Manuel Crespo: “San Isidro nos enseña a hacer un Madrid más habitable”

  • En su nuevo libro, el biblista y estudioso de la historia de la capital asegura que el santo “nos muestra el camino para vivir en plenitud la ecología”
  • El autor recomienda su lectura no solo a los madrileños, sino a los que “lo tienen como patrón en su pueblo, a los agricultores y a las cofradías de toda España”

La Pradera de San Isidro, durante la fiesta del patrón de Madrid

Licenciado en Teología Bíblica por el Instituto Bíblico franciscano de Jerusalén, Manuel Crespo Ortega (San Sebastián, 1948) ha volcado sus conocimientos en Sagrada Escritura en numerosas publicaciones. Pero son también muchos los artículos que, en las más diversas revistas, dan cuenta de su interés por el patrimonio histórico-artístico, los santuarios de peregrinación o el turismo religioso. Si a ello le añadimos su condición de estudioso de la historia de Madrid a través de sus monumentos y personajes, no resulta extraño que ahora nos regale este retrato de bolsillo de Isidro Labrador. Santo del siglo XI… y del XXI’ (San Pablo), un libro que trata de “actualizar la figura y el mensaje del santo labrador a nuestro mundo de hoy”.

Manuel Crespo, autor de 'Isidro Labrador'

Manuel Crespo, autor de ‘Isidro Labrador’ (San Pablo)

PREGUNTA.- ¿Por qué un santo del siglo XI como Isidro Labrador puede resultar actual para un creyente de este siglo XXI?

RESPUESTA.- Ese es el objetivo del libro, actualizar la figura y el mensaje del santo labrador a nuestro mundo de hoy. El lector irá descubriendo poco a poco cuáles son esos mensajes que san Isidro nos envía desde aquellos tiempos tan lejanos y tan convulsos que le tocó vivir.

P.- El protagonista de su libro es un agricultor de vida humilde. ¿Cómo encaja hoy su testimonio en nuestras sociedades, cada vez más urbanas y sofisticadas?

R.- El agricultor humilde que vivió en aquel Madrid, pueblo de tres mil habitantes, guarda muchas sorpresas en su zurrón para los urbanitas de esta gran ciudad de tres millones de habitantes. Su humildad y sencillez frente a la arrogancia de quienes lo sabemos todo y nos ufanamos con nuestras posesiones materiales y nuestras posiciones sociales y laborales. También nos enseña a convivir con los vecinos, frente al individualismo e indiferencia con que nos tratamos hoy día. San Isidro vivió y trabajó en el campo, fue un amante de la naturaleza, que nos ayuda a redescubrir la importancia de una naturaleza sana, a cuidar los jardines de nuestra ciudad, a mitigar los efectos nocivos de nuestros medios de transporte, a respirar un aire más puro y más sano, para que el Madrid de hoy sea una ciudad habitable. San Isidro nos muestra el camino para vivir en plenitud algo tan moderno como es la ecología, y que el papa Francisco nos lo recuerda en su encíclica Laudato si’.

Ayuda para el diálogo interreligioso

P.- El santo madrileño nació y creció en un tiempo de obligada convivencia entre religiones. ¿Qué podemos aprender de él en esta época para cultivar más y mejor el diálogo interreligioso?

R.- Es cierto, san Isidro nació en unos momentos difíciles para Madrid y para España. Se estaba en plena Reconquista, y en nuestras poblaciones compartían vecindad los cristianos locales y los árabes invasores, de religión musulmana. No nos consta que san Isidro tuviera problemas serios con los musulmanes. Él nació en un ambiente cristiano, acudía a las parroquias a orar antes de ir al trabajo y compartía barrio con los árabes. Hoy vemos que Madrid sigue siendo esa ciudad abierta y acogedora de siempre, que recibe a ciudadanos de toda España y de todos los continentes, con sus culturas, lenguas y religiones tan diversas. Isidro nos sirve de ejemplo para vivir el ecumenismo práctico, respetando las creencias y evitando los enfrentamientos raciales. Junto a las parroquias católicas, están los templos de los cristianos ortodoxos, protestantes, evangélicos y Testigos de Jehová, las mezquitas musulmanas, las sinagogas judías… Creo que san Isidro nos ayuda a convivir y practicar este diálogo interreligioso.

P.- ¿En qué medida su vida de trabajo y oración es un estímulo para tantos cristianos incapaces de conjugar el activismo laboral con el sosiego interior?

R.- Solemos decir con mucha frecuencia: “No tengo tiempo para nada”. Las idas y venidas al trabajo, las ocupaciones caseras, el cuidado de los hijos, la actividad deportiva, los compromisos sociales nos absorben las horas del día. Mucha actividad, muchas prisas que no dejan tiempo al sosiego, a la reflexión y a la oración. Es cierto que san Isidro vivió en una ciudad más tranquila, y su trabajo se desarrollaba en el campo, junto al río Manzanares. No tenía prisas, pero dicen las crónicas que todos los días tenía tiempo para visitar algunas iglesias y orar con calma y amoldar su vida a las enseñanzas de Jesús. Esta práctica le sirvió para ser responsable en el trabajo, ayudar a los necesitados y dar testimonio de su fe cristiana, elementos que sus convecinos valoraron para considerarlo santo antes y después de su muerte.

Devoción muy extendida

P.- De san Isidro se conocen milagros, leyendas transmitidas por la tradición oral… ¿Qué es lo que más le ha sorprendido de su figura de entre todos los descubrimientos que ha hecho antes de escribir este libro?

R.- De una persona que vivió entre los siglos XI-XII, que no escribió nada, que no tuvo un biógrafo cercano, que su vida, milagros y leyendas se fueron transmitiendo oralmente, me sorprende que fuera tan querido y venerado desde siempre. Que en Madrid se recuperara su cuerpo incorrupto y se eligiera un sitio mejor para colocarlo a la veneración de los fieles, hasta que se eligió la Colegiata de la calle Toledo. También me sorprende la aceptación que tuvo en toda España, siendo el patrón de muchos pueblos, erigiendo ermitas en su honor y cómo los agricultores muy pronto lo convirtieron en su protector y patrono. Esta devoción se extendió por toda América, gracias a los misioneros españoles, y siguen muy presentes su figura y su mensaje en todos los países hermanos de Hispanoamérica.

También quiero resaltar la importancia que tuvo Lope de Vega difundiendo la vida y milagros del patrón madrileño con sus poemas y comedias. Gracias a ellos, el pueblo llano conoció mejor a san Isidro y sirvió para transmitirlo a la posteridad.

P.- ¿A quién y por qué recomendaría la lectura de estas páginas?

R.- De una manera especial, a los madrileños. Quizás no se conoce muy bien la historia de san Isidro, salvo algunos milagros y poco más. He comprobado, mientras escribía el libro, que muchos allegados míos desconocían las fechas de su vida, pensaban que era mucho más cercano a nuestro tiempo. También se lo recomiendo a todos aquellos que lo tienen como patrón en su pueblo, a los agricultores y a las cofradías repartidas por tantos pueblos de España.

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