Las 5 canciones más pastorales de Eurovisión 2018

  • Algunos países buscan ofrecer un mensaje comprometido en este gran escaparate de la música pop
  • Vida Nueva repasa los temas con mayor trasfondo pastoral que se oirán hoy en la final de Lisboa
  • Entre ellos, los españoles Alfred y Amaia, que presentan la pureza del amor en ‘Tu canción’

Alfred y Amaia, Eurovisión 2018

Expectación o indiferencia, puede que a partes iguales, suscita cada año el festival pop más famoso del mundo: Eurovisión. Para unos es todo cosa de política, para los músicos más puros solo gana el espectáculo, para los más modernillos es algo casposo del pasado… pero el tradicional festival de los ‘12 points’ tuvo el año pasado 182 millones de espectadores –su récord estaba por encima de los 200 millones–, y por su escenario pasarán este año 26 propuestas de diferentes países que, a través de la música, expresarán lo que sienten, viven y esperan.

Más allá de los tópicos habituales de los artistas de la música pop, siempre hay propuestas que se salen del cliché del flechazo de cupido o de la superficialidad ‘reggaetonera’. Repasamos las cinco canciones que ofrecen una mayor profundidad social y espiritual y que merecen la pena rescatar ya sean en una lista de reproducción o en el grupo de confirmación.

1. Irlanda: juntos, para siempre (o no)

El representante de Irlanda es Ryan O’Shaughnessy, un conocido actor de telenovelas del país que ha llegado a la final de ‘La Voz’. Su puesta en escena, con nevada incluida, ha supuesto ha explicitado el mensaje que quiere lanza con su tema ‘Together’ (‘Juntos’).

La nación con más victoriaz eurovisivas hasta la fecha, 7, habla del amor para siempre. En la balada se traen las propias palabras del ritual de matrimonio cuando se lamenta el cantante diciendo “dijimos hasta que la muerte nos separe y, luego, elegiste romper mi corazón”. La canción habla de una relación que encarnan sobre el escenario dos chicos jóvenes –dice el cantante que como homenaje al amor en las parejas, “sean del tipo que sean”, ¿con besillo incluido?– que sienten que su relación se va “a la deriva como dos icebergs en el océano”.

“¿Cómo podría el amor verdadero mirarme a los ojos y mentir… mentir…?”, se pregunta O’Shaughnessy. “Me dejas marchar…, me dejas marchar…”, susurra la pianista. Amar en tiempos posmodernos.

2. Italia: la voz de los sin voz

El dúo italiano formado por Ermal Meta y Fabrizio Moro se atreve con una canción que se sale de los grandes tópicos y casi se acercan a la canción protesta. ‘Non mi avete fatto niente’ (‘No me habéis hecho nada’) es el tema que ha ganado este año la edición del popular festival de San Remo. Italia rompe una vez más los convencionalismos en Eurovisión tras la peculiar canción del año pasado, con Francesco Gabbani, y su ‘Occidentali’s Karma’, construida como un fresca manera de ironiza sobre el sincretismo que occidentaliza muchos de los aspectos de las religiones orientales –con mono incluido en el escenario–.

En esta ocasión, Meta y Moro –que será la actuación que cierre la gala, tras la favorita Chipre– dan voz a la situación de los refugiados y a las víctimas de los últimos atentados, como el de Las Ramblas de Barcelona o a las iglesias coptas de El Cairo. Describen a las “madres sin hijos” y a los “niños sin padres” a los que a pesar de la indiferencia del llamado mundo civilizado siguen adelante porque “la vida sigue adelante” –dice el estribillo–. Mientras, gracias a la realización televisiva, aparecerán subtítulos de toda la canción en varios idiomas y se sobrevuela por algunos campos de refugiados.

La canción más pacifista denuncia las “guerras inútiles” y llama a “quienes hacen la señal de la cruz o rezan sobre alfombras” a que descubramos la parte más humana de las personas, aunque tengan “brazos sin manos” o “caras sin nombres”… porque “no hay bombas pacifistas” y las vida es algo más “que un punto de vista”.

Canción agridulce que añora la “sonrisa de un niño” o la “felicidad que voló como se marcha una burbuja”. Mientras en las conciencias resuenan las voces de tantos: “No me habéis hecho nada, no me habéis quitado nada”.

3. Israel: personas, no juguetes

Una de las propuestas más originales es la de Israel. Su intérprete se llama Netta y se muestra sin complejos. Con voz aparentemente estridente y un vestuario y puesta en escena de colores recargados, pone buena cara a una historia de superación de bullying. Su canción se llama ‘Toy’ (‘Juguete’).

Frente a las consecuencias del acoso escolar, llena de ritmo Netta declara: “Mírame, soy una criatura hermosa”, en el primer verso de la canción. Dejando de lado en todos los juegos del patio del colegio, entre barbies y pikachus, es capaz de enfrentarse a su acosador y decir: “Eres tan estúpido como tu smartphone”.

Dando voz a los silencios de las víctimas, llena de fuerza, la artista grita: “No soy tu juguete, eres un chico estúpido. Te derribaré, haré que me mires bailando con mis muñecas”. No falta la seguridad personal y la recuperación de al autoestima: “Mujer maravilla, nunca lo olvides”. “Pam pam pa hoo, Turram pam pa hoo…”, es el ritmo de la superación.

4. Francia: misericordia de carne y hueso

La canción número 13 de la gran final de Eurovisión 2018 es la propuesta francesa, ‘Mercy’ (‘Misericordia’) del dúo Madame Monsieur. La misericordia se convierte en alegoría encarnada de una joven que nace de una madre que sabe bien qué es escapar de una guerra y abandonar el pacífico seno materno para afrontar este mundo frío.

Y es que la historia de Mercy está basada en una historia real, la de una refugiada que nació en marzo de 2017 en un barco humanitario en mitad del Mediterráneo. Su madre, nigeriana, intentaba llegar a Europa con otros 944 refugiados. Cuando los cantantes vieron la foto de la niña recién nacida en Twitter encontraron la inspiración para el tema que querían cantar.

“Nací esta mañana, mi nombre es Mercy, en el medio del mar, entre dos países, Mercy”, comienza la canción. “Salimos de casa, escapó de la guerra; ella tenía razón, no había nada que perder – Oh no–, excepto la vida”, relata imaginariamente la niña.

“Yo me llamo Misericordia, Misericordia, Misericordia…”, está viva aquí, ahora y por muchos años más.

5. España: cuando el amor es puro

Seguramente en la gala de Operación Triunfo en la que se eligió la canción de Eurovisión había propuestas con mejor letra y ejecuciones con una técnica más depurada, sin embargo, la historia que subyace detrás de ‘Mi canción’ de Amaia y Alfred fue lo que conquistó al público.

Ellos dos en el escenario bastan para mostrar lo esencial y la pureza del amor. Un argumento que encarna a la perfección, sintiendo que “lo pones todo al revés cuando besas mi frente y descubro por qué, ya no puedo inventarlo”. La experiencia del amor se refleja en las miradas a la luna, en un primer baile, en dejar volar la imaginación… porque se vive una confianza total: “Sé que en ti puedo encontrar esa voz que me abriga si el tiempo va mal”, se convierte en algo más que palabrería noña en quien puede revivir la experiencia más profunda que deja el amor.

“Todo es perfecto si estás a mi lado creando una nueva ciudad”, “ya no puedo inventarlo, solo quiero tu canción…” así es el amor, real, y en busca de la perfección, alcanzada cuando uno se desvive por los demás.

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