El cardenal Aguiar expone en Roma los cambios que operará en la Arquidiócesis

En entrevista para la corresponsal de CRUX, el arzobispo primado de México se refirió a la creación de nuevas diócesis, al impulso de las vocaciones sacerdotales y a la “tolerancia cero” con los abusos sexuales por parte de sacerdotes

El cardenal Carlos Aguiar Retes participó este viernes 29 de junio de la Solemnidad de san Pedro y san Pablo en Roma, junto con los miembros del Colegio Cardenalicio, entre los cuales hoy se encuentra otro mexicano más:  Sergio Obeso Rivera, arzobispo emérito de Xalapa, Veracruz, quien fue creado cardenal por el papa Francisco en el Consistorio de este jueves. El cardenal Aguiar, por su parte, recibió el palio arzobispal como corresponsable de la comunión del colegio episcopal en la Provincia Eclesiástica de México.

En el marco de esta visita a la Ciudad Eterna, el Arzobispo Primado concedió al diario norteamericano Crux Now una larga entrevista a propósito de los cambios que ha comenzado a operar desde el pasado 5 de febrero, cuando tomó posesión de la Arquidiócesis de México, una de las más grandes del mundo.

Descristianización, el gran reto

A la pregunta de la corresponsal en Roma, Inés San Martín, sobre cuáles serían los grandes cambios pensados para la Iglesia que peregrina en la Ciudad de México, el cardenal Aguiar explicó, en primer lugar, que ésta tiene aproximadamente nueve millones de habitantes, de los cuales, los católicos son poco más del 80 por ciento, cifra que se encuentra por debajo del promedio nacional, que es cercano al 84 por ciento. Esto contrasta –dijo– con el ambiente del cual proviene, que es el cinturón de la Ciudad de México, mismo que tiene una población de 14 millones, y donde los católicos integran el 85 por ciento de la población.

“Hay muchos factores que explican esta realidad –apuntó–. Uno de ellos es que, en el cinturón, el modelo provincial es aún un camino de vida, donde los vecinos se conocen unos a otros, donde hay una cercana relación entre los miembros de la comunidad, y esto facilita el trabajo de la Iglesia; sin embargo, en la metrópoli, lo que pasa es comparable a otras ciudades en el mundo, donde ser anónimo es muy común, y raramente los vecinos se conocen, y las familias viven muy aparte. Esto significa que el sentido de pertenencia a la parroquia o a la comunidad, que es la clave para la vida de la Iglesia, se ha diluido en la práctica”.

Creación de tres nuevas diócesis

El Arzobispo Primado ubicó como un segundo reto la organización de la Arquidiócesis con miras a ser más cercana a la gente, y que los obispos sean también más cercanos a los sacerdotes. “Hace unos 30 años –explicó– las Vicarías Episcopales fueron formadas como equipos gerenciales. Y en los pasados 25 años han sido coordinadas por un obispo auxiliar, quien responde al cardenal. Sin embargo, ahora hay una visible fragmentación; un vicario no conoce lo que está haciendo el otro, entonces nosotros básicamente tenemos ocho mini-diócesis caminando paralelamente con el cardenal como representante oficial”.

En este sentido, detalló que su propósito es generar tres nuevas diócesis, y dejar sólo cinco vicarías para la Arquidiócesis de México, que tendría un tamaño más accesible; “Pero al mismo tiempo, necesitamos generar una relación cercana con las nuevas diócesis, a fin de afrontar los retos que tenemos en común como Ciudad de México”.

Impulso a las vocaciones sacerdotales

El tercer reto –continuó el cardenal Aguiar– es que hoy en día se ha reducido el surgimiento de vocaciones sacerdotales. Detalló que un cuarto de los actuales seminaristas proviene de otras diócesis, no de nuestras parroquias. Y en el clero, un tercio es diocesano, el resto es religioso. “Esto significa que no hemos sido capaces de tener un ministerio vocacional para jóvenes donde las vocaciones florezcan en la vida de la Iglesia”.

Para el Arzobispo, la creación de las nuevas diócesis permitiría además implementar de algunos proyectos, incluyendo un ministerio de acompañamiento vocacional. Desde su punto de vista, es fundamental trabajar en las nuevas vocaciones antes de alcanzar un punto extremo. “En este momento es manejable, pero en pocos años esto nada será suficiente.

