Hans Zollner: “No sé si la cabeza de Barros pacificaría la Iglesia chilena”

El jesuita Hans Zollner, miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores

Hans Zollner es el presidente del Centro para la Protección de Menores (CPM), el organismo impulsado por la Pontificia Universidad Gregoriana para promover la prevención de los abusos sexuales a niños y adolescentes. Su labor de formación y asesoramiento a episcopados y congregaciones religiosas ha hecho que este jesuita alemán conozca la Iglesia chilena, sacudida por la reciente carta del Papa en la que reconoce que se equivocó al valorar el caso del obispo Juan Barros.

PREGUNTA.- ¿Cómo explica que el Papa pasara de apoyar a Barros a ordenar luego una investigación y escribir ahora una carta reconociendo que se equivocó?

RESPUESTA.- Porque se ha tomado en serio la aclaración de lo que ocurrió. Por eso encargó a Charles Scicluna y al padre Jordi Bertomeu tener esos coloquios con las víctimas. Más tarde, se han encontrado con ellos y ha leído su informe, tomándose muy en serio lo que han revelado. Francisco admite que ha cometido graves errores y pide perdón por ellos. Dice, además, que no ha sido informado de manera suficientemente buena.

P.- En Chile se interpreta la carta como una próxima salida del obispo Barros. ¿Será así?

R.- La carta reconoce que las víctimas son verdaderas víctimas; y son cosas probadas. Se puede pensar que habrá consecuencias, pero el Papa hace bien al no intentar dar un golpe sobre la mesa, como sería la dimisión, el traslado o la jubilación de Barros. Él quiere ver toda la situación. Me parece una forma de afrontar el problema mucho más ponderada, seria, equilibrada y eficaz. Puedo entender que haya gente que quiere la cabeza de Barros, pero me pregunto si un acto de esta gravedad puede o no pacificar una Iglesia que no está en paz. Como han escrito las víctimas en su comunicado y como subraya el Papa, hay que ir hasta el fondo de esta situación. Una dimisión de Barros ahora sería un intento de arreglar un síntoma, pero no acudir a la causa del problema.

P.- Las víctimas llevaban tiempo protestando. ¿Por qué el Papa no ha actuado así antes?

R.- El Papa tenía una cierta idea de cómo era la Iglesia en Chile y conocía allí a gente. Él se fía de personas de su confianza. En este caso, dice que había recibido informaciones incorrectas o poco profundas. Era difícil de interpretar su reacción de finales de enero, cuando anunció el envío de Scicluna, pero aprecio este gesto de pedir perdón personalmente, por errores que ha dicho que ha cometido él. Es muy honesto. No veo a muchas personas capaces de hacerlo y, menos aún, en una posición como la suya. Él tenía su opinión, pero la ha cambiado. No me acuerdo de una expresión tan personal, clara y humilde al admitir un error y pedir perdón. No recuerdo a nadie que lo haya hecho en nombre propio. Benedicto XVI y Juan Pablo II pidieron perdón en nombre de la Iglesia, pero no hicieron una declaración como la de Francisco.

P.- El Papa habla en su carta de medidas a corto, medio y largo plazo para afrontar los abusos. ¿Qué se debe hacer?

R.- Lo inmediato es aclarar y mirar la realidad cara a cara. Será bastante duro, como todo examen de conciencia serio. Hay que descubrir lo que se ha escondido y decirse a la cara las dificultades. Conozco a varios obispos chilenos y están muy comprometidos con la prevención. A medio plazo, estará el trabajo de implementación de las líneas guía de la Conferencia Episcopal. Son muy buenas, entre las mejores de América. Pero tenerlas no significa necesariamente haber encontrado cómo aplicarlas. Hay que intentar promover un trabajo de prevención en todas las instituciones de Iglesia: escuelas, universidades, orfanatos…

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