Cuatro miradas a un año de la visita de Francisco a Colombia

  • Durante el conversatorio organizado por la CEC, la CRC, Cristovisión, PPC y Vida Nueva Colombia, se hizo un balance de los alcances de la visita papal
  • Pastora Mira, Ignacio Madera, Manuel Alfonso Vargas y Javier Darío Retrepo dialogaron en torno al mensaje de reconciliación que Francisco legó al pueblo colombiano

El 6 de septiembre de 2017 Jorge Mario Bergoglio aterrizaba en Bogotá. En el marco de la Semana por la paz, el miércoles 5 de septiembre se realizó en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) el conversatorio ‘A un año de la visita del papa Francisco: sigamos caminando juntos‘, con la participación de Pastora Mira García –víctima del conflicto–, el teólogo Ignacio Madera Vargas, el fraile capuchino Manuel Alfonso Vargas, y el decano del periodismo colombiano Javier Darío Restrepo. 

Invitar a la sociedad civil a continuar avanzando hacia la consolidación de la paz como bien común a partir del mensaje de reconciliación que Francisco legó al pueblo colombiano durante su visita al país, ha sido el propósito del evento organizado por la CEC, el Secretariado de Pastoral Social, la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC), Vida Nueva Digital Colombia,  la editorial PPC y el canal Cristovisión. 

La apertura estuvo a cargo del sacerdote Farly Gil, secretario adjunto de la CEC, quien recordó que “todavía está en nuestros corazones la palabra, imagen, los sentimientos que nos dejó el papa Francisco en su visita” y refirió que “en cada diócesis, en cada parroquia, hay acciones concretas para que el mensaje del Papa se renueve constantemente”. El conversatorio estuvo moderado por Oscar Elizalde, coordinador de Vida Nueva Digital en Colombia.

El abrazo del Papa, el abrazo de Dios

Una de las invitadas de honor fue Pastora Mira García, cuyo testimonio el año pasado en Villavicencio, en el parque las Malokas, conmovió profundamente al Papa y mereció sus palabras de aliento. Por eso tras el inicio de su intervención expresó que “no me canso de decirlo ni me cansaré, sigo siendo una bendecida y el 8 de septiembre del año pasado fue el abrazo fraterno de papá Dios por parte de su representante en la tierra”.

“Ese abrazo fue como se le da un niño que está maltratado, abandonado y encuentra a ese padre que nos recoge y les da esas palabras de aliento”, expresó, al tiempo que aseguró que este gesto fue reconfortante “después de toda la ignominia y la injustica sufrida en mi ser y en mi familia por parte de los seres humanos que han pasado haciéndonos daño”.

En su testimonio valiente y vivo, Pastora advirtió que “es muy fácil señalar, pero estirar la mano completamente es difícil”, en una clara referencia al tema del perdón y la reconciliación. Además hizo un llamado para que el pueblo colombiano haga un ejercicio de escucha plena y a dirimir las diferencias y encontrar el perdón sin condicionamientos.

“El Papa con su visita hizo una gran tarea invitándonos a dar ese gran paso” –comentó Pastora–, pero desafortunadamente la irracionalidad del ser humano en este momento de polarización, el poder y el tener todavía ganan terreno en el ser. “Así lo hemos visto con las muertes de los líderes sociales” que a pesar del proceso de desarme, del silencio de los fusiles, “siguen cayendo víctimas de la violencia”.

El futuro de la paz, la reconciliación y el perdón está en los niños y en los jóvenes colombianos, agregó la lideresa antioqueña, complementando a guisa de conclusión que “si todos y cada uno de nosotros asumimos el compromiso desde nuestro quehacer la vida sería diferente”.

“No se perdona cuando no se tiene misericordia”

Por parte del equipo de teólogos de la CRC, Ignacio Madera, sacerdote salvatoriano, conferencista e investigador, presentó su testimonio desde una perspectiva teológica a la luz de la vida consagrada y recordó que el Papa hace un año se dirigió especialmente a la Iglesia en Medellín cuando celebró el encuentro por las vocaciones cristianas.

