La Iglesia de Nicaragua denuncia ataques con morteros en la catedral de Jinotega

foto de una mujer manifestándose en Nicaragua

En la noche de ayer, miércoles 16 de mayo, grupos armados paramilitares atacaron con morteros la catedral de la ciudad nicaragüense de Jinotega, en el marco de los disturbios que está viviendo el país. Según informa el portal La Prensa, el vicario Arsenio Martínez denunció los ataques con morteros llevados a cabo por paramilitares y miembros de la Juventud Sandinista, que buscaban irrumpir en el templo para agredir a los estudiantes de Medicina que allí se encuentran junto a varios doctores. Se trata de universitarios voluntarios que atienden a los heridos por las protestas dentro del templo.

Los vecinos aseguran que los grupos, equipados con todo tipo de armas blancas, llevan varios días vigilando los alrededores de la Catedral a la espera de que salgan los estudiantes y particularmente la directora de la fundación Fe y Lucha, Nidia Chavarría, que también se encuentra allí. Los barrios comienzan a llenarse de barricadas temiendo los ataques de estos grupos violentos, ante lo que el obispado ha lanzado un comunicado llamando a la calma y defendiendo particularmente a los estudiantes de la Catedral.

La Iglesia católica no promueve la violencia ni la zozobra. Los jóvenes que aún están dentro de catedral están haciendo labores humanitarias. Son jóvenes profesionales de la salud y estudiantes que pacíficamente se tomaron la catedral y están recolectando víveres y medicinas para los posibles heridos de cualquier facción“. Además se han suspendido las clases en todos los colegios católicos de la zona para evitar males mayores.

La Santa Sede insiste en impulsar los Acuerdos de París

Fernando Chica Arellano, observador permanente de la Santa Sede ante la FAO (la fundación de la ONU para la Alimentación) denunció en su última intervención el creciente deterioro que el cambio climático está causando en distintas poblaciones especialmente vulnerables. Recalcó que muchas comunidades viven ya de por sí situaciones marginales y que “descuidar o incluso modificar de modo definitivo los delicados equilibrios de ecosistemas como la agricultura, la pesca y los recursos forestales puede convertirse en un camino sin retorno que haga aún más arduo sostener los esfuerzos para socorrer a estas personas marginadas“.

Por otro lado, según informa ACI, reconoció que las políticas adoptadas en muchas de estas zonas con la vista puesta en el desarrollo rural son “la única garantía para alcanzar y mantener la seguridad alimentaria”. Pero eso no impide que otras zonas se estén resintiendo enormemente por los efectos del cambio climático, por lo que aseguró que “no hay tiempo que perder” y pidió continuar con acciones concretas para luchar contra este fenómeno, acciones “como el Acuerdo de París, sabiendo que para hacerlo es preciso un compromiso concreto y no solo buena voluntad”

La parroquia de Vallecas que cuida cuerpo y alma

El Mundo publica hoy, 17 de mayo, un reportaje en el que presenta a cuatro personas, Calista, Ángel, Elita y José Manuel. Los cuatro con historias muy distintas, un exadicto a la heroína que pasó por la cárcel, una madre soltera que buscaba comida en la basura, un ejecutivo que se dio a las drogas… Con todo, estas cuatro historias tiene un hilo en común: la parroquia de san Ramón Nonato, en Puente de Vallecas, dirigida desde 2009 por el sacerdote Juan Manuel Horcajo. Allí no imparte solamente sSacramentos, también se encarga de dar de comer y ofrecer un techo a todo el que puede, alimentando a unas 300 personas al día.

La parroquia ayuda a todos según sus necesidades, aparte del comedor social y las casas de acogida dispone de un ropero, clases de apoyo a estudiantes y ayudas para buscar trabajo. Es esta labor la que ha hecho que Ángel, por ejemplo, pasara de 3 años de cárcel y otros seis meses en la calle a cantar en el coro y hacer las lecturas cuando es necesario, además de su trabajo en un quiosco, algo que agradece todos los días: Gracias a la parroquia he salido del acantilado. Ahora, sin la Iglesia estoy desnudo. ¡Tengo un enganche tremendo a Dios!”. O que Calista, madre soltera que llegó de Perú hace 28 años y tuvo que buscar comida en la basura vaya a abrir en breves un negocio de arreglos en el barrio “estoy viviendo una curación. Dios está al final del túnel”.

Pero esto no resulta nada fácil, ya que la solidaridad tiene un coste. La parroquia tiene que hacer malabares para llegar a final de mes, solo las comidas ya cuestan 5.000 euros mensuales. Aunque como dice el padre Horcajo, “el Señor me ha casado con los pobres, y estoy encantado. Es algo que jamás me podía imaginar”.

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