Obispo de Tumaco: “El narcotráfico siempre traerá muerte”

  • Orlando Olave Villanova comparte con Vida Nueva su análisis sobre la situación de conflictividad
  • “Cuando llega la guerra y la violencia, la primera víctima es la verdad”, afirma el obispo
  • La ‘coca’, la posesión de tierras y las deficiencias del Estado son algunas causas de la escalada de violencia

Conocida como la “Perla del Pacífico”, por tener uno de los más importantes puertos del suroeste colombiano, Tumaco continúa siendo azotada por la violencia generada, principalmente, por la corrupción, el narcotráfico, las bandas criminales y la guerrilla, arrojando con ello el más alto índice de asesinatos del país.

Por estos días esta región ha entrado en la agenda de la opinión pública nacional e internacional, tras los asesinatos de al menos siete campesinos en enfrentamientos con la policía antinarcóticos, cuyo detonante ha sido la erradicación forzosa de la coca, por parte gobierno, mientras que las demandas de la comunidad apuntan a la construcción de carreteras para sacar productos distintos a la hoja de coca, que les permitan alternativas económicas para abandonar la siembra ‘por las buenas’. A esto se le suma el petitorio de la gente para frenar el accionar de los grupos al margen de la ley.

Con este telón de fondo, aún sin haber cumplido un año de su ordenación como obispo de Tumaco, monseñor Orlando Olave Villanova, oriundo de Barrancabermeja, ha tenido que sortear diversos obstáculos y duras pruebas. Su papel ha sido –como él mismo ha afirmado– el de iluminar y abrir caminos para la solución y la construcción de la paz, el perdón y la reconciliación. Difícil tarea, en un tiempo en el que pareciera que el discurso de los acuerdos de paz se diluyen.

En medio de las comunidades indígenas y afro

PREGUNTA. ¿Cómo es la misión de la Iglesia en una zona tan conflictiva?

RESPUESTA. La Iglesia en Tumaco ha hecho su trabajo siempre, desde cuando incluso Tumaco no sonaba en el orden nacional, por esos desafortunados hechos de violencia. Desde hace muchos años ha venido siendo evangelizada, por ejemplo, por los carmelitas, desde que empezó a ser prefectura, luego vicariato y finalmente diócesis. Lógicamente, ante toda esa situación de violencia que hemos tenido en la región, hemos implementado proyectos, sobre todo en el afianzamiento de la Ley 70, de las comunidades indígenas y afro, con una presencia muy fuerte de Evangelio que nos permitan incidir y ayudar en la transformación del territorio.

La Iglesia como mediadora

P. A raíz de algunos desafortunados hechos de violencia, como la masacre a campesinos, ¿cómo han intermediado en estas situaciones?

R. En medio de esta situación, te digo que cuando llega la guerra y la violencia, la primera víctima es la verdad. Por eso nosotros siempre hemos querido estar en una posición ni a favor de unos ni a favor de otros, ni en contra de unos ni en contra de otros, sino intentar iluminar desde la diócesis para buscar los caminos de solución cuando hay situaciones complejas.

Por el mismo papel vital que tiene la iglesia en el territorio, nos han llamado a mediar. En estos días, por ejemplo, nos llamaron para facilitar la liberación de unos policías que habían sido retenidos.

Asimismo hemos estado acompañando a los campesinos en el proceso de erradicación [de cultivos de coca] como también hemos estado presente para acompañar a las víctimas de comunidades afro, indígenas, de jóvenes. En fin, hay una presencia real y viva para encontrar los caminos de solución.

Para superar la crisis

P. ¿Qué alternativas pueden brindárseles para que estas comunidades vivan dignamente?

R. Primero, el convencimiento de que el narcotráfico siempre traerá muerte. Es la primera premisa que todos deben asumir, tanto los campesinos, sus familias, de todas las organizaciones, porque a veces también queremos pactar con ciertas cosas que sabemos que no nos van a llevar a buen puerto. Es imperativo buscar medios alternativos a corto, mediano y largo plazo.

El gobierno ha planteado algunos caminos que a veces nosotros percibimos que no son los correctos, porque hay mucha burocracia, hay mucha lentitud. Mientras que el gobierno demora seis meses para dar un millón de pesos, los grupos armados vienen y ofrecen eso mismo de un día para otro. Entonces, a corto plazo, sería [necesario] hacer esas conciliaciones, muy bien llevadas y dirigidas, para que no se convierta en plata de bolsillo.

A mediano plazo, generar procesos integrales de transformación de los territorios para la siembre de cultivos lícitos. Y, finalmente, a largo plazo, abordar el tema de comunicación, en el territorio, pues tenemos una precariedad en este tema de comunicación, especialmente en las vías de comunicación que impide el desarrollo del campo. Todo eso irá contribuyendo a descubrir esa riqueza que hay en el territorio y cómo de esta podemos todos obtener desarrollo.

Vendrá un nuevo amanecer

P.  En medio de tantas vicisitudes, ¿cuál es su mensaje?

R. El Papa nos está llamando a no dejarnos robar la esperanza. Justamente, unos días antes de que sucediera ese hecho lamentable del enfrentamiento donde resultaron siete muertos, escuchaba al Papa el miércoles, en su audiencia, decir que no hay noche tan oscura ni tan larga, no hay corazón tan duro por el cual no valga la pena luchar o esperar ese amanecer.

Creo que sin duda estamos viviendo momentos difíciles, pero creo que el amanecer vendrá, pues eso es lo que mueve al cristiano: la esperanza que el señor vendrá con un nuevo amanecer y lógicamente nosotros podemos ayudar con nuestra acción y con nuestro trabajo. Es una llamada al corazón de todos los que vivimos en ese territorio a renovarlo, a transformarlo, pues cuando eso sucede también se renueva el corazón de nuestras familias y por ende el de toda nuestra sociedad.

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