El cardenal Amigo reclama “una Iglesia audaz, con la fuerza del amor”

  • El emérito de Sevilla preside la eucaristía de acción de gracias por la canonización de madre Nazaria Ignacia en la iglesia del Gesù, en Roma
  • “La nueva santa fue un ejemplo de poner la caridad siempre primero, especialmente con la mujer”, aplaudió el purpurado sobre la fundadora de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia
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El cardenal Carlos Amigo preside la misa de acción de gracias por la canonización de Nazaria Ignacia March Mesa

“Nuestra querida Nazaria Ignacia nos da ejemplos constantes de que la caridad siempre se pone primero y ella supo descubrir que la más necesitada de amor era la mujer”. Así ha valorado el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, a la nueva santa española en la eucaristía de acción de gracias que ha celebrado en la iglesia del Gesù en Roma, un día después de la multitudinaria canonización celebrada en la plaza de San Pedro.

El cardenal Amigo presidió la primera misa de la religiosa como santa, en una ceremonia que concelebró el presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, junto a una decena de cardenales y prelados de diferentes países.

En la homilía, el arzobispo emérito de Sevilla reivindicó, a la luz de Nazaria Ignacia, “una Iglesia audaz, pero no con la fuerza del poder, sino con la fuerza del amor, con el bálsamo de la caridad. No hay circunstancia en la que la humanidad sufra de injusticia, donde no esté presente la Iglesia”.

Una Iglesia joven

En una defensa del pontificado del papa Francisco, Amigo recordó que “nosotros no estamos preocupados por el aplauso social, sino por ser fieles a Jesucristo, a través de una Iglesia joven, sin necesidad de exhibir la edad del carné de identidad, sino por expresar la esperanza”. El cardenal criticó a quienes se lamentan de “los malos tiempos que nos tocan vivir” para valorar que hoy también “vivimos tiempos de Dios”.

El purpurado franciscano se dirigió a los cientos de peregrinos presentes en la popular iglesia jesuita de Roma, llegados de los 21 países de los cuatro continentes en los que está extendida esta familia carismática que se inició en Bolivia en 1925. “Nazaria quiso que las misioneras cruzadas fueran universales, porque el amor no tiene medida”, expresó en la homilía, para aclarar que “cuando miramos todos los lugares donde están presentes, no tenemos que ver países, sino personas, que tienen el rostro de Cristo, aunque tengan colores y costumbres distintas, aunque sus labios pronuncien diferentes acentos”.

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