Iglesia al encuentro

Tras explicar que en la Ciudad de México y zona conurbada hay millones de personas que tardan entre dos y cuatro horas en ir y venir de su casa al trabajo, y por lo tanto no tienen tiempo para participar en el trabajo pastoral de las parroquias, dejando su espiritualidad para momentos ocasionales, el cardenal explicó que para enfrentar este reto se están creando cuatro Parroquias Personales, para llevar los servicios a través de sacerdotes a las propias compañías o unidades de trabajo.

Abundó: “Es decir, si la gente no va a la Iglesia por distintas razones, la Iglesia irá a su encuentro. Vamos a crear cuatro ya, y otras han sido solicitadas en compañías donde se irá a atender a los católicos, y a cuidar de sus niños o familiares cuando estén en hospitales; es decir, tendrán a alguien para atender sus necesidades, y así rehacer esta sinergia que la Iglesia siempre ha tenido en México: la cercanía de los sacerdotes con sus feligreses”.

El rol de la mujer en la Iglesia

El cardenal mexicano también habló de la necesidad de que la mujer tenga un rol más activo en la Iglesia, y aseguró que hay papeles que la mujer ejerce mejor que el hombre, entre ellas la comunicación.

Puso como ejemplo a Marilú Esponda, la directora de Comunicación Social de la Arquidiócesis de México, quien forma parte de su grupo cercano de colaboradores: “Yo conozco a Marilú desde que ella me ayudó en la Conferencia del Episcopado Mexicano como portavoz. La primera vez yo le ofrecí la posición; ella se negó. Le dije: ‘Tú has terminado tus estudios en Comunicación, ahora trabaja para la Iglesia’. Pero ella se resistió, me contestó: ‘Soy una mujer’. Y yo le dije que eso no era un defecto, sino al contrario, una virtud. Y ahora que fui nombrado Arzobispo, le llamé nuevamente. Pero no fue sola, sino con otra compañera que también colabora en el Equipo de Coordinación, Marimar Chapa, y ambas han comenzado a trabajar en la materia”.

Cero tolerancia a los abusos sexuales

El Primado de México también profundizó en el tema de los abusos sexuales por parte de sacerdotes. “¿Qué tan grande es este reto de luchar contra los abusos sexuales al interior de la Arquidiócesis?”, le preguntó la periodista Inés San Martín.

“Yo pienso que la condición en que los sacerdotes trabajan hoy, tiene, como familia y sociedad, una tendencia más individualista, sin ese calor de la comunidad o del vecindario que una vez tuvo, y esto los afecta mucho, pues los deja más expuestos”, dijo el arzobispo.

Recordó que tradicionalmente la Iglesia fue diseñada para trabajar en pequeñas comunidades, porque la estructura de parroquia puede proporcionar a los sacerdotes el calor y la relación de comunidad cristiana. “Pero esto es algo que en la Ciudad de México está desapareciendo, así que hay más riesgos para la vida celibataria, lo cual se refleja no sólo en los desafortunados casos de pedofilia, sino también en otros tipos de relaciones sexuales que no deberían estar ocurriendo, o en abusos de otro tipo, como el alto consumo de alcohol, que es muy dañino y perjudica las capacidades de la persona. Caso contrario es el de una persona que vive en un ambiente de salud afectiva; todos esos riesgos decrecen, su espiritualidad se ve fortalecida, y el sacerdote se vuelve más fuerte y eficaz”.

Dijo que frente a este reto, el propósito que se tiene es la creación de Unidades Pastorales, lo cual significa que los tres o cinco párrocos de una comunidad, identificados con la zona, formen un grupo con un coordinador al mando. “La intención es que vivan en una casa común, donde haya calor humano y una normalidad en las relaciones diarias, que se siente a comer juntos, en lugar de hacerlo solos, para que puedan dialogar e intercambiar actividades. Yo pienso que esto ayudará mucho a mantener la espiritualidad y el celibato de nuestros sacerdotes”, abundó.

Finalmente, se refirió a la colaboración de la Arquidiócesis con la organización SNAP para luchar contra la pedofilia y a favor de la cero tolerancia. Al respecto, dijo que el trabajo conjunto ha ayudado a descubrir que ambas instituciones no son enemigas, sino que el enemigo es otro: la pedofilia. “Tenemos algo en común: el hecho de que la Iglesia no quiere pedófilos y que las víctimas no quieren que se repitan ese tipo de actos tan lamentables”, concluyó.

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