“Francisco en Colombia fue un fenómeno”. A criterio de Madera el Santo Padre movilizó incluso a sectores no católicos habidas cuentas de las grandes multitudes presentes en cada uno de sus actos, por eso “la herencia que nos dejó todo este movimiento masivo de colombianos es que a un año de la visita vale la pena que nos preguntemos si estamos desafiados a despertar una experiencia religiosa cristiana más vital y centrada en las prácticas de construcción de la justicia y solidaridad”.

El centro del mensaje teológico del Papa en su visita a Colombia, especialmente en su encuentro con los jóvenes, fue mostrar a un Dios que es misericordia, “en contraste a veces con algunas visiones demasiado centradas en un Dios omnipotente, poderoso, al cual no se le acepta preguntas porque todo lo sabe”, aseveró el teólogo

En efecto, la misericordia es el horizonte fundamental que nos posibilitará el perdón y la paz,  mencionó el sacerdote, “porque no se perdona cuando no se tiene misericordia y no se tiene misericordia cuando no se perdona”.

“En tiempos de tribulación el cristiano se crece, digamos entonces que en tiempos de polarización los cristianos tenemos que erguirnos como hombres y mujeres que generan comunión más allá de todos los despropósitos”, expresó Madera al final de su intervención.

Reconciliarse también con la creación

Manuel Alfonso Vargas Reales, fraile capuchino, especialista en ecoteología, misionero en Leticia (Amazonas), y representante de la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), dio su aporte desde la perspectiva ecoteológica: “si gritan los pobres, grita la tierra y el grito de la tierra es el grito de los pobres”, dijo, citando a Leonardo Boff.

“Retomo aspectos de la visita del Papa sobre todo en Villavicencio, cuando tituló su homilía ‘Reconciliarse en Dios con los colombianos y con la creación’, destacando en ella un tema de Juanes: Los árboles están llorando son testigos de tantos años de violencia”, señaló.

Además, hizo mención de la violencia que llena al corazón humano herido por el pecado y también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivos, citando apartes de la encíclica ‘Laudato si’’ usadas por el Papa en su homilía en Villavicencio.

El misionero capuchino destacó el llamado de Francisco a los obispos: “no abandonen la Amazonía”, como algo expreso, bien dirigido, bien concreto. Asimismo, afirmó que como franciscano, para lograr consolidar pasos camino a la paz es necesario “ser hermanos en su integralidad, de forma muy honesta, reconocernos que somos hermanos”.

Colombia requiere los cuidados de un buen samaritano

Desde la mirada periodística, Javier Darío Restrepo, uno de los comunicadores más destacados en Colombia y América Latina, quien integra el equipo de formadores de la fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano desde 1995, fue director de la revista Vida Nueva Colombia y actualmente es columnista en importantes diarios nacionales, hizo también su balance.

Pensando en este primer aniversario recordó a Guillermo León Escobar, quien fuera embajador ante la Santa Sede, resaltando que en una de las conversaciones con él “me hablaba de la importancia que tenía el que se le diera continuidad al hecho de la visita papal”, al punto se cuestiona: “¿Valdría la pena o no esa visita?”

Respecto al alarmante asesinato de líderes sociales, aseguró que “se han quedado cortas las hipótesis sobre el origen de estas matanzas”, por lo cual “ese veneno del odio y la intolerancia es un virus hecho de deseos de venganza y allí está el origen de la enfermedad que el Papa detectó durante su visita y que le hizo ver a Colombia como un paciente que reclama cuidados intensivos”.

Además señaló que un año después de la visita se han multiplicado las disidencias, los grupos criminales y la violencia urbana no da señales de apaciguamiento, recordando también lo que decía Francisco: “El odio no tiene la última palabra, el amor es más fuerte que la violencia y las muertes”.

Restrepo destacó que Francisco “sabía de qué hablaba y para qué lo decía, veía a los colombianos necesitados como nunca del sacramento del amor a los demás”. Por ello concluyó que Colombia es un país enfermo que requiere lo mismo que aquel herido de la parábola, los cuidados de un samaritano y es la manera de tener a mano lo que puede ser el resumen de todos los sacramentos: el sacramento del amor al otro como indispensable para que todo lo demás mantenga vigencia”.

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