Los obispos venezolanos piden aplazar las elecciones presidenciales para el último trimestre del año

  • La CEV advierte que el peligro de conducir al país a “una catástrofe humanitaria sin precedentes”
  • El empobrecimiento de la población y la descomposición de la calidad de la vida de todos, “deslegitima la realización de las elecciones presidenciales, convocadas para el próximo 20 de mayo”, denuncia la Iglesia

A menos de un mes de los comicios electorales adelantados por el gobierno de Nicolás Maduro, a pesar de los reclamos de los sectores de oposición que exigen condiciones claras y justas, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) ha manifestado que es “urgente su postergación para el último trimestre del año”, argumentando que que ante la magnitud de problemas humanitarios que atraviesa el país “se deslegitima la realización de las elecciones presidenciales convocadas para el próximo 20 de mayo”.

Así lo han expresado los obispos venezolanos, a través de un comunicado dado a conocer el pasado 23 de abril, en el que sostienen que las elecciones presidenciales, “tal como están concebidas, sin las suficientes garantías que identifican todo proceso electoral libre, confiable, transparente, con innumerables inhabilitaciones de posibles candidatos, lejos de aportar una solución a la crisis que vive el país, pueden agravarla y conducirlo a una catástrofe humanitaria sin precedentes”.

Hiperinflación: factor de empobrecimiento general

La CEV considera que “la hiperinflación ha acrecentado el empobrecimiento general de la población, con la descomposición de la calidad de vida de todos”.

Y es que los precios de productos y servicios cambian exorbitantemente ante la ausencia de divisas, cuya distribución está en manos del gobierno desde 2003. Esto ha llevado a que los precios sean cotizados al mercado del ‘dólar paralelo’, a lo que se agrega la escasez de dinero en efectivo (cash) al cual los ciudadanos buscan acceder para tener con qué subsistir en el día a día. Estos factores han llevado a un proceso hiperinflacionario sin paragón, con el que se escribe un capítulo inédito de la barbarie económica que vive el otrora país petrolero.

Servicios públicos colapsados

A la hiperinflación también se añade el colapso de los servicios públicos, especialmente la luz eléctrica. Maracaibo, capital del estado Zulia y segunda ciudad de Venezuela, por ejemplo, ha sufrido apagones de más de 20 horas continuas, produciendo colapsos en toda la ciudad sin recibir una respuesta oportuna y distinta a los consabidos ‘sabotajes’ a los que es sometido el sistema eléctrico, según las autoridades.

De allí que otros de los factores que genera malestar en la población, a juicio del episcopado, es “la carencia generalizada de los servicios públicos de luz eléctrica, agua, gas, en todo el país, que hace más difícil la vida”. “Todo ello ante la sorprendente indiferencia de los responsables gubernamentales de estas áreas para solventar estos problemas”, lamenta la CEV.

Más hambre y desmpleo

Los prelados venezolanos también denuncian que “el Estado ve cada día más comprometido su rol sustitutivo para asegurar los insumos básicos para la subsistencia del pueblo”, lo cual se traduce en “más hambre y desempleo”.

Además –señalan los obispos– la aparición incontrolable de epidemias y de enfermedades en las poblaciones más vulnerables, se agrava con la falta de acceso a medicamentos. Esto ha desatado una ola de protestas en todos los rincones del país que, para la CEV, han sido “silenciadas por los medios de comunicación”.

Crece la crisis migratoria

Con relación al drama migratorio, la Iglesia afirma que “está tomando cada día mayores proporciones, afecta a todos los niveles sociales, se realiza en condiciones cada vez más precarias, rompe los lazos familiares, trae consigo desolación y abandono de los mayores y de los niños”.

Los países receptores, por su parte, ya sienten los coletazos de esta crisis migratoria que incluso ha generado comportamientos xenofóbicos con hechos lamentables que han dejado víctimas venezolanos.

Sensible a “las muertes que ya comienzan a producirse de hermanos migrantes”, la CEV agradece “a los países que han acogido, a través de sus organizaciones de ayuda humanitaria, a los venezolanos que se han visto obligados a salir del país”, e invita a las instituciones eclesiales que trabajan con migrantes, a las Cáritas, a continuar brindándoles apoyo.

Escuchar al pueblo sin más dilación

De cara a este complejo panorama, los obispos llaman la atención de los gobernantes y responsables de la nación “a tomar conciencia de su responsabilidad en todos estos males, a escuchar al pueblo y a abocarse, sin más dilación, con la ayuda y colaboración de la empresa privada, e incluso de países hermanos, si hace falta, a controlar la hiperinflación, a facilitar la búsqueda de soluciones políticas que detengan estos males, antes de que alcancen proporciones incontrolables y cotas dolorosas de destrucción y muerte”.

Asimismo le piden al pueblo de Venezuela, en un ejercicio de verdadero protagonismo, “tomar conciencia que está en juego en estos momentos no solamente la realización de un evento comicial más, o la merma transitoria de la calidad de vida de un pueblo, sino su misma existencia como nación libre, fraterna y democrática”.

Valentía y decisión para un nuevo rumbo

Con la esperanza puesta en la fuerza transformadora de la vida de Dios, en Cristo resucitado, en clave profética, la CEV confía que “la última palabra no la tiene ni la soledad, ni el sufrimiento ni la desesperanza que sufrimos cada uno y nuestras comunidades”.

Es posible asumir valientes y decididas actitudes de solidaridad y darle un rumbo distinto a esta historia de muerte. Cristo quiere nuestra conversión personal y comunitaria. Con este sólido fundamento, en Dios, siempre hemos actuado los creyentes. Allí se apoya nuestra fe en el cambio y la transformación de Venezuela y de sus habitantes”, finaliza el mensaje de los obispos venezolanos.

Foto: CEV.

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