Entreculturas denuncia que más de 200 millones de niñas han sufrido mutilación genital

  • Ante el Día Internacional de la Niña, la ONG jesuita presenta su informe ‘Niñas libres de violencia’
  • En lugares como Guatemala o Chad, la dignidad de las niñas vale poco menos que nada

Sifa Kaité, SJR en Chad. Entreculturas

Con motivo del Día Internacional de la Niña, que se celebra este 11 de octubre, Entreculturas ha presentado en la mañana de este martes 9, en su sede central en Madrid, su informe ‘Niñas libres de violencia’. Englobado dentro de su proyecto ‘La luz de las niñas’, el estudio ofrece cifras estremecedoras como estas a nivel mundial: más de 200 millones de niñas han sufrido mutilación genital, 150 millones son víctimas de violencia sexual, 34, 2 millones millones de menores y mujeres son refugiadas o desplazadas, 12 millones son obligadas a casarse cada año antes de alcanzar la mayoría de edad, 7,3 millones de partos son protagonizados por menores de 13 años…

Daniel Villanueva, vicepresidente de la ONG jesuita, se ha felicitado porque, ante este alud de dolor, Entreculturas pudo ayudar a más de 196.000 personas en 2017;  de ellas, 32.747 son niñas de 15 países como R.D. Congo República Centroafricana, Sudán del Sur, Chad, Kenia, Nicaragua, Haití, El Salvador, Honduras, Perú o Guatemala. Una gota en un océano, aunque muy significativa, pues, como defiende la campaña de sensibilización, “la mitad del mundo está muy llena de la gran luz que son las niñas y las mujeres”.

El aula, un espacio clave para la protección

Siendo la apuesta por la educación integral el motor de la entidad, Villanueva ha destacado que “el aula es el espacio ideal para apostar por la protección de los niños, tanto de los que están como los que no. Preguntando a todos los protagonistas del proceso educativo, podemos conocer la realidad de cada chico. Desde ahí es como podemos ofrecer las respuestas que necesita cada uno”.

Entre las invitadas a compartir su testimonio han estado Sofía Gutiérrez, responsable de Comunicación de Fe y Alegría en Guatemala, que ha contado cómo es la defensa de las mujeres en un país en el que 4.000 de ellas han sufrido abusos sexuales (siendo el 70% de las víctimas menores), o Sifa Kaité, coordinadora del departamento de Protección al Menor del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) en Chad, donde están presentes en 12 campamentos en los que hay más de 429.000 sursudaneses huidos de la antigua Darfur hace 15 años.

El 58% de los refugiados en Chad, menores

Hasta el 58% de estos refugiados originarios de Sudán del Sur son menores. Dentro de la desprotección general, Kaité lamenta que “las niñas son las que peor lo tienen”, debiendo hacer frente a lacras como “el matrimonio precoz y forzoso, la mutilación genital, la violencia sexual, el trabajo doméstico, el abandono escolar o la invisibilización en sus familias y en el conjunto de la sociedad”.

Frente a todos ello, trabajan en “dos ejes: la prevención y la respuesta”. El primero lo organizan a través de “charlas de sensibilización en las aulas, hablando con los profesores, los padres y los líderes de las comunidades con el objetivo de transmitir la importancia de preservar los derechos y la dignidad de las niñas”. Del mismo modo, también dialogan en profundidad con todas ellas para detectar posibles problemas que puedan estar sufriendo en silencio, debido al miedo.

La ley del silencio

Una vez que obtienen el diagnóstico y detectan casos específicos en los que han de actuar, ponen en marcha “mecanismos concretos y adaptados a cada caso”, aunque en el fondo saben que se enfrentan a un enemigo común: “La ley del silencio, pues la mayor parte de estas prácticas se dan de un modo oculto, ya que, aunque en teoría estén prohibidas por ley, la realidad es que obedecen a una cultura ancestral y muy extendida en la que las niñas apenas tienen nada que decir, por lo que son muy pocas las que se atreven a denunciar lo que les ocurre a la Justicia”.

Gracias a un trabajo constante por parte de todos los profesionales del SJR y las entidades con las que colaboran a la hora de poner en marcha prácticas tan importantes como repartir kits con compresas para las chicas (algo esencial, pues no cuentan con baños propios y viven la menstruación como algo vergonzante), poco a poco van palpando un cambio de mentalidad. “En varios campos –concluye Kaité– está reduciéndose el impacto del matrimonio precoz y forzado o el de la mutilación genital. Quedan aún mucho por hacer frente al abandono escolar, pero tengo esperanza y creo en nuestro futuro”.

Cuatro grandes objetivos

La rueda de prensa la ha cerrado Gemma López, coordinadora de Cooperación para América latina en Entreculturas, que ha resumido los cuatro objetivos principales de la campaña ‘La luz de las niñas’: “Visibilizar las situaciones de violencia que padecen en función de su sexo, edad o situación; proteger a sus víctimas desde una educación de calidad, equitativa e integral; fortalecer la autoestima y la dignidad, tan dañada en estas chicas, para que puedan elegir su futuro; e incidir para transformar las causas de la injusticia, yendo a las estructuras que las ocasionan”.

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