“Hay que acoger y proteger a quienes huyen de la guerra y el hambre”, dice el Papa a los nuevos embajadores

  • “El objetivo general de toda actividad diplomática debe ser el desarrollo integral de cada persona”, remarca
  • Francisco les recuerda que para alcanzar la paz hacen falta “políticas que se caractericen por la compasión”

papa Francisco con los nuevos embajadores de Yemen, Nueva Zelanda, Suazilandia, Azerbaiyán, Chad, Liechtenstein e India

La Sala Clementina del Palacio Apostólico ha sido el lugar elegido para la audiencia del Papa los nuevos representantes diplomáticos de Tanzania, Lesoto, Pakistán, Mongolia, Dinamarca, Etiopía y Finlandia; quienes presentaron sus cartas credenciales. Francisco aprovechó la ocasión para dar la bienvenida a los embajadores pidiendo que transmitieran sus “sentimientos de gratitud y respeto hacia vuestros Jefes de Estado”.

El objetivo del desarrollo integral de la persona

El obispo de Roma recordó que “la Iglesia está convencida de que el objetivo general de toda actividad diplomática debe ser el desarrollo integral de cada persona, hombre y mujer, niño y anciano, y el de las naciones dentro de un marco global de diálogo y de cooperación al servicio del bien común”. De este modo, mientras recordaba el 70 aniversario de la adopción por las Naciones Unidas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, quiso que este hecho fuese “un llamamiento a un renovado espíritu de solidaridad”, especialmente “con cuantos sufren el azote de la pobreza, de la enfermedad y de la opresión”.

El tiempo actual, “de cambios realmente trascendentales”, fue el siguiente tema al que quiso referirse Francisco. Recordó a los representantes diplomáticos que estos tiempos “requieren sabiduría y discernimiento por parte de todos aquellos que se preocupan por un futuro pacífico y próspero”. Deseando al mismo tiempo que su trabajo diplomático “contribuya al crecimiento de ese espíritu de colaboración y participación mutua” que Francisco estima “esencial para una respuesta eficaz a los desafíos radicales de hoy”.

Dimensión intrínsecamente ética

Las preocupaciones del sucesor de Pedro en política internacional motivó el siguiente punto del discurso, que no quiso olvidarse de “quienes huyen de la guerra y el hambre o se ven obligados a dejar su tierra a causa de la discriminación, la persecución, la pobreza y la degradación del medio ambiente”, recordando que la comunidad internacional tiene que “acoger, proteger, promover e integrar” a estas personas.

Para terminar quiso recordar el mensaje que comunicó para la Jornada Mundial de la Paz, en la que indicó que “este problema tiene una dimensión intrínsecamente ética que trasciende las fronteras nacionales y la concepciones limitadas sobre seguridad y el interés propio”. Y haciendo hincapié en que para poder conseguir los objetivos hacen falta “decisiones y políticas que se caractericen sobre todo por la compasión, la clarividencia y el valor”.

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