Aurora Torres: “El legado de Emilia d’Oultremont continúa vigente”

Aurora Torres, superiora general de las Hermanas de María Reparadora

No surgen nuevas vocaciones. Sobre todo en Europa. Sin embargo, Aurora Torres, superiora general de las Hermanas de María Reparadora, ve el vaso medio lleno. Y es que “tenemos grandes vocaciones en nuestras hermanas mayores que son una importante referencia de fidelidad creativa”. Cuando se cumplen 200 años del nacimiento de la fundadora, Emilia d’Oultremont, la superiora se marca como prioridades “la formación, el fortalecimiento del Espíritu Misionero y el avance en el camino de comunión, solidaridad y justicia”.

PREGUNTA.- 140 años después del fallecimiento de Emilia d’Oultremont, ¿continúa vigente su legado?

RESPUESTA.- Con gran alegría y agradecimiento puedo decir que continúa vigente gracias al impulso del Espíritu de Jesús Resucitado, y a muchas mujeres fieles a este impulso, empezando desde las 10 primeras compañeras de Emilia, quienes se dejaron conducir por Él y fueron sensibles a los desafíos de su tiempo.

P.- ¿Qué sigue haciendo atractivo el carisma reparador hoy?

R.- La experiencia de la ternura del Amor de Dios que nos reconstruye, nos recrea y embellece como humanidad y creación. María de Nazaret, figura de mujer sencilla del pueblo y mujer de Dios, ella nos inspira para dejar encarnar en nosotras La Palabra-La ternura de Dios, para ir al encuentro constante de la realidad, con generosidad como en la Visitación. En ella recuperamos el sentido profético, audaz y comprometido del ‘Magníficat’, como Emilia lo experimentó, para ser mujeres de nuestro tiempo fieles a la opción de Dios frente a los humildes. La Eucaristía, integra nuestra vida comunitaria, de perdón, respeto a nuestra diversidad cultural, teje los lazos de comunión entre nosotras, nos ayuda a buscar con verdad la conversión de una vida individualista, centrada sobre nuestro bienestar, a una vida centrada en las otras/os, especialmente los pobres. Nuestro compartir y solidaridad brotan de nuestra conciencia de lo que va siendo para nosotras la Eucaristía: presencia viva, resucitada en medio de nuestra comunidad y nuestro pueblo.

Jesús de Nazaret, su persona, su palabra, sus actitudes, nos introducen en un estilo de vida que habla de gestos de cercanía, de amistad a la gente, de inclusión… aquí nos sentimos movidas a entregarnos, “sin cálculo y sin reserva”, como lo quería nuestra Fundadora al servicio de nuestras hermanas y hermanos. Como Congregación hemos aprendido a no separar la adoración de la práctica de la justicia. El sentido de inmensidad, misterio, diversidad y comunión dentro del universo, nos ayuda a crecer en “una actitud permanente de adoración”. Vemos que hay una profunda y demostrada conexión entre eco-destrucción (devastación) e injusticia social. Los pobres sufren de manera desproporcionada a causa del daño ambiental. Saqueo de la gente y saqueo de la tierra de la cual dependen, van de la mano. La dimensión eucarística nos conecta con las acciones de Jesús a favor del ser humano y en Él, con el universo entero. Nuestro “Ser María para Jesús” se abre a un horizonte más grande, más universal, más cósmico porque es colaborar con la acción redentora de Cristo que es compromiso por defender, cuidar y proteger toda vida.

P.- En Europa, todas las congregaciones experimentan la falta de vocaciones. ¿Cómo es la realidad del instituto?

R.- A mí me gusta decir que hasta ahora no tenemos nuevas vocaciones en Europa, sin embargo, tenemos grandes vocaciones en nuestras hermanas mayores que son una importante referencia de fidelidad creativa. Estamos impulsando la pastoral vocacional en Europa y tenemos esperanza de que alguna joven responderá a la llamada del Espíritu en esta realidad que nos desafía hoy.

P.- ¿Cómo se puede transmitir la belleza de la Vida Consagrada a las jóvenes de hoy?

R.- Siendo auténticas discípulas y misioneras, desde la originalidad de cada una que enriquece la vivencia del Carisma. Que nos vean alegres, que las personas que tratan con nosotras vean que realmente el Amor de Dios puede colmar el corazón humano.

P.- ¿Cuál es el aporte específico de las Hermanas de María Reparadora a la Iglesia que está dibujando el papa Francisco?

R.- El tema de nuestro próximo Capítulo General: ‘Juntas como cuerpo salgamos al encuentro… tejiendo hilos de ternura en respuesta al amor de Dios para nuestro mundo herido’ está en sintonía con lo que el papa Francisco nos invita a vivir: “La revolución de la Ternura”, ser una Iglesia en salida, accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que ser una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades”. Vivir “la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús… dejarnos salvar por Él, ser liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. Nuestro aporte es vivir un estilo sencillo y cercano a la gente, ser una más, ofreciendo nuestro ser femenino, una escucha activa que tanto necesitamos en este tiempo de tantas comunicaciones y a la vez de tanto aislamiento.

El papa Francisco habla de la falta de justicia social como causa estructural de muchos de los males en nuestro mundo. Todo el cuidado de nuestra “casa común”. En todo esto, siento que aportamos las diferentes dimensiones de nuestro Carisma, que van muy en la línea de lo que él siente como impulso del Espíritu para la Iglesia en el mundo.

P.- ¿Cuáles son las urgencias a las que como responsable de la congregación le gustaría atender en estos momentos?

R.- Más que urgencias, me gustaría nombrarlas prioridades: la formación es una de ellas, tanto inicial, como continua, formación personalizada e integral, esto unido a seguir fortaleciendo el Espíritu Misionero que nos heredó nuestra fundadora. Seguir atenta a los impulsos del Espíritu que nos va transformando, cada vez más se da una mayor colaboración entre nosotras por el bien de nuestra Misión en la Iglesia. Seguir avanzando en el camino de comunión, solidaridad y justicia en cuanto a lo económico, como las primeras comunidades cristianas.

P.- ¿Y cuál es el sueño de Aurora Torres para el futuro de la institución?

R.- Mi sueño es seguir enraizándonos en el Evangelio, para ser signo profético en medio de los diferentes contextos donde estamos presentes, vivir desde las actitudes del corazón de Jesús y de María. Importando más la calidad de la presencia que la cantidad de miembros que podemos integrar el instituto. Así como seguir creciendo como familia reparadora con los laicos que comparten este bello carisma de la Reparación con María.

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