones, como la de permitir que los hombres casados celebren misa, “al menos merecen ser discutidas”.

El fin del celibato obligatorio para los sacerdotes,
la ordenación de hombres casados y de mujeres
y la comunión para los divorciados que se vuelven a casar
son las demandas más significativas
de estos sacerdotes.

En este diálogo, apunta el religioso, no puede participar solo el cardenal de Viena y los sacerdotes rebeldes, sino toda la Iglesia austriaca. Incluso un obispo, Reinhold Stecher, emérito de Innsbruck, ha dicho que las peticiones de la Pfarrer Initiative, que calificó de “positivas”, reflejan un “deseo ampliamente difundido y generalizado”.

“Responden al anuncio de Jesucristo”, dijo el prelado, para quien la ordenación de hombres esposados “no puede ser algo equivocado, pues ya lo hizo Jesús”. “Entre los apóstoles había un buen número de casados”, recuerda.

Contraataque conservador

La parte más conservadora del clero de este país centroeuropeo considera inadmisible las exigencias de la Pfarrer Initiative y pide al episcopado acciones disciplinarias contra sus miembros, a los que acusa de querer romper la unidad de la Iglesia.

Las críticas también han venido de la vecina Alemania, donde el movimiento ha prendido con fuerza, aunque de forma más silenciosa. La Red de Sacerdotes Católicos, un grupo conservador fundado en Frankfurt, denuncia que Schüller y los suyos están “contruyendo su propia Iglesia” y creando un “cisma dentro del mundo católico de habla germana”.

Incluso Robert Zollitsch, arzobispo de Friburgo y presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, quien en el pasado se había pronunciado a favor de abrir un debate sobre el celibato, ha advertido que los miembros de la Pfarrer Initiative y sus seguidores alemanes están cometiendo “un pecado contra la unidadde la Iglesia”.

Jan Heiner Tück, profesor de Teología en Viena

El teólogo Jan-Heiner Tück

“Nosotros no queremos provocar ningún cisma, pero quienes nos critican dicen que tenemos que dejar la Iglesia. Pretenden que seamos excomulgados. Nosotros queremos seguir en nuestra Iglesia y contribuir a su reforma. Ya ha habido unos cuantos cismas en la historia y solo han provocado problemas”, se defiende Schüller.

Jan-Heiner Tück, profesor de Teología en la Universidad de Viena y colaborador de la prestigiosa revista Communio, no cree que se vaya a producir una ruptura: “El cardenal Schönborn quiere instaurar un diálogo y no pretende tomar medidas disciplinarias contra Schüller y sus seguidores. Creo que esta es la única solución. Un cisma sería muy problemático”.

Los sondeos refrendan la postura dialogante del arzobispo de Viena: un 90% de los católicos austriacos espera que la polémica se resuelva sin vencedores ni vencidos.

Muchos de los que no comparten la petición de reforma de la Iglesia son jóvenes sacerdotes que, como ocurre en otros países europeos, muestran una postura más conservadora que las generaciones precedentes. El hecho de que sean los más maduros los que protestan mientras la mayoría de jóvenes no se sienten atraídos por los gritos de rebelión hace que algunos en el Vaticano apuesten por una solución vegetativa.

“Es algo más bien de sacerdotes mayores, no cuaja entre las nuevas generaciones. La línea de los jóvenes, de la Iglesia y de la formación hoy no va por donde piden en el manifiesto. Los chicos que tienen vocación, lo que nos piden es un mayor tradicionalismo. Si tuviera éxito se habría extendido ya mucho más, hubiera pasado como con Lutero, que fue una explosión. Es algo que está enquistado; creo que si hay una rebelión, será limitada”, opina el arzobispo español Celso Morga, secretario de la Congregación para el Clero.

“Los tiempos modernos son también difíciles
para otras instituciones, no solo para la Iglesia.
No es únicamente por culpa de los obispos
que la Iglesia se encuentra en una situación crítica”.

Jan-Heiner Tück, teólogo.

Schüller, de 59 años, reconoce que la mayor parte de los sacerdotes jóvenes son “bastante conservadores”, pero explica esta realidad por la “tendencia de la Iglesia en los últimos veinte años de ir en una sola dirección”. Los clérigos más reivindicativos están entre quienes “recuerdan el Concilio Vaticano II”, no entre las “nuevas generaciones”, apunta.

Para Tück, el gran problema de la tesis de Schüller es que se centra en los “problemas estructurales” sin contemplar que también existe una “crisis de fe”. “No quiere aceptar que otras instituciones tienen problemas similares debido a la individualización y secularización de la sociedad. Los tiempos modernos son complejos y también difíciles para otras instituciones, no solo para la Iglesia. No es únicamente por culpa de los obispos que la Iglesia se encuentra en una situación crítica. El diagnóstico no es completo”, dice el profesor Tück, quien ha escrito un libro sobre la Pfarrer Initiative en el que participan tanto el sacerdote rebelde como Schönborn.

