¿Son las fiestas patronales una oportunidad evangelizadora para la Iglesia?

“Hay que aprovechar ese vínculo con la fe que mantienen los que regresan en vacaciones para la procesión religiosa”, afirma Eugenio Abad, director del Departamento de Piedad Popular de la Conferencia Episcopal Española

Celebración festividad Nuestra Señora de Sonsoles

Agosto es una fiesta. De los casi 19.000 pueblos que hay en España, pocos son los que en estas semanas no celebran a su patrona o patrón. De hecho, el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen María, es uno de los más festejados a lo largo y ancho de la geografía española.

Para la Iglesia, es también una oportunidad para la evangelización, pues son muchos los que vuelven a sus pueblos para estas fechas y, en no pocos casos, aunque se hayan alejado de la práctica religiosa, esta fiesta les mantiene unidos “con el hilo de la fe”, como reconoce Eugenio Abad Sierra, director del Departamento de Santuarios, Peregrinaciones y Piedad Popular de la Conferencia Episcopal Española.

¿Necesidad de purificación?

“La Iglesia entiende que estos son unos momentos que nos pueden ayudar a evangelizar desde ahí, desde ese apego, desde ese único vínculo que muchos aún mantienen con lo religioso gracias a que vuelven para la procesión del santo o la santa”, reconoce este sacerdote de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara.

Abad considera que ya han pasado un poco aquellos años en donde se veía que estas prácticas necesitaban de purificación. “Hoy estamos en una situación de más equilibrio y consideración hacia la religiosidad popular. Es verdad que nos han ayudado también documentos eclesiales como la Evangelii nuntiandi, la Evangelii gaudium y el mismo Directorio de Piedad Popular, que ha hecho que se reconsidere esta cuestión”.

Y es que este sacerdote, que tiene muy claro que es una oportunidad para evangelizar, también es consciente de que “muchos de los que se acercan estos días a estas manifestaciones de religiosidad popular, vienen solo a esto. Pero qué le vamos a hacer. Lo ideal es que vinieran a algo más, pero no los vas a echar cuando vienen. Habrá que cuidarlos, acompañarlos, acogerlos y, desde ahí, tratar de evangelizar, porque cada uno viene con su mundo”.

No caer en el sentimentalismo

“No olvidemos que la religiosidad popular tiene mucha relación con el sentimiento, porque les recuerda a lo que ya hacía su padre, o porque lo celebraban ya cuando eran pequeños, o era una tradición en la que participaba toda la familia. Aunque tampoco podemos quedarnos en que todo sea solo eso, pues caeríamos en el sentimentalismo. Pero el sentimiento hay que valorarlo, aprovecharlo y evangelizar desde ese vínculo. La persona, en ese momento, está abierta a lo religioso, porque el sentimiento, la tradición y la cultura que ha vivido hace que siempre regrese por estas fechas al pueblo a celebrarlo”, sostiene el sacerdote.

Abab reivindica la valided de ese “vínculo” con lo religioso, aunque no oculta que le gustaría que viniese acompañado “de un poco más de formación” entre quienes se acercan a estas fiestas. En todo caso, y aunque recuerda que “hubo un momento, cuando la reforma litúrgica, en el que los sacerdotes veían que en estas manifestaciones de piedad popular tenían muchas cosas que purificar”, hoy está plenamente convencido de que “la Iglesia tiene que estar presente en estas manifestaciones, tenemos que acompañar, y eso significa aconsejar, dirigir, potenciar y a veces también purificar. Pero, desde luego, estas fiestas, estos días, son una gran oportunidad evangelizadora“.

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