El Vaticano y China sellan un histórico “acuerdo provisional” para nombrar obispos

El Papa Francisco, ante una bandera de China

Antoine Camilleri, subsecretario de Relaciones de la Santa Sede con los Estados, y Wang Chao, viceministro de Relaciones Exteriores de la República Popular de China, han firmado un acuerdo provisional sobre el nombramiento de obispos. La Santa Sede lo ha hecho público a través de un comunicado en el que se subraya que “es el resultado de un enfoque gradual y recíproco, se estipula después de un largo proceso de negociaciones ponderadas y prevé evaluaciones periódicas sobre su aplicación”. Aunque el texto vaticano no entra en detalles, como ya adelantó la revista Vida Nueva, se trata de un acuerdo revisable: “No es perfecto, pues pone límites a la libertad de la Iglesia, pero es el mejor acuerdo que podíamos conseguir hoy”.

Eso sí, esta firma ha traído consigo la adopción de medidas inmediatas por ambas partes tales como el reconocimiento de los últimos ocho obispos chinos ordenados sin el mandato pontificio ocho obispos nombrados por el Gobierno chino, a la vez que el Ejecutivo del gigante asiático admite por primera vez la creación de una diócesis católica en más de setenta años.

Así, el Vaticano admite que esta rúbrica entre ambas partes se trata “un asunto de gran importancia para la vida de la Iglesia, y crea las condiciones para una colaboración más amplia a nivel bilateral”. Lo cierto es que esta firma se presenta como el puente frente al mayor escollo que existía hasta la fecha para lograr un verdadero acercamiento con el gigante asiático, ya que permitiría acabar con la actual división entre los prelados y cristianos afines y controlados por la Asociación Patriótica Católica y la Iglesia clandestina formada por aquellos que han permanecido fieles a Roma y, por tanto, perseguidos por el régimen comunista.

Para el bien del pueblo chino

“Es una esperanza compartida que este acuerdo fomente un proceso de diálogo institucional fructífero y con visión de futuro y contribuya positivamente a la vida de la Iglesia Católica en China, para el bien del pueblo chino y para la paz en el mundo”, concluye el comunicado.

No es para menos, teniendo en cuenta que se trata del acercamiento más notable entre ambos Estados desde que en 1951 se rompieran las relaciones diplomáticas, dos años después de que Mao Zendong fundara la República Popular China. “Es fruto de un arduo trabajo de altibajos y de idas y venidas desde hace más de tres décadas”, aseguran fuentes vaticanas a Vida Nueva, conscientes de lento cocinado de unas negociaciones en la que se han visto involucradas varias generaciones de diplomáticos de la Santa Sede.

“El objetivo del acuerdo no es político, sino pastoral, para permitir a los fieles tener obispos que están en comunión con Roma pero al mismo tiempo reconocidos por las autoridades chinas”, señaló desde Lituania el portavoz de la Santa Sede, Greg Burke, que subrayó que esta firma “no es el final del proceso, sino el inicio”. “Se ha basado en el diálogo y la escucha paciente por las dos partes, aún cuando los principales actores venían de posiciones muy distintas”,  añadió.

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