Schüller responde denunciando la contradicción que, a su juicio, existe hoy en la Iglesia, pues “se discute sobre la reforma, pero no se lleva a cabo”. “La reforma debe ser espiritual, pero también ha de incluir las estructuras y leyes eclesiásticas. Hay muchos motivos para la reforma espiritual, pero al mismo tiempo hay que cambiar las estructuras porque las cosas tienen que ser llevadas a la práctica de forma concreta en la vida de las parroquias y comunidades”, dice.

La reforma de Schönborn

Al cardenal de Viena, amigo y alumno de Benedicto XVI y uno de los miembros más respetados del Colegio Cardenalicio, el desafío que le ha lanzado su antiguo colaborador no le ha pillado de brazos cruzados. En los últimos meses está poniendo en marcha una reforma profunda de la organización eclesial austriaca que, aunque no satisface las exigencias de Schüller y los suyos, supone un importante paso adelante.

Papa con cardenal de Viena Christoph Schönborn

El cardenal Schönborn con Benedicto XVI

En Austria, un país de larga tradición católica, la Iglesia cada vez pinta menos. Empujadas en gran parte por los últimos casos de escándalos sexuales en el clero, cerca de 60.000 personas pidieron el año pasado dejar la comunidad cristiana. Se trata de una tendencia continua en los últimos 30 años, en los que el porcentaje de población adulta que se declara católica ha pasado del 84% al 65%, una caída que no solo se debe a la llegada de inmigrantes de otras religiones.

Schönborn es muy consciente de estos cambios y reconoce que hace falta “otro tipo de Iglesia” para afrontarlos. “La Iglesia que los católicos austriacos han conocido hasta ahora es algo del pasado. Ha llegado la hora de afrontar los cambios que han tenido lugar en la sociedad de forma más seria a como lo hemos hecho hasta ahora”, anunció el cardenal en un reciente encuentro con la prensa.

La idea básica es que las parroquias sean más grandes, pero también más flexibles y abiertas a una sociedad tan dúctil como la actual. Entre las novedades impulsadas por la jerarquía eclesiástica austriaca destacan: las parroquias tendrán ahora, al menos, 4.000 fieles; el 5% de su presupuesto deberá ser destinado a nuevos proyectos e iniciativas; los gastos para el mantenimiento de la parroquia no podrán superar el 20% de los ingresos; y no habrá dinero de la diócesis para la manutención de los edificios de culto.

Para Tück, estas y otras posibles medidas que lleguen en el futuro “pueden mejorar la situación de los sacerdotes en las parroquias”, lo que constituye un punto de encuentro entre Schüller y Schönborn. “La ordenación de las mujeres creo que no es algo realista, pero ayudar a los párrocos es algo que quieren los dos”, dice el teólogo, quien con su libro ha intentado proponer una vía intermedia entre la bandera de la rebelión enarbolada por los miembros de la Pfarrer Initiative y la postura más conservadora de la otra parte del clero.

El diálogo, primer paso

Schüller aplaude la posición del arzobispo de Viena abierta al diálogo, pero sostiene que “no es suficiente” con las palabras. “Los obispos tienen que darse cuenta de que no pueden solo recibir indicaciones de Roma; también tienen que hacer llegar a Roma las inquietudes y peticiones de los fieles de sus diócesis. Deben tratar de influenciar el curso de la historia de la Iglesia. El diálogo está bien, pero es solo el primer paso. En Austria hemos dialogado ya mucho. Desde finales de los años 60 existen conversaciones sobre las mismas cuestiones. Llevamos así desde el Concilio Vaticano II. Hemos tenido muchas conferencias y encuentros, pero las cosas no se están moviendo. El diálogo debe buscar una actuación. Hay riesgo de que hablemos durante décadas y al final no cambie nada”, advierte.

“Los obispos tienen que hacer llegar a Roma
las inquietudes y peticiones de sus fieles de sus diócesis.
Deben tratar de influenciar
el curso de la historia de la Iglesia.
El diálogo está bien, pero es solo el primer paso”.

Hellmut Schüller.

El cabecilla del movimiento dice que se decidió a prender la primera mecha de la protesta por una “doble pena”. Una era por el “futuro de las parroquias”, por esas iglesias sin párroco a las que llega el sacerdote corriendo los domingos para decir misa. “Esta es la situación hoy habitual en muchos países europeos”, lamenta.

“El otro motivo es la cantidad de cuestiones que no se debaten y sobre las que no se trata de buscar una solución, como ocurre con el caso de los divorciados que vuelven a casarse o con el ecumenismo. Existen muchos temas que se trataron en el Concilio Vaticano II y que ahora están amenazados por el olvido”. Por todo esto, cuenta este párroco, empezó junto a otros compañeros el movimiento en el año 2006. “Luego presentamos a nuestros obispos los problemas que teníamos y, en 2008, escribimos una carta al Papa”.

Desde sus inicios, la iniciativa liderada por Schüller ha crecido mucho y, según él, seguirá haciéndolo, pues “el poder real de la Iglesia está en las parroquias”, donde se lleva mucho tiempo esperando a la apertura de un “debate abierto y profundo” sobre las grandes cuestiones que preocupan a la comunidad cristiana.

En el nº 2.797 de Vida Nueva.

 

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