“Las personas con discapacidad tienen muchísimo que decir en nuestra Iglesia”

  • Hoy 21 de marzo se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down
  • “Se les están dando las herramientas para tomar decisiones en la sociedad”, dice la experta en discapacidad Isabel Cano

papa Francisco Jubileo de los enfermos y discapacitados en el Vaticano 12 junio 2016

Desde hace trece años –aunque la ONU lo reconoció como tal en 2011–, cada 21 de marzo, coincidiendo con la fecha habitual de inicio de la primavera, se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down.

Aunque la elección del día hace referencia a la peculiaridad de los cromosomas de estas personas, la triplicación del vigésimo primer cromosoma (mes 3, día 21), a Isabel Cano Espinosa, trabajadora con personas con discapacidad intelectual y problemas del desarrollo, le gusta que sea precisamente en este día porque “muchas veces la llegada de una persona con Síndrome de Down es como la llegada de la primavera a una familia, a pesar de las dificultades, porque tiene un estilo diferente de ver la vida”.

Mucho por hacer

Cano Espinosa lleva un grupo de catequesis de adultos con discapacidad intelectual y trabaja en un programa formativo en el que participan personas con Síndrome de Down y siente que, en este campo, “la Iglesia tiene muchísimas cosas que hacer todavía”. Subraya por ejemplo que en la catequesis, “las personas con discapacidad tiene muchísimo que decir en nuestra Iglesia, porque tienen una mirada muy limpia de las cosas de la fe y la relación con Dios”. “Es una mirada muy sencilla de las cosas profundas de la vida que nos puede ayudar a quienes no tenemos esa discapacidad”, reafirma.

“En el grupo de catequesis y en el trata con ellos, yo recibo mucho más de lo que aporto”, confiesa Isabel que, además es madre de familia numerosa y tiene una persona con discapacidad intelectual en su familia. “Tienen todo eso que nos falta a nosotros, nos enseñan que frente a determinados racionamientos, las cosas se sienten mejor con el corazón”, subraya.

Para Cano Espina, “hemos llegado a un momento muy importante en el que a la persona con discapacidad intelectual se le están dando las herramientas para poder defender su puesto y tomar decisiones en la sociedad, también en su formación cristiana”. Esta visibilidad comienza a dar sus frutos y se le reconoce “como persona, que es la que decide su vida en todos los ámbitos” y ello implica darles la palabra en todas las mejoras sociales que se están desarrollando.

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