“Es inaceptable cualquier privatización del agua”, denuncia Francisco

Una mujer acarrea bidones para surtirse de agua potable en una comunidad latinoamericana

“Debemos reconocer que no hemos sabido custodiar la creación con responsabilidad”. El mensaje del papa Francisco para la celebración de la IV Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación comienza con autocrítica. “La situación ambiental, tanto a nivel global como en muchos lugares concretos, no se puede considerar satisfactoria. Con justa razón ha surgido la necesidad de una renovada y sana relación entre la humanidad y la creación, la convicción de que solo una visión auténtica e integral del hombre nos permitirá asumir mejor el cuidado de nuestro planeta en beneficio de la generación actual y futura”, añade el Pontífice.

En esta IV Jornada, que se celebra hoy, 1 de septiembre, “deseo ante todo dar gracias al Señor por el don de la casa común y por todos los hombres de buena voluntad que están comprometidos en custodiarla”, recalca. Asimismo, agradece “los numerosos proyectos dirigidos a promover el estudio y la tutela de los ecosistemas, los esfuerzos orientados al desarrollo de una agricultura más sostenible y una alimentación más responsable, las diversas iniciativas educativas, espirituales y litúrgicas que involucran a tantos cristianos de todo el mundo en el cuidado de la creación”.

Sin más preámbulos, el Papa entra en la cuestión del agua, sobre la que gira el mensaje de la jornada, que un año más se celebra en conjunto con los ortodoxos y otras iglesias cristianas. En concreto, en dos aspectos: “El respeto al agua como un elemento valioso y el acceso al agua como un derecho humano”. Francisco denuncia que el acceso al agua es “lamentablemente difícil si no imposible para muchos”.

“Dar gracias a Dios por la ‘hermana agua'”

A renglón seguido, Jorge Mario Bergoglio mantiene que “pensando en su papel fundamental en la creación y en el desarrollo humano, siento la necesidad de dar gracias a Dios por la ‘hermana agua’, sencilla y útil para la vida del planeta como ninguna otra cosa. Precisamente por esto, cuidar las fuentes y las cuencas hidrográficas es un imperativo urgente”.

Y continúa: “Hoy más que nunca es necesaria una mirada que vaya más allá de lo inmediato (cf. Laudato si’, 36), superando ‘un criterio utilitarista de eficiencia y productividad para el beneficio individual’ (ibíd., 159). Urgen proyectos compartidos y gestos concretos, teniendo en cuenta que es inaceptable cualquier privatización del bien natural del agua que vaya en detrimento del derecho humano de acceso a ella”.

Desde el punto de vista cristiano, “para nosotros el agua representa un elemento esencial de purificación y de vida. La mente va rápidamente al bautismo, sacramento de nuestro renacer. El agua santificada por el Espíritu es la materia por medio de la cual Dios nos ha vivificado y renovado, es la fuente bendita de una vida que ya no muere más. El bautismo representa también, para los cristianos de distintas confesiones, el punto de partida real e irrenunciable para vivir una fraternidad cada vez más auténtica a lo largo del camino hacia la unidad plena”.

“Dar de beber no solo supone gestos de caridad”

Además, “ir a Jesús, beber de él, significa encontrarlo personalmente como Señor, sacando de su Palabra el sentido de la vida.  El Señor nos sigue pidiendo que calmemos su sed, tiene sed de amor. Nos pide que le demos de beber en tantos sedientos de hoy”. Pero “dar de beber, en la aldea global, no solo supone realizar gestos personales de caridad, sino opciones concretas y un compromiso constante para garantizar a todos el bien primario del agua”.

Bergoglio recuerda que “custodiar cada día este bien valioso representa hoy una responsabilidad ineludible, un verdadero y auténtico desafío: es necesaria la cooperación eficaz entre los hombres de buena voluntad para colaborar en la obra continua del Creador”. Sin embargo, “lamentablemente, muchos esfuerzos se diluyen ante la falta de normas y controles eficaces, especialmente en lo que respecta a la protección de las áreas marinas más allá de las fronteras nacionales (cf. Laudato si’, 174)”.

Y añade: “No podemos permitir que los mares y los océanos se llenen de extensiones inertes de plástico flotante. Ante esta emergencia estamos llamados también a comprometernos, con mentalidad activa, rezando como si todo dependiese de la Providencia divina y trabajando como si todo dependiese de nosotros”.

Generosidad con los migrantes en el agua

Francisco pide rezar “para que las aguas no sean signo de separación entre los pueblos, sino signo de encuentro para la comunidad humana. Recemos para que se salvaguarde a quien arriesga la vida sobre las olas buscando un futuro mejor. Pidamos al Señor, y a quienes realizan el eminente servicio de la política, que las cuestiones más delicadas de nuestra época ―como son las vinculadas a las migraciones, a los cambios climáticos, al derecho de todos a disfrutar de los bienes primarios― sean afrontadas con responsabilidad, previsión, mirando al mañana, con generosidad y espíritu de colaboración, sobre todo entre los países que tienen mayores posibilidades”.

“Recemos por cuantos se dedican al apostolado del mar -continúa-, por quienes ayudan en la reflexión sobre los problemas en los que se encuentran los ecosistemas marítimos, por quienes contribuyen a la elaboración y aplicación de normativas internacionales sobre los mares para que tutelen a las personas, los países, los bienes, los recursos naturales y garanticen un desarrollo integral en la perspectiva del bien común de toda la familia humana y no de intereses particulares. Recordemos también a cuantos se ocupan de la protección de las zonas marinas, de la tutela de los océanos y de su biodiversidad, para que realicen esta tarea con responsabilidad y honestidad”.

Finalmente, “nos preocupan las jóvenes generaciones y rezamos por ellas, para que crezcan en el conocimiento y en el respeto de la casa común y con el deseo de cuidar del bien esencial del agua en beneficio de todos. Mi deseo es que las comunidades cristianas contribuyan cada vez más y de manera más concreta para que todos puedan disfrutar de este recurso indispensable, custodiando con respeto los dones recibidos del Creador, en particular los cursos de agua, los mares y los océanos”.

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