Marcheto: “Tomar del Concilio solo lo que agrada es una mala costumbre”

El secretario emérito del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, desglosa en una ponencia en Sevilla el concepto de misión  tras el Vaticano II

Agostino Marchetto, durante una conferencia en Sevilla

Con motivo de la Jornada de Teología del Centro de Estudios Teológico de Sevilla, que este año cumple su vigésimo séptima edición, Agostino Marchetto, secretario emérito del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, ha pronunciado esta una conferencia sobre una de las figuras del Concilio Vaticano II, Yves Congar.  Este teólogo francés, junto a Jean Danièlou, son las figuras teológicas a las que la Jornada dedica este año, bajo el título: “La comunión, expresión del sentido de la Iglesia”, y que han sido presentadas por el arzobispo de Sevilla, Juan José Asenjo.

Marchetto, que ha sido reconocido por el papa Francisco como “el mejor intérprete del Concilio Vaticano II”, ha centrado su conferencia en la figura de Yves Congar, de quien ha destacado el diario que este escribió al que ha calificado como “testigo por excelencia de su contribución al Magno Sínodo”. De Congar, gracias a su testimonio a través de su diario, destaca la gran complejidad de su personalidad. Por una parte  “resulta excesivo, corrosivo, irónico, sarcástico, feroz y sin piedad con sus adversarios”, por otra parte “aparece un hombre espiritual, y podemos decir, enamorado de la pobreza y de la libertad”.

Las claves de la misión

“La tendencia de tomar el Concilio solo lo que agrada es una mala costumbre común”, advirtió el secretario emérito del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, al abordar el perfil del dominico. A partir de ahí, Marchetto desglosó algunos aspectos clave de la idea de misión a través de los escritos de Joseph Ratzinger que se expresa tras el Concilio a través de documentos como Lumen Gentium o los decretos sobre el Apostolado de los laicos y sobre el ministerio y la vida de los presbíterios.

Este análisis le lleva a detenerse en un concepto de libertad religiosa. “¿No contradice el mandato misionero de la Iglesia? Y podemos responder: ¡Al contrario!”, expresó en el foro sevillano: “Esta es la condición para que pueda darse la misión. De hecho, la libertad religiosa, como superficialmente dicen algunos, no significa la indiferencia hacia la verdad, y no concierne la relación entre religión y verdad, entre persona humana y verdad religiosa, sino en la relación entre la sociedad y la religión, la independencia de la profesión de una religión en relación a cualquier otro vínculo social”.

El decisivo diálogo

Dentro de su reflexión, también abordó la cuestión del diálogo interreligioso, para subrayar cómo “diálogo y colaboración no pueden constituir un fin último, sino que son los rayos de la unidad que no viene de los hombres, sino de Dios”.

Marchetto concluyó su ponencia resumiendo cómo ha de ser la labor evangelizadora de la Iglesia: “Mientras menos transmita el misionero a sí mismo, más lleva a Cristo y menos creará un dilema entre diálogo y predicación, y más puramente abrirá el acceso al diálogo decisivo, del cual las otras palabras no son sino una introducción: el diálogo con el Creador de la humanidad, por la cual, adorar es al mismo tiempo el deber supremo, el más alto privilegio”.

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