José Antonio González: “Vivimos en un mundo con un analfabetismo emocional muy preocupante”

  • El filósofo y educador publica Recupera tu autonomía y bienestar personal, una invitación a que cualquier persona saque “lo mejor de sí misma” y deje de vivir en “la zona de comodidad”
  • “La espiritualidad tendría que ser una asignatura obligatoria para todos los humanos, sean o no creyentes”, defiende el autor

Con 40 años de experiencia profesional a sus espaldas, José Antonio González Suárez ha aprendido que “la auténtica felicidad habita en nuestro interior” y que, para entrenarla, nada mejor que “centrar nuestra energía en el tiempo presente, tratando de liberarnos de los fantasmas del pasado y de los miedos del futuro”.

Este licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación acaba de publicar Recupera tu autonomía y bienestar personal (Desclée De Brouwer), con un puñado de reflexiones y sugerencias de trabajo en torno a la inteligencia emocional, “una herramienta fundamental para que cualquier persona pueda aprender a sentirse y ser feliz”.

PREGUNTA.- ¿La felicidad también se entrena? ¿Cómo?

RESPUESTA.- La felicidad, además de ser un derecho que tenemos los humanos, también debemos entrenar la forma adecuada no solo de conseguirla, sino de mantenerla.

El entorno nos entrena desde edades muy tempranas a buscar la felicidad en agentes externos a nosotros mismos, pero la auténtica felicidad habita en nuestro interior.

Su entrenamiento depende exclusivamente de cada uno de nosotros. La forma de entrenar la felicidad radica en la aceptación de la vida, de las cosas que nos ocurren.

La felicidad no consiste en que todo lo que nos ocurra tiene que ser saludable y positivo, tenemos que aprender a aceptar las adversidades y los contratiempos que tenemos que ir afrontando. De esta forma, la felicidad es una actitud que tenemos que desarrollar y que básicamente consiste en centrar nuestra energía en el tiempo presente, tratando de liberarnos de los fantasmas del pasado y de los miedos del futuro.

P.- Planificar tanto la vida para vivirla con mayor plenitud, incorporando estrategias que potencien su desarrollo, ¿no llegará a generarnos una ansiedad que resulte contraproducente para alcanzar tales metas?

R.- Una buena planificación nunca genera ansiedad, sino que nos aporta seguridad y confianza. Lo que a los humanos nos genera ansiedad es la no aceptación de la vida tal y como es. Si las metas las tenemos bien definidas e integradas en nuestra existencia, se convierten en una fuente de energía, de ilusión y de coraje. Las metas que generan ansiedad son las metas que nos imponen, nunca las que elegimos cada uno de nosotros.

Gestionar las emociones

P.- ¿Qué papel juega la inteligencia emocional en la recuperación de esa autonomía que reivindica en su libro?

R.- Está demostrado que la persona que en cada circunstancia consigue sentir y gestionar cada una de las emociones que siente, experimenta en su vida una sensación plena de felicidad existencial.

Cuando las emociones nos controlan y nos dominan, y no nos sentimos capaces de gestionarlas adecuadamente, la vida de esa persona se convierte en un infierno.

Las emociones son mecanismos que heredamos genéticamente, pero no nos acompaña un código que nos enseñe a gestionarlas en nuestro favor.

La inteligencia emocional es una herramienta fundamental para que cualquier persona pueda aprender a sentirse y ser feliz. Es la herramienta básica donde se fundamenta la autonomía personal, y en el mundo en que vivimos existe un grado de analfabetismo emocional altamente preocupante. Los seres humanos deberíamos ser entrenados en el manejo del conjunto de habilidades emocionales, pero tanto en los programas familiares como educativos se deja muy poco espacio para el entrenamiento de esta herramienta.

P.- ¿En qué medida el cultivo de la vida espiritual puede contribuir a mejorar el bienestar personal?

R.- La espiritualidad es una parte esencial de la vida humana. Cuando la espiritualidad se fundamenta en los valores, la dimensión espiritual nos hace adentrarnos más allá de la materia, en el mundo de lo intangible, cuna del amor y de todas las emociones más sublimes con las que contamos.

Cuando la vida se reduce a lo exclusivamente material y tangible, se provocan en nosotros las emociones más negativas, como el odio, el rencor, la envidia, la desesperación, y navegamos en un océano de total incertidumbre y sin sentido.

La espiritualidad tendría que ser una asignatura obligatoria para todos los humanos, sean o no creyentes.

Agentes de salud o de enfermedad

P.- Una vez alcanzada esa segunda etapa de la vida, en la que irrumpen los achaques como compañeros de viaje, ¿cómo convertirte en un agente activo de salud y dejar de ser un agente pasivo de enfermedad?

R.- En la segunda parte de la vida, la mayor parte de las personas empezamos a sentir alguna enfermedad que va limitando nuestra autonomía. Es entonces cuando depositamos nuestra total confianza en la medicina y nos convertimos en seres pacientes y dolientes.

Cuando cambiamos nuestra actitud y convertimos a la medicina en un apoyo y nosotros nos convertimos en agentes activos de salud y de recuperación de la misma, esta actitud cambia radicalmente el proceso de la enfermedad.

Por ello, ante la misma enfermedad, un enfermo puede ser una fuente de recuperación de la salud o, por el contrario, otro enfermo puede ser un acelerador de la propia enfermedad que padece.

Está demostrado que la actitud positiva es un buen placebo que debe acompañar en la recuperación de cualquier enfermedad.

P.- ¿A quién recomendaría especialmente su libro?

R.- A cualquier persona que no esté satisfecha con el estilo de vida que lleva y, sobre todo, a las personas que son conscientes de que siempre caen en los mismos errores. A aquella persona que no tiene claro el sentido de su vida y tiene el deseo de reinventarse.

En los años de juventud de Nelson Mandela, cuando llevaba una vida de delincuencia, su madre un día se sentó junto a él y le dijo: “Hijo mío, hay personas que cuando mueren se dan cuenta de que el mundo es mucho peor que cuando ellos han nacido y para nada han contribuido a que el mundo mejore, sino al contrario. Otras personas, cuando mueren se dan cuenta de que el mundo continúa exactamente igual que cuando nacieron, no han contribuido en nada para mejorarlo. El tercer grupo son las personas que cuando mueren se dan cuenta de que el mundo es mejor y que ellos han contribuido a mejorarlo. Hijo mío, tú tienes que elegir a cuál de estos grupos quieres pertenecer”.

En la segunda parte de la vida de Nelson Mandela, contribuyó a desarrollar un mundo mucho mejor.

Este libro va dirigido a cualquier ser humano de cualquier clase social que desee sacar lo mejor de sí mismo y dejar de vivir en la zona de la comodidad. Las personas que quieran, en lugar de dejar en su vida que las cosas sucedan sin más, lograr que sucedan como ellos quieren y desean.

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