Fernando Sebastián, sobre el premio de D. Olegario: “Nos viene muy bien”

González de Cardedal ha sido galardonado con el Premio Ratzinger de Teología

Olegario Glez. de Cardedal fue profesor en la UPSA durante cuatro décadas

FERNANDO SEBASTIÁN, arzobispo emérito | Me he alegrado mucho al enterarme de que el papa Benedicto XVI ha concedido a nuestro D. Olegario el primer Premio Ratzinger. Ese galardón es un merecido reconocimiento a una vida dedicada al estudio y la enseñanza de la doctrina católica. Y es un reconocimiento personal del Papa a la fidelidad y la perseverancia de un viejo amigo en esa labor tan querida del pensar y difundir la verdad de la salvación. Pero es también reconocimiento de muchas otras cosas.

D. Olegario comenzó su labor docente en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca en el año 1967. Tenía poco más de 30 años. Venía de Munich con los laureles todavía frescos de su Doctorado en Teología.

Yo llegué a la Facultad un año más tarde. Vivimos juntos aquellos años difíciles y generosos de la refundación de la Universidad, después de la crisis de 1969, y nos entregamos con ilusión y esfuerzo a la formación de los seminaristas y futuros sacerdotes que los obispos habían puesto en nuestras manos.

Como ocurre casi siempre, los proyectos se quedaron a medio camino. Algunos tuvimos que dejar la enseñanza cuando la Iglesia nos llamó para otras tareas. Los obispos se fueron desentendiendo de la Universidad Pontificia de Salamanca a favor de otros proyectos.

D. Olegario se quedó en Salamanca como una bandera alzada, como un símbolo, hasta su jubilación. Y ahí sigue. En estos años ha atendido a miles de alumnos. Estoy seguro de que ninguno ha olvidado sus clases, apasionadas, intensas, interpelantes. Ha escrito libros importantes sobre Cristología.

En algún lugar de Internet se dice que D. Olegario es un cura progresista que no es del todo fiel a la doctrina católica. Ahora lo tendrán que corregir. La teología de Olegario no disimula su formación alemana. Es una teología rigurosa, muy informada, seriamente académica. Pero él escribe también sobre temas educativos, culturales, sociales. Su pensar teológico es un pensar que se siente responsable del bien de la Iglesia, del bien de la cultura, del bien de la sociedad en general. Digamos que su teología, sin dejar de ser académica, es a la vez religiosa, eclesial, apostólica. Me alegro mucho de que este reconocimiento haga justicia a tantos años de duro trabajo y de servicio leal y abnegado a la Iglesia y a la cultura católica.

Reconocimiento a la UPSA

Y me alegro también de que la vieja Universidad Pontificia de Salamanca, un poco olvidada en estos últimos años, reciba este honor por los méritos de uno de sus profesores vivos más antiguos y más representativos. Con él ha habido, y hay, otros muchos, en la Facultad de Teología y en otras Facultades, que han dedicado muchas horas a la dura tarea de pensar, de escribir y enseñar la sabiduría de la fe cristiana y los distintos saberes humanos pensados y entregados con talante cristiano. También ellos merecerían algún gesto de agradecimiento.

El tiempo pasa y las situaciones cambian. Parece que en la Iglesia nos ha entrado también la fiebre de los localismos. Nos gusta ser cabeza de ratón. Tenemos muchas Facultades pero ninguna de ellas está a la altura de lo que tendría que ser una verdadera Facultad teológica en la actual Iglesia de España. Podríamos tener una o dos. Nunca podremos tener catorce buenas facultades de Teología. Nos gustan más los pequeños rincones habituales que los horizontes abiertos y precursores. Nos gusta más lo local que lo común.

Ojalá este galardón que el papa Benedicto ha concedido a D. Olegario González de Cardedal nos mueva a la magnanimidad y anime a los teólogos de la nueva generación a mirar hacia el futuro y preparar los caminos de la Iglesia en la sociedad del siglo XXI. Gracias Santo Padre. Gracias Olegario.

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