Francisco reconoce a los eclesiásticos lituanos como “hijos de mártires” por la represión soviética

  • El Papa pone como ejemplo a Sigitas Tamkevicius, arzobispo emérito de Kaunas, que fue arrestado por la KGB y deportado a Siberia
  • “La violencia ejercida sobre vosotros por defender la libertad civil y religiosa, la cárcel y la deportación no pudieron vencer vuestra fe”, asegura en su encuentro con los consagrados lituanos
  • ESPECIAL: Todo sobre el viaje de Francisco a los países bálticos

El Papa Francisco, durante su encuentro con los consagrados lituanos en Kaunas/EFE

Después de almorzar este domingo con los 17 miembros del episcopado lituano en el edificio de la Curia de Kaunas, la segunda ciudad más importante del país, el papa Francisco se dirigió a la catedral para mantener un encuentro con sacerdotes, religiosos, monjas y seminaristas de esta república báltica, dentro de su segunda jornada de visita a Lituania.

En su discurso a los eclesiásticos, Jorge Mario Bergoglio recordó el historial de sufrimiento que tienen muchos de ellos a sus espaldas debido a la represión sufrida durante los cincuenta años de régimen soviético. “Sois hijos de los mártires y esa es vuestra fortaleza”, comentó improvisando sobre el discurso que tenía preparado.

El ejemplo de Tamkevicius

Un símbolo de entre quienes afrontaron esta opresión es Sigitas Tamkevicius, arzobispo emérito de Kaunas, arrestado y encarcelado por la KGB en 1983. Fue condenado a trabajos forzados y enviado a Siberia por redactar y distribuir ‘Crónica’, una publicación clandestina sobre la persecución a los cristianos.

El Papa Francisco, durante su encuentro con los consagrados lituanos en Kaunas/EFE

El Papa Francisco, durante su encuentro con los consagrados lituanos en Kaunas/EFE

Francisco recordó a Tamkevicius y a todos los eclesiásticos mayores que pueden dar testimonio de la “constancia en el sufrir” y la espera “contra toda esperanza”. “La violencia ejercida sobre vosotros por defender la libertad civil y religiosa, la violencia de la difamación, la cárcel y la deportación no pudieron vencer vuestra fe en Jesucristo, Señor de la historia”, aplaudió el Papa, destacando lo mucho que tienen que “decirnos, enseñarnos y proponer”, aunque no por ello deben atreverse a juzgar la “aparente debilidad de los más jóvenes”.

La vocación no es un trabajo

En el discurso que tenía preparado, el Papa advirtió sobre el riesgo de poner demasiado énfasis en la “responsabilidad personal” haciendo que “lo comunitario” se convierta en “un ornamento, un telón de fondo”. Insistió en esta idea durante su improvisación, interrumpida en varias ocasiones por los aplausos de los presentes, que se lo pasaron en grande escuchando a Bergoglio.

“No se puede confundir la vocación con una empresa”, dijo el Pontífice, pues se corre el peligro de volcarse sólo en una tarea y verse luego fuera de juego cuando el obispo u otro superior exige un cambio. “Es el momento de la derrota porque ahí te das cuenta de haber hecho un camino equivocado. Te das cuenta de que el Señor está decepcionado contigo, porque has preferido hacer el negociante”.

No al “sacerdote funcionario”

Francisco pidió no caer en “la vida del funcionario” y optar en cambio por “la vida del Señor y del celo apostólico por la gente”. Advirtiendo de que iba a presentar una caricatura, habló del “sacerdote funcionario” que abre y cierra su oficina con un horario preciso sin preocuparse por la gente que está fuera. “Cercanía, proximidad, cercanía al tabernáculo, al tú a tú con el Señor, y cercanía a la gente”, propuso en cambio. Invitó entre aplausos a “salir a buscar a la gente” y aseguró que el Señor quiere “pastores del pueblo, no clérigos de Estado”.

Antes de dirigirse a las monjas, a las que pidió que sean “iconos de la Iglesia y de la Virgen” y no “solteronas”, invitó a los confesores a actuar con “misericordia” incluso con aquellos a los que no puedan absolver. “Hazle sentir el abrazo del Padre que perdona, dale el consuelo del hermano, anímale”.

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