Subasic, el portero que nunca perdió la fe

  • El guardameta de Croacia disputa hoy los cuartos de final del Mundial contra la anfitriona, Rusia
  • En cada partido homenajea a su “ángel de la guarda”, su compañero Custic, muerto hace 10 años
  • El trauma de la Guerra de los Balcanes le persigue hasta hoy, no siendo aceptado por su suegro

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A unas horas del partido que esta noche enfrenta en Sochi a Croacia y a la anfitriona Rusia en los cuartos de final del Mundial, muchas de las miradas de los aficionados de todo el mundo están puestas en el portero croata, Danijel Subasic, tras su decisiva actuación frente a Dinamarca, cuando se irguió cual coloso al parar tres penaltis en la tanda que decidía al vencedor de la ronda… Una gesta, por cierto, solo alcanzada por Ricardo, el meta portugués, en el Mundial de Alemania de 2006.

Los medios de todo el mundo destacaron su imagen emocionado y portando en una camiseta el recuerdo de su amigo Hrvoje Custic (donde es bien visible la leyenda ‘Forever, Siempre’), con quien jugaba en el NK Zadar cuando, el 29 de marzo de 2008, en la disputa de una pelota cerca de la banda, el joven falleció en pleno partido tras golpearse con un muro de hormigón.

De hecho, al concluir el encuentro frente a los daneses, cuando los periodistas le preguntaron por la camiseta, Subasic dijo: “Es difícil para mí hablar de esto. Ya sabéis la historia…”. Y rompió a llorar, siendo consolado por su compañero Domagoj Vida, presente en la rueda de prensa.

“Siempre estará en mis sueños”

Pero este homenaje a Custic no es solo cosa de un día. Es algo que el meta del Mónaco repite siempre, en cada uno de sus partidos. Un honor que también hace extensible con la palabra, como mostró en sus redes sociales el pasado 29 de marzo, con motivo de cumplirse diez años de su muerte, publicando este mensaje: “Nos reímos juntos, fuimos al campo aquel día y jugamos para nuestro Zadar. Ha pasado mucho tiempo. Han sido diez años de dolor y tristeza, pero su memoria nunca desaparecerá. Siempre estará en mis pensamientos. Y en mis sueños”. “Hrvoje –suele repetir– estará siempre conmigo, no solo en la camiseta, también en el corazón”.

Si bien el recuerdo de su amigo, a quien se refiere como su “ángel de la guarda”, ha marcado a fuego su personalidad, también hay otros episodios de su vida que reflejan una historia de superación. Porque Subasic fue uno de esos niños que tuvo que vivir el trauma de la Guerra de los Balcanes, refugiándose cada vez que las alarmas avisaban de un bombardeo. Y lo vivió, como les ocurre a muchos en las luchas fraticidas, desde un punto de vista complejo, puesto que, aun naciendo en la localidad croata de Zadar, la nacionalidad serbia de su padre fue vista con recelos incluso en su ámbito más cercano.

Su suegro recela de sus orígenes

De hecho, el padre de su novia, Antonija, con la que comparte una relación de 16 años, llegó a agredirla por estar con alguien por cuyas venas corre venas sangre serbia. Del mismo modo, en el conflicto con su suegro, la fe desempeñó un factor importante. Y es que, pese a que Subasic es católico (como la mayoría de los croatas), la creencia ortodoxa de su padre (como la de la mayoría de los serbios) tampoco fue aceptada por él.

Cuando Subasic salte al campo de Sochi en el que es el partido más importante en la vida de todo un veterano de 33 años cuya única experiencia internacional la ha vivido en la Liga francesa con el Mónaco, seguramente eleve un momento la mirada al cielo. Buscará a Dios… y a su ángel de la guarda.

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