Los jóvenes “se sienten muchas veces utilizados y no valorados”, revela el secretario del Sínodo

  • Rossano Sala adelanta en Salamanca algunos de los resultados de los cuestionarios recogidos de cara a la asamblea de octubre
  • El teólogo ha señalado que la Iglesia debe “colaborar en la alegría de los jóvenes, más que intentar apoderarse de su fe”

Uno de los secretarios especiales de la próxima asamblea del Sínodo de los Obispos, el salesiano Rossano Sala, ha tratado de responder, dentro de las fiestas de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca, a la pregunta “¿Qué podemos esperar del próximo Sínodo?”.

En un acto académico que ha contado con la presencia del obispo de Ávila, Jesús García Burillo, y parte de la comunidad docente de la institución, el secretario —que es docente de Pastoral Juvenil en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma— ha remarcado cinco aspectos en los la Iglesia debe “colaborar en la alegría de los jóvenes, más que intentar apoderarse de su fe”, como son el mensaje del concilio Vaticano II a los jóvenes, el clima cultural en la Europa de hoy, el desafío que los jóvenes plantean a la Iglesia, la ambivalencia del mundo digital y la apropiación de un auténtico dinamismo juvenil.

Recuperar el Vaticano II

En este sentido, el profesor ha destacado que el Concilio “ha sido un trabajo de liberación de lo superfluo orientado al retorno a la esencialidad del Evangelio”. Por ello, dentro del contexto de secularización del Viejo Continente, ha abogado por un modelo pastoral en el que se prime la unión entre el vínculo entre los destinatarios y la acción de Dios por medio de su Iglesia.

El teólogo ha descrito el escenario europeo con cuatro características: la nostalgia espiritual “la búsqueda del sentido de la vida a nivel espiritual está vivo y la fe puede ser una respuesta auténtica a esta nostalgia”, una parálisis en la toma de decisiones “parece que solo se hacen elecciones de pequeño calado”, la incertidumbre ante lo verdadero “donde solo la contemplación puede sobrevivir al bombardeo comunicativo”, y la desilusión institucional “de la que no se espera más que la custodia de los derechos individuales. Y la institución hace poco por el individuo involucrado”.

El secretario también ha hecho un primer avance de los resultados de los cuestionarios hechos a jóvenes de todo el mundo. Ha señalado que “muchos jóvenes no piden nada a la Iglesia. Piden que les dejen en paz y no les importune”. Otros señalan, en cambio, que la Iglesia “debería brillar por su honestidad” y denuncia la falta de preparación de los sacerdotes y las incoherencias en su forma de vida. También hay voces de jóvenes que “se sienten muchas veces utilizados y no valorados” y que achacan que la institución no pueda “seguir el ritmo del mundo contemporáneo”.

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