El Gobierno está dispuesto a reclamar a la Iglesia “los bienes de dominio público”

vista de la Mezquita-Catedral de Córdoba

El Gobierno está dispuesto a reclamar a la Iglesia “los bienes de dominio público” inscritos a su nombre desde 1998 a 2015, años en los que estuvo en vigor la Ley Hipotecaria del Gobierno de José María Aznar. Dicha legislación le ha permitido durante estos años registrar propiedades a su nombre. Como se desconocen los datos exactos de cuántas propiedades inmatriculó la Iglesia, el Ejecutivo ultima un listado, que el Ministerio de Justicia ya avanzó que se hará público, el cual está dispuesto a utilizarla para reclamar los bienes del Estado registrados irregularmente.

En una respuesta parlamentaria del pasado 5 de septiembre al diputado socialista Antonio Hurtado, a la que ha tenido acceso la Cadena SER, el ministerio de Justicia advierte de que “si a pesar del control por parte del Registrador, hubieran accedido a registro como bienes de propiedad privada bienes que efectivamente lo son de dominio público, deberá procederse a la correspondiente depuración física y jurídica”. No obstante, la respuesta “correspondería a la Dirección General de Patrimonio del Estado y no al Ministerio de Justicia”.

La Ley 33/2003 de Patrimonio de las Administraciones Públicas, a la que se hace referencia en la pregunta parlamentaria, establece en uno de sus puntos que “son bienes y derechos de dominio público los que, siendo de titularidad pública, se encuentren afectados al uso general o al servicio público, así como aquellos a los que una ley otorgue expresamente el carácter de demaniales”. Hurtado cree que en esa categoría encajan la Seo de Zaragoza o la propia Mezquita de Córdoba, por lo que pide a la Iglesia que renuncie “a todos los bienes de dominio público que hayan sido inmatriculados” y que ponga fin a “un escándalo que indigna a muchos ciudadanos”.

Solo Omella y Blázquez responden a una víctima

Javier, víctima de abusos por parte del sacerdote José Manuel Ramos Gordón en La Bañeza, ha escrito tres cartas al papa Francisco narrándole el horror que sufrió a finales de los 80 en el seminario. Como no ha encontrado respuesta, decidió reenviar la última misiva a 54 obispos españoles. Y solo ha recibido respuesta de dos: Juan José Omella y Ricardo Blázquez, como recoge La Voz de Galicia.

El cardenal arzobispo de Barcelona se ha comprometido a entregar al Papa la carta en la que detalla el infierno vivido por él y su hermano fallecido a causa del abuso del sacerdote. “Cuando vaya a Roma entregaré su carta. No sé por qué su Santidad no ha respondido a sus cartas anteriores, pero probablemente sea porque el caso lo esté estudiando la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Papa no quiere interferir”, le contesta Omella, que asegura que le ha “desgarrado el corazón ver el sufrimiento y la indignación que lleva en su corazón por unos hechos que no debieron suceder nunca y que le han producido una gran herida interior. Es un horror lo que usted narra”.

Por su parte, el cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, le contesta de puño y letra. En la misiva recalca que comprende “el dolor que ha pasado y que aún padece”. Y es que Javier muestra su indignación por el “ridículo e insultante” castigo impuesto al cura, apartado un año de su labor de párroco.

El Papa pide a los obispos que no se queden en sus oficinas

La agenda del Papa de este fin de semana ha tenido en la audiencia con los obispos de los territorios de misión uno de los momentos más importantes. Los participantes del seminario organizado por la Congregación para la Evangelización de los pueblos tuvieron un tiempo el sábado para compartir con el Pontífice, que les instó a evangelizar entre la gente como hacía Jesús y “no desde la comodidad de sus oficinas”, como recoge Vatican News.

A pesar de que no existe un modelo estándar de obispo, Francisco aludió a tres características básicas de todo prelado: ser un hombre de oración, un hombre de anuncio y un hombre de comunión. En relación a la oración, el Papa subrayó que “no es para el obispo devoción, sino necesidad. Es fácil llevar una cruz sobre el pecho, pero el Señor nos pide llevar un bien más pesado sobre nuestras espaldas y corazones: nos pide realmente compartir su cruz”.

Sobre ser un hombre de anuncio, Francisco les alentó a salir, porque “el Evangelio no se anuncia sentado, sino en camino. El obispo no vive en la oficina, como el administrador de una empresa, sino entre la gente, en las calles del mundo, como Jesús”. Por último, un hombre de comunión que no busque “sus propias glorias”: “La Iglesia necesita unión, no solistas fuera del coro o líderes de batallas personales”. Y añadió: “El Pastor es obispo para sus fieles. No es noticia en los periódicos, no busca el consenso del mundo, no está interesado en proteger su buen nombre, no sufre de falta de protagonismo, sino que vive arraigado en el territorio, rechazando la tentación de alejarse con frecuencia de la diócesis”